lunes, 4 de abril de 2011

Treinta y siete.

En el aeropuerto de Londres me esperaban tío Richard, tía Carolina y Sue. Me abracé fuertemente a ellos, pues los había hechado mucho de menos. Mi prima, se colgó literalmente de mi pierna y no me importó, estaba deseando jugar con ella.
Tía Carolina me dijo que Ana estaba en casa, ya que había estado ensayando hasta muy tarde el día anterior y estaba cansada. A ella también tenía ganas de verla. Nos subimos en el coche de Richard y nos fuimos para casa.
-Tu padre aún no me ha llamado para decirme qué va a tener tu madre- dijo mi tía.
-Mamá va a tener un niño. Papá dice que le van a poner Lucas.
-Es un bonito nombre- dijo tío Richard.
Cuando llegamos a casa de mis tíos y mi tía abrió la puerta, Ana casi me salta encima. Se abrazó a mí y empezó a besarme por toda la cara.
-¡Mary, cuanto te he hechado de menos!- exclamó mi amiga.
-Yo también. ¿Qué tal la obra de teatro?, ¿cómo se llama?- pregunté, mientras llevaba la maleta a mi habitación.
-Su titulo es " Simplemente, te quiero". Me va genial. Llevabas mucha razón cuando decías que Daniel ayuda en todo lo que puede- contestó Ana emocionada.
-Me alegro, ¿y te gusta tu personaje?- le pregunté mientras sacaba la ropa de mi maleta.
-Si, me encanta. Se trata de una chica que es amiga del personaje de Daniel. Pero te tengo una buena noticia.
-Cuenta, ¿qué ha pasado?
-La directora y el guionista han hecho uno cambios en el guión y ahora tengo muchas más frases e incluso salgo más en la obra.
-Me alegro. Daniel me había comentado algo pero no sabía que era eso.
-¡Ay, Mary! Mi sueño se está cumpliendo- dijo dando vueltas por la habitación.
Sonreí, porque sabía que Ana tenía razón. Ya la había visto actuar varias veces y podía decir que era mejor actriz que yo. Su optimismo por conseguir sus sueños era algo que yo envidiaba.

Sobre las cinco de la tarde, llamaron a la puerta. Estaba sola en casa, mis tíos junto a Sue, se habían ido y Ana estaba ensayando. No podía ni imaginar quien podía ser. Fui a abrir y cuando lo hice vi a un chico con un gran ramo de rosas. No entendía a que venía eso.
-¿Es usted la señorita Sanz?- preguntó aquel chico con voz ronca.
-Si, soy yo.
-Este ramo es para usted- dijo el chico dandome el ramo.
Al cogerlo, descubrí quién era ese chico: Daniel. Al tener el ramo delante de la cara, no lo había reconocido.
-¡Daniel!- exclamé abrazandome a él.
-Creí que no me ibas a reconocer nunca. Hay que ver que ni cambiando la voz me conoces.
-Eres muy buen actor, me has engañado.
-Por algo soy el mejor actor inglés- dijo dandose aires de superioridad.
-¡Tonto!- dije dandole un leve golpe con la mano sobre su hombro.
Él rió y dijo:
-¿Vas a poner esas flores en agua o vas a esperar a que se marchiten?
-Claro que no. Voy a ponerlas en un jarrón.
Me separé de él y fui a la cocina, seguida de Daniel. Cogí un jarrón, que tenía mi tía allí, sin ningún uso, lo coloqué debajo del grifo y le puse algo de agua. Después, puse las flores dentro.
Luego, me senté junto a mi novio, en el sofá.
-¿Por qué no has venido al aeropuerto?
-No he podido. Tenía asuntos que arreglar, lo siento.
-Tranquilo, sólo era por saber. Me alegro de que estés aquí, pero me pregunto por qué no estás ensayando. Ana me ha dicho que iba hacerlo.
-Ana es Ana, yo soy yo. He podido escabullirme de ensayar hoy- dijo con una sonrisa pícara.
-Eso de que utilices tu fama para esto, está mal. Eso no se hace.
-Venga, ahora me dirás que no te gusta que esté aquí- dijo y se acercó un poco más a mí.
-Danny, nadie a dicho eso- contesté sonriendo.- Sabes que estaba deseando verte.
-Lo sé, lo sé. Ya sabes como soy- dijo en una sonrisa.
-De sobra, sé como eres de sobra- dije y me acerqué a él.
Sonrió y se inclinó para besarme. Hacía tiempo que no sentía sus labios, demasiado tiempo. Exactamente, cuatro meses. Un tiempo eterno sin él.
Se quedó hasta las ocho de la tarde. Me pasé toda la tarde abrazada a él, en el sofá. Hablamos de todo lo sucedido en este tiempo que estubimos separados. Y de todo lo que iba a suceder en los próximos siete días, también.
Daniel me contó que todo empezaba mañana viernes, con el estreno de la película. Por lo visto, la entrevista de esta noche se había suspendido. El sábado, teníamos una cena con todos los compañeros; el domingo, viajaríamos a Nueva York; el lunes sería allí el estreno; el martes, una entrevista de televisión; el miercoles, una entrega de premios en California; el jueves volveríamos a Londres y viajaríamos hacía España; el viernes tendríamos el estreno de la película en Sevilla; el sábado, en Madrid y el domingo, de nuevo a Londres. Todo concluía el lunes, con una aparición en un programa de televisión.
Iba a ser una semana bastante movida.

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