lunes, 11 de abril de 2011

Cuarenta y dos.

El día seis de agosto, un día después del cumpleaños de Daniel, fui sola a comprar algo de ropa. Me apetecía ir de tiendas. Ana estaba ensayando para su nueva obra de teatro y Daniel estaba en Oxford, en un acto que tenía. Entré en varias tiendas, pero al final sólo me compré un vestido y varias camisetas.
Iba a coger un taxi para volver a casa, cuando me encontré con Samantha, quien también iba sola. Empezó a mirarme mal. Yo, la ignoré, pero ella empezó a decirme cosas:
-¿Qué pasa?, ¿que Daniel Smith ya te ha dejado?. Ya sabía yo que no ibaís a durar mucho. Normal, sólo has sido un capricho suyo.
-Mira, Samantha, yo no tengo la culpa que tú no quisieras ese papel. Así que te digo que me da igual lo que digas o hagas en contra mía.
-Si, eso lo dices ahora, pero en cuanto diga algo, vas a ir a tu tío para decirle todo.
-Lo mejor que puedes hacer, es olvidarte de mí.- dije y empecé a andar.
Me di cuenta que venía corriendo por detrás de mí. Me di la vuelta y ella empezó a empujarme hacía la carretera.
-Por tu culpa, Dan no quiere saber de mí. ¿Sabes? Yo estoy enamorada de él y no me parece justo que tú estés con Daniel- me gritó.
-¡Deja de empujarme!. Yo no tengo la culpa que Daniel no te quiera- le grité intentando que no me empujase.
-¡Si tienes la culpa!. Te han dado dos premios que me los merecía yo. Estoy harta de ti, Mary Sanz- gritó y me empujó fuertemente, sin que yo pudiera hacer nada, contra un coche que pasaba a toda velocidad en ese momento.
Sentí mi cuerpo impactar contra el coche y que perdía la conciencia. Ya no podía saber lo que pasaba a mi alrededor...

Cuando abrí los ojos, lo hice lentamente. No sabía donde me hallaba. Había mucha luz en la habitación donde estaba o eso me parecía. Quise incorporarme, pero alguien me lo impidió.
-Tranquila, Mary. No puedes levantarme- me dijo la voz de una mujer.
La reconocí de inmediato. Era la voz de tía Carolina.
Noté un fuerte dolor en las costillas y en brazo derecho. La cabeza también me dolía.
-¿Qué... qué me ha pasado?- pregunté mientras me daba cuenta que tenía cables por todos lados.
-Samantha Rose te empujó contra un coche. Has despertado tras catorce horas sedada.
De repente me acordé de todo: Cuando hablé con ella, cuando nos gritamos, cuando me empujó...
Cerré los ojos y suspiré:
-¿Dónde estás?, ¿dónde está Danny?
-Está fuera, acaba de llegar. El pobre no se a separado de ti en toda la noche. No ha dejado que nadie se quedase contigo, salvo él. Estoy ahora aquí, porque él ha ido a su casa a ducharse y a cambiarse de ropa. David a tenido que llevarselo a la fuerza.- contó mi tía.
No podía creerme que Daniel hubiese pasado toda la noche conmigo. Miré a tía Carolina y reparé en sus ojos. Estaban rojos de tanto llorar.
-¿Cómo estoy?. Por favor, tía no llores...
-¡Ay, hija!. A sido un buen susto. Tienes cinco costillas rotas, el brazo y la pierna derecha también. Tus padres vienen para acá en el primer vuelo que ha salido. Han dejado a Lucas con la abuela.
Cuando inspiré aire, me dolieron todas las costillas. Le volví a hablar a mi tía:
-Quiero ver a Daniel, por favor.
-Vale, voy a decirle que entre- contestó y se levantó de la silla.
Antes de que abriese la puerta, le pregunté:
-¿Y Ana, cómo está?
-La pobre también está hecha polvo. Está fuera también. ¿Quieres que entre después de Danny?
Yo asentí levemente y tía Carolina salío. Daniel entró un segundo después. Su cara marcaba tristeza y preocupación. Se sentó junto a la cabezera de la cama.
-¿Cómo estas?
-Por lo menos, estoy viva. ¿Y tú?. Me ha dicho mi tía que te has quedado toda la noche y que no has dejado que nadie se quedara conmigo, ¿por qué lo has hecho?
-Porque te quiero, porque eres lo más importante que tengo. Y si te pierdo, me muero.
-Danny...- las lágrimas se me saltaron.
-Por favor, no llores.
-¡Dios! Te quiero tanto... Tú también eres lo más importante que tengo.- dije acariciando su mejilla.
-Quiero que te quedes en mi vida para siempre.
Sonreí.
Eso era lo que yo quería que sucediera: que se quedara en mi vida para siempre...

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