miércoles, 29 de junio de 2011

Sesenta y dos.

-Señora Sanz, tengo que decirle algo importante.
-¿Tengo algo malo, doctor?- pregunté algo alarmada.
-No, usted no tiene nada malo. En mi opinión, es algo bastante bueno.
-Por favor, no tarde en decirme lo que me pasa.
-Señora Sanz, usted está embarazada.
Parpadeé un par de veces y pregunté:
-¿Em... embarazada?
-Si, está de seis semanas.
En ese mismo momento, entró Daniel que, al ver mi cara, se preocupó aún más. Aún estaba atónita por lo que me había dicho el médico.
-¿Mi esposa tiene algo grave?- preguntó.
Ana empezó a reirse por lo bajo y el doctor, esbozó una sonrisa bastante amplia:
-No se preocupe, señor Smith. Su esposa está totalmente sana. Lo que tiene es natural por su estado.
-¿Su estado?- preguntó Daniel mirandonos a mí y al doctor.
-Señor Smith, usted y su esposa van a ser padres.
-¿Cómo?, ¿qué Mary está embarazada?
-Efectivamente, está de seis semanas.
Daniel se acercó a mí y me abrazó.
-¡Que alegría!. No sabes lo feliz que me haces- dijo y me besó.
-Estoy embarazada. ¡Embarazada!- susurré aún sorprendida.
-Si, cariño. Vamos a ser padres.- dijo Daniel abrazandome de nuevo.
-Le voy a preparar el alta, señora Sanz. Ahora vuelvo- dijo el médico marchandose.
Ana se acercó y dijo:
-Ya me extrañaba a mí que fuera por la comida, pero bueno, debo de admitir que me siento muy contenta. Ya tenía ganas de que me hicierais tía. Eso sí, me da igual todo, pero yo quiero ser la madrina de este niño o niña.
Sonreí.
Mi mano izquierda se posó sobre mi barriga. No podía creerme que aquí dentro se estuviera formando una personita que era parte de Daniel y mía.
El doctor regresó y me hizo firmar el alta mientras me recomendaba que comira sano, que no hiciera mucho esfuerzo y que descansara lo máximo posibe, aunque también me dijo que podía seguir trabajando, pero teniendo cuidado. Después de eso, me dejó marcharme para casa junto a mi marido.
Fue llegar y tener que ir al baño corriendo. Cuando salí, Daniel me preguntó:
-¿Te encuentras bien?
-Si, esto es normal, ¿no?.- dije sonriendo.
Él sonrió también y se dirigió hacia la cocina. Yo le seguir para preparar la cena, pero me lo impidió. Dijo que ya la haría él. Tuve que irme al salón. Después de cenar, me fui pronto a dormir, pues estaba cansada. Aunque tardé en dormirme. La noticia de que estaba embarazada no me dejaba dormir.
Me parecía irreal que ya estuviera esperando a mi primer hijo.

lunes, 27 de junio de 2011

Sesenta y uno.

El tiempo, desde que volví a Londres, se pasaba volando. El rodaje de mi nueva película empezó a principios de octubre y me mantenía muy ocupada. Seguía sin apenas ver a Daniel y eso me preocupaba, pues pensaba que pobría afectar a mi matrimonio con él. Pero estaba equivocada, porque el tiempo que pasabamos juntos, no se separaba de mí.
Trabajar con Ana era muy divertido, pues se pasaba casi todo el tiempo bromeando. Era, como la versión femenina de Daniel. Aunque, a la hora de rodar, era toda una profesional. Tampoco tenía ninguna queja sobre el director, un simpático hombre llamado Robert. Siempre estaba riendo y explicaba todo muy bien. Cuanto más avanzaba el rodaje, más me gustaba a ver vuelto, aunque terminara bastante cansada. Pero no me importaba, porque estaba realizando mi sueño.

Cuando llegó febrero, jamás pensé en todo lo que, a partir de ahí, iba a suceder.
Daniel me sorprendió con una tarta y un libro firmado por mi escritora favorita, el día que yo cumplía veintisiete años. El día catorce, por ser domingo y san Valentin, me sorprendió con una cena romántica en casa. Yo no me la esperaba, pero me gustó mucho la cena, incluido el regalo de después.
Era principios de marzo cuando recibí la mejor noticias de todas y la que, con toda seguridad, no me esperaba...
Era día siete y, como era lógico, estaba rodando. Me sentía un poco mal y tenía el estomago un poco revuelto. Había vomitado nada más levantarme, aunque ya llevaba un par de semanas así. Daniel me aconsejó que me quedase en casa, que ya llamaría él a Ana para decirle que no iba a trabajar, pero no le hice caso y me marché. Ya había acabado de tranajar y lo más seguro era que quisiera que me quedara en casa con él.
Llegué al set de rodaje con muy mala cara,pues aún sentía ganas de vomitar. Ana, al ver mi cara, preguntó:
-¿Qué te pasa?.
-Me he levantado vomitando y tengo el estomago como si anoche hubiese estado de borrachera.
-No, si mala cara tienes. A ver si has comido algo que estaba en mal estado.
-Puede ser que...- me llevé las manos a la boca y me dirigí al lavabo corriendo.
Gracias al cielo que estaba cerca, porque hubo un momento en que dudé en vomitar encima de Ana.
-¡Por dios santo, Mary!. Lo que hayas comido o lo que sea te está haciendo echar hasta la primera papilla.
Me lavé un poco la boca y le contesté:
-Danny quería que me quedase en casa.
-Pues podías haberle hecho caso- dijo mientras saliamos de los lavabos.
-¿Para qué?. Si sigo mal, luego me pasaré por el hospital y listo. Lo más seguro es que sea un virus o algo de eso.
-¡Que cabezota eres, Mary!- exclamó Ana acercandonos a maquillaje.
Allí nos encontramos con Robert, que le estaba diciendo a una de las maquilladoras algo sobre lo que quiería para uno de los personajes. A vernos, se dirigió a nosotras. Se alarmó un poco cuando vio mi cara.
-¿Qué te pasa?. Pareces enferma.
-Sólo tengo el estomago un poco revuelto, nada más. Estoy bien- dije intentando sonreír.
-Está bien, pero a la minima que te encuentres mal, me lo dices, ¿de acuerdo?.
Asentí y, mi amiga y yo, nos sentamos para que empezaran a prepararnos para nuestros personajes. Casi una hora y media después, empezamos a rodar.

Deberíamos llevar como dos horas rodando, cuando empecé a sentirme mal de nuevo. Yo no me encontraba rodando, si no que estaba al lado de Robert y de otro compañero esperando a que llegase mi turno. Me agarré a una silla para no caerme, porque sentía que me estaba mareando. Me sentía acalorada. La cabeza me daba vueltas y las piernas, me temblaban, com la consecuencia que me caí al suelo. Lo siguiente que recuerdo, es haberme despertado sobre una cama.
Ana estaba a mi lado y tenía la cara llena de preocupación.
-¿Dónde estoy?
-En el hospital. Tu marido viene de camino. Te desmayaste y, como no reaccionabas, te hemos traido al hospital.
Intenté levantarme, pero sentí la cabeza dandome vueltas. Ana volvió a hablar:
-Te han hecho un analisis de sangre, a ver si te encontraban algo...
En ese preciso instante, entró un médico con unos papeles en la mano, que supuse que serían los análisis de los que hablaba Ana. Me miró sonriendo.
Lo que me iba a decir a continuación fue algo que jamás podría imaginar que me pasara en este momento.

lunes, 20 de junio de 2011

Sesenta.

Hacía unos dos meses de mi boda. Daniel y yo viviamos en la casa que nos habían regalado sus padres. Era lo suficiente grande para los dos, demasiado diría yo. Tenía cinco habitaciones, tres baños, un salón, un comedor, una cocina, una terraza, un jardín en la parte trasera con piscina y un despacho. Era de dos plantas y mi primera impresión cuando la vi fue que tenía muchas habitaciones. Daniel puso los ojos en blanco y se rió.
-Así podrán venir nuestros padres y Ana con Michael, pero no creo que todas las habitaciones sean para eso.
Lo miré y de repente, lo comprendí todo.
-Aún es pronto para tener hijos, ¿no?- dije con una sonrisa.
-Cuando tú quieras. Yo estaré encantado de ser padre cuando tú lo decidas.
Entre risas dije:
-Espera ver los titulares de la prensa diciendo: El actor ingles, Daniel Smith, espera a su primer hijo. Vamos, va ha ser la revolución entre tus fans.
Él rió también. Me encantaba verlo así de feliz.
Durante los días de diario, lo veía muy poco, pues llevaba dos meses grabando su nueva película. Desde que volvimos de nuestra luna de miel, para ser exactos. Yo me dedicaba todo este tiempo, a buscar trabajo, pero aún no había encontrado nada. También estudiaba un proyecto sobre una película, en la cual trabajaba Ana, que mi tío me había dado. No estaba para nada mal. Si aceptaba ese papel, sería una joven profesora en un colegio para niños con poderes. Me encantaba ese tipo de películas y el guión era muy bueno. Ana me dijo que lo aceptara y que así podríamos trabajar juntas.

Hoy hacían dos meses justos de mi boda, así que preparé una cena especial. Daniel me había dicho, antes de irse, que hoy estaría temprano en casa. No me dijo el por qué, pero no me importó.
Lo tenía todo listo cuando mi marido llegó. Me dio un beso y dejó su chaqueta en el perchero del recibidor. Serví la cena y nos sentamos a cenar.
-¿Has decidido ya aceptar trabajar en esa película?
-Si, lo he pensado, pero aún no tengo nada decidido.
-A mí me parece muy buen proyecto, pero la decisión está en ti. Por cierto, todo esto está riquisimo.
-Gracias- dije sonriendo.
Después de la cena, Daniel me llevó en volandas a la habitación. Yo no podía dejar de reírme. Pero la verdad, es que mi marido era todo dulzura.
A la mañana, mientras desayunaba en la cocina con Daniel, llamaron a la puerta. Fui a abrir y Ana entró em casa como un rayo. La seguí después de cerrar la puerta.
-Oye, ¿por qué has entrado así?- le pregunté llegando a la cocina.
-¿Qué pasa?- preguntó Daniel sorprendido al ver a mi amiga allí.
-Ésta, que ha entrado como Pedro por su casa sin decir nada- contesté.
-Mary, por lo que más quieras, tienes que aceptar ese papel en mi película- me rogó Ana.
La miré sorprendida. Mi amiga tenía cara de suplica.
-¿Y por qué tanta súplica?- pregunté.
-Amiga, como tú no aceptes ese papel, lo va hacer una chica que es el triple de prepotente de Samantha Rose. Además, no me apetece tener que hacer de su hermana en la ficción.
Miré a Daniel, que dijo:
-Si es así, es mejor que aceptes.
-¿Esto no será algo tramado entre vosotros?
-No, te lo juro. Si quieres, llamo a Richard para que él te lo diga- contestó Ana.
Daniel se levantó de la silla, me besó en la mejilla y dijo:
-Luego me contarás, que me voy a trabajar.
Cogió su cazadora y se marchó. Yo me quedé con Ana en la cocina. Ésta llamó a mi tío y me pasó la llamada. Richard me dijo que mi amiga estaba en lo cierto. No sé como, pero consiguieron convencerme y acepté ese papel. Ana se puso a gritar como una loca cuando le dije a tío Richard que volvía al cine. Yo no paraba de reírme al ver a mi amiga de aquella manera. En verdad, me hacía mucha ilusión volver a actuar.
Ese era mi sueño.

miércoles, 15 de junio de 2011

Cincuenta y nueve.

Nuestra luna de miel iba a ser en Cancún.
Puse los ojos como platos a ver las maravillosas vistas que tenía la habitación del hotel donde nos hospedabamos. Estuve un buen rato en la terraza de la habitación contemplando aquellas vistas.
-¿Impresionada, señora Smith?- preguntó Daniel cogiendome por la cintura y volviendome hacia él.
-Demasiado, diría yo- dije sonriendo.
Llamaron a la puerta de la habitación en el momento que Daniel me besaba. Me separé de él y fui a abrir la puerta. Un camarero nos traía el almuerzo. Nos pusimos a comer y luego nos fuimos a dar un paseo por aquellas maravillosas playas.
Íbamos cogidos de la mano cogidos de la mano. Todo parecía como sacado de un sueño.
-¿Sabes?. Ya no puedo desear nada más- dijo Daniel y luego añadió:- Ahora tengo toda la seguridad de que no te vas a ir.
-No me iba a ir, tonto- dije dandole un pequeño empujón con la mano- Yo tampoco puedo desear nada más.
No sé por qué, pero mi mano derecha se posó sobre mi vientre. Daniel no se dio cuenta de ese gesto y me cogió en volandas. Me dejó sobre la arena de la playa, se inclinó sobre mí y empezó a besarme. Luego se tumbó a mi lado. Yo, saqué de mi bolso, las dos toallas que llevaba dentro. Le tiré, sonriendo, una toalla mientras le decía:
-Tumbate en la toalla, que si no vas a tener arena por todos lados.
Luego, me quité el vestido y me fui a bañar en el mar. Daniel vino detrás de mí. Estuvimos un buen rato bañandonos hasta que anocheció y volvimos al hotel.
Mientras Daniel pedía la cena, yo me duché. Salí de la ducha en el momento que la cena llegó a la habitación.
Después de cenar, cogí un pijama muy corto, que Ana me regaló antes de casarme, e intenté meterme en el baño, pero Daniel me lo impidió. Empezó a besarme y me quitó el albornoz. Me llevó a la cama mientras me seguía besando. Sus caricias hicieron que se me pusiera la carne de gallina. Nunca había experimentado aquello. Sus besos eran mucho más dulces que nunca. Mis manos recorrían su espalda mientras nuestros cuerpos se fundían en uno. Jamás había disfrutado tanto estando con él, ni siquiera en la noche de bodas.
Daniel me mantuvo abrazada a él cuando todo había acabado, pero no dejó de besarme.
-¿A qué ha venido esto?
-Me apetecía estar contigo. Eres mi esposa, es normal que esto suceda entre nosotros- contestó con dulzura.
Le contesté con una sonrisa.
Me acurruqué un poco más a su salo y me quedé dormida mientras él me acariciaba la espalda.

El viaje de novios estaba siendo maravilloso. Nos pasabamos los días caminando por la playa y paseando por la ciudad. Daniel estaba muy cariñoso conmigo. No me apetecía para nada volver, aunque sabía que tenía que hacerlo.
Durante estos días no pasó nada relevante. La gente apenas nos reconocía, algo que me alegraba.
La noche anterior a nuestra vueta, a Daniel se le notaba algo triste.
-¡Ey!. ¿Qué te pasa?.
-No quiero irme, me da pena marcharme.
-Yo tampoco, pero tenemos que hacerlo. Tú tienes que empezar a rodar una película y yo, tengo que buscar trabajo.
-Ya sabes que puedes volver al cine, todo el mundo quieres que lo hagas- dijo sonriendo.
-No sé, no sé. Danny, hace mucho tiempo de aquello.- le dije metiendome en la cama.
-Piensatelo. Me encantaría que lo hicieras- contestó metiendose él también en la cama.
-Vale. Buenas noches, amor- dije y le di un beso.
-Buenas noches, princesa.
Me volví hacía la derecha y me quedé dormida pensando en todo lo que me esperaba a mi vuelta en Londres. Daniel me había dicho que íbamos a vivir en una casa que nos habían regalado sus padres como regalo de bodas, así que por eso no había que preocuparse. Pero aún estaba el asunto de mi trabajo. Podía volver al cine, pero tenía que pensarlo muy bien. No quería tener ningún problema si lo hacía.

lunes, 13 de junio de 2011

Cincuenta y ocho.

Cuando llegamos a la iglesia, había mucha gente agolpada tras unas vayas que habían puesto. Era normal, pues estaban llegando muchos famosos. Respiré hondo, de nuevo antes de salir del coche. Hacía tiempo que no tenía esta sensacón tan rara cuando había tanta gente esperando verme. Antes de bajar, el móvil de Ana, sonó. Cuando colgó, miró a papá y luego, a mí:
-Todo el mundo está dentro. Sólo faltamos nosotros- dijo y salió del coche.
Papá también salió. Me abrió la puerta y salí. Mamá y mi hermano hicieron lo mismo. Ana me puso bien la cola del vestido, me sonrió y se marchó junto a mi madre y Lucas, pero antes de irse, mamá me dio un beso en la mejilla. Cuando se fueron, calculé los metros hasta la puerta de la iglesia. Sólo eran cincuenta metros. Me agarré al brazo de mi padre y hechamos a andar hacia la iglesia. La gente me decía cosas mientras pasaba por su lado. Si alguien me insultaba, no lo oía. Al entrar en el templo, empezó a sonar la marcha nupcial. Vi a lo lejos, en el altar, a Daniel.
Sonrió al verme, pero también parecia sorprendido. Tía Carolina tenía razón cuando dijo que iba a sorprenderse al verme. Avancé por el pasillo con mi padre hasta llegar al lado de mi novio. Papá me dejó en sus manos, me besó en la mejilla y se marchó junto a mi madre.
La ceremonia empezó.
Yo no podía dejar de sonreír. Cada vez que miraba a Daniel, él tampoco dejaba de sonreír. Aunque se me escapó alguna lágrima mientras Daniel me ponía el anillo y yo hacía lo mismo.
-Os declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.- dijo el cura.
Daniel se acercó y me besó. Le sonreí cuando se separó. Me cogió de la mano y nos dirigimos hacía la puerta de la iglesia. Cuando salimos, la gente empezó a aplaudir. Yo no podía dejar de sonreir. Nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia el lugar donde se hacía el banquete.
Cuando llegamos allí, nos recibieron con un gran aplauso y un viva los novios. Yo no podía dejar de sonreír y a Daniel le pasaba lo mismo. Nos sentamos en nuestra mesa junto a nuestros padres.
-Estás realmente preciosa, Mary- dijo Kate con una gran sonrisa.
-Gracias- contesté.
El banquete transcurrió como había planeado. El momento de partir el pastel nupcial fue simpático, pues Daniel tuvo que ayudarme a coger la espada con la que cortaríamos la tarta. Después de aquello, mi recién marido me sacó a bailar el tipico vals. Luego, bailé con mi padre, con David y con tío Richard. Más tarde, me senté con Ana.
-Todo está saliendo como planeaste, Mary.
-Si, menos mal- contesté mirando a Daniel, que estaba hablando con unos invitados.
-Te voy ha echar de menos durante estos días.
-Yo también, pero puedes estar tranquila que te traeré algun recuerdo- dije sonriendo.
Mi mejor amiga me sacó la lengua. Ana seguía siendo la misma chica de siempre.

Cuando llegó el momento de tirar el ramo, lo hice. Casualmente, calló en manos de Ana. Al ver que fue ella quien lo cogió, le guiñé un ojo. Daniel se acercó y me susurró:
-¿Lo has hecho a proposito?
-No, ¿por qué?.
-Mira la cara que se le ha quedado al pobre de Michael- contestó señalandome hacia donde estaba nuestro amigo.
Se le puso la cara blanca como la nieve al ver a Ana coger el ramo. Me reí un poco mientras tío Richard se acercó a mí y me dijo:
-Es hora de que os lleve al hotel.
-Está bien. Voy a despedirme de mis padres.- dije y fui a buscarlos.
Al volver, lo hice con algunas lágrimas en los ojos. Daniel también se había despedido de sus padres. Nos montamos en el coche y me despedí de todos con la mano. Lo mismo hizo mi ya marido.
Me mantuve casi todo el trayecto callada, con la mano entrelazada en la de Daniel. Éste me miraba y sonreía. Yo, de vez en cuando, también lo hacia. Alguna vez que otra, soltaba un suspiro. Tenía un cúmulo de sensaciones aún dentro de mí. Pero al ver mi mano junto a la de Daniel y el anillo que decía que estabamos casados, algo me decía que una vida nueva estaba a punto de empezar para los dos.