miércoles, 13 de abril de 2011

Cuarenta y cinco.

SEIS AÑOS MÁS TARDE...
Era sábado y me desperté tarde, pero al recordar que día era, pegué un salto de la cama. Hoy era veintiseis de junio y mi pequeño hermano Lucas cumplía seis años. Había acordado ayudar a mi madre en organizarle una bonita fiesta a mi hermano. Miré la hora y en el despertador marcaban las once de la mañana. Fui al baño y luego, bajé de dos en dos las escaleras de casa hasta llegar al salón. Me dirigí al trote a la cocina.
-A buenas horas te levantas, Mary- me dijo mamá.
Le di un beso en la mejilla y me eché leche con un poco de azúcar en un vaso. Ni siquiera lo calenté un poco en el microondas. Me lo bebí en un trago.
-Un día de estos, te da algo.
-Si no me lo ha dado antes, no creo que me lo dé ahora. ¿Qué?, ¿Empezamos a preparar la fiesta al pequeñajo?.
-Si, pero primero cambiate de ropa, que tienes que comprar algunas cosas.
-De acuerdo. Subo, me ducho en un momento, me visto y voy a donde tú quieras- dije saliendo de la cocina.
En ese momento, me percaté que Lucas estaba en el salón, dibujando sobre su cuaderno de dibujo.
-Hola, pequeñajo. Felicidades- dije dándole un beso en la mejilla.
-Gracias, hermana- me contestó y me dedicó una de sus bonitas sonrisas.
Empecé a subir las escaleras para entrar en el baño, cuando mamá me llamó:
-¡Ay, Mary!. Se me había olvidado decirte que ha llamado Ana. Me ha dicho que está aquí en España y que esta tarde se pasará por casa.
-Gracias, mamá. Ya tengo ganas de verla- contesté y me metí en el baño.
Hacía ya tres meses que no la veía. Durante estos seis años que habían pasado, mi mejor amiga se había convertido en una famosa actriz tanto de teatro como de televisión. Había terminado la facultad, como yo, pero se dedicaba al mundo artistico. Seguía con aquel chico llamado Michael. Yo me alegraba mucho por ella. Era mi mejor amiga, no podía desearle otra cosa.
Mi vida, en cambio, era muy distinta. Desde que dejé mi vida aparcada en Londres, me había dedicado a estudiar simplemente. Ahora, después de terminar la universidad, trabajaba en un instituto como profesora de Dibujo. Me iba bien, no me podía quejar. No tenía novio, ni lo quería. Por mucho que me interesara un chico en mi mente siempre aparecía él.
Daniel.
No me podía olvidar de él por mucho que quisiera. Y, ¿Cómo hacerlo si salía un día si y otro también en la televisión o en cualquier sitio?. Todo lo que tenía y me recordaba a él, lo guardé en una caja en cuanto llegué a casa hace seis años: el collar, la pulsera, el anillo, el albúm de fotos... Todo. Incluidas las cartas que me escribió durante un año después de que me marchara. Cada vez que recibía una, lloraba mucho.
Salí del baño totalmente vestida y bajé a la cocina. Mamá me dio una nota con todo lo que tenía que comprar. Cogí las llaves de mi coche, el monedero y me fui. Llegué a la tieda y compré todo lo que decía en aquel papel. Luego fui a recoger el regalo que le había comprado a Lucas. Seguro que le iba a gustar, pues se trataba de unos juegos que él quería. Subí todos los recados al coche y regresé a casa. Entré en ella y lo dejé todo en la cocina, salvo el regalo que estaba en mi coche. Mi hermano llegó corriendo y empezó a decir:
-¿Dónde está mi regalo?,¿Dónde está mi regalo?.
-Hasta la tarde no hay regalos, Lucas. No seas impaciente.
-¡Se lo voy a decir a mamá!.
-Estás tardando.
Salió corriendo hacia el patio de la casa. Fui trás él y vi como mi madre organizaba una mesa con varias sillas para los amigos de mi hermano.
-¡Mamá, Mary no me quiere dar su regalo!
-No seas caprichoso, Lucas. Esperate hasta esta tarde. No te impacientes.
Lucas se marchó algo enfadado. Yo me reí y mamá, también. Volví a entrar en casa y me puse a organizar en contenido de las bolsas.
La fiesta de mi hermano, con tantos pequeños, iba a resultar bastante agotadora.

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