viernes, 29 de abril de 2011

Cincuenta.

Llegué a casa con una gran sonrisa en la cara. Mis tíos se miraron extrañados al verme así de feliz. No dije nada, simplemente me metí en mi habitación. Era increible que todo se hubiera arreglado así de rápido, pero me daba igual. Volvía a estar con la persona que más quería.
El lunes, Daniel vino a por mí a casa, después del almuerzo. Tía Carolina abrió la puerta cuando él llamó. Se quedó boquiabierta al verlo y cuando le preguntó por mí:
-¡Voy!- dije saliendo de mi habitación al trote. Por poco no me tropiezo, al llegar al salón, con los zapatos de tacón.- Ya estoy lista. Tía, no me esperes para cenar, ¿vale?. Porque lo más seguro es que cene con Danny. Bueno, me voy. Hasta luego.
Le di un beso en la mejilla. Aún seguía atónita cuando cerré la puerta de casa.
-¿No le has dicho que hemos vuelto a tus tíos?- preguntó Daniel arrancando su coche.
-No, pero ahora no creo que lo dude- contesté sonriendo y mirandolo.
Aquella sombra de tristeza que tenía en su rostro, había desaparecido. Me alegré bastante por ello.
No tenía ni idea de donde íbamos a ir, pero lo supe con tan sólo verlo: me llevó a la cafetería donde me pidió por primera vez que fuera su novia.
No entendía por qué íbamos allí. Entramos en ella de la mano. La gente nos miraba. Ahora me daba igual que lo hicieran, mi felicidad podía con eso. Daniel pidió dos cafés y nos sentamos en una mesa. A los pocos minutos, llegó un camarero con los dos cafés.
-¿Qué has hecho durante estos años?- preguntó.
-Pues sacarme mi carrera en Bellas Artes, ahora trabajo como profesora de dibujo en un instituto. Suelo llevarme a mi hermano Lucas a todos sitios. ¿Y tú?- fue una pregunta tonta, pues sabía la respuesta.
-He hecho varias películas, dos obras de teatro, varios programas de televisión y de radio. Ya sabes, la vida de un actor famoso.
-Ese es tu trabajo.
Me parecía imposible que hubiesen pasado seis años. Ya me había arrepentido de haberme separado de Daniel tanto tiempo. Ahora, era hora de recuperarlo, si era posible.
Salimos de la cafetería y fuimos a dar una vuelta a un parque cercarno. La gente volvió a mirarnos. Me hacía gracia que antes todo esto me agobiara.
-Ahora vas a tener que lidiar con la prensa- dijo mientras andabamos por el parque.
-¿Por qué lo dices?. Sé que, ahora, les ha dado por ti, pero bueo, esta vez no me va ha afectar. De eso puedes estar seguro.- contesté con una sonrisa.
-Me alegro de este cambio. Hace tiempo, seguro que te hubieses muerto de la vergüenza- dijo cogiendome de la cintura. Yo no podía dejar de sonreir.
Se inclinó y me dio un beso. Luego, seguimos caminando. Me encantaba estar con Daniel. Estaba feliz de mi regreso a Londres.

Fuimos a cenar a casa de sus padres. No sabían como me iban a recibir Kate y David. Esperaba que no estuviesen enfadados conmigo.
Daniel abrió la puerta. Un delicioso olor me llegó y mi novio, me miró sonriendo. Entramos y él cerró la puerta.
Aún me tenía cogida de la mano cuando llegamos al salón. Sus padres estaban sentados en el sofá. Se levantaron en cuanto nos escucharon entrar.
-¡Mary, querida, cuanto tiempo sin verte!- exclamó Kate.
Me abrazó y me dio varios besos.
-Que alegría de tenerte otra vez aquí- dijo David.
-Gracias, yo también estoy muy contenta de volver a veros.- dije algo emocionada, pues no me esperaba aquel recibimiento.
-¿Cenamos o estamos toda la noche aquí charlando?- preguntó Daniel.
Su madre sonrió. Algo me decía que estaba contenta por ver a su hijo de nuevo feliz. Pero, la que estaba realmente feliz, era yo. Tenía la sensación de que algo bastante bueno iba a suceder pronto.

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