jueves, 30 de diciembre de 2010

Diez

-¿Qué Daniel Smith te ha besado?- preguntó Ana.
Mi amiga se las apañó para llamarme. Lo hizo justo después de leer el correo que le había mandado al levantarme. Recibí su llamada nada más terminar de almorzar.
-Si, fue un momento único, Ana- le contesté.
-¿Y no te ha pedido que seas su novia? Porque si no, ese chico es tonto.
-Claro que no lo ha hecho, Ana.
-Pero como te dijo que te quería...
-No tiene nada que ver... No me puedo creer lo que pasó ayer por la tarde, amiga.
-Ya veo, se nota tu entusiasmo- dijo Ana riéndose.
-No me lo puedo creer- repetí.
-Ya lo veo. Me alegro mucho por ti, amiga. Bueno, te voy a dejar, no quiero que mi madre me mate. Muchos besos, adiós.
-Vale. Besitos, adiós.- contesté y colgamos.
Me tiré en el sofá, feliz
El timbre de la puerta sonó y tía Carolina, que estaba en la cocina haciendo galletas con Sue, fue abrir. Tío Richard estaba trabajando en su despacho, arreglando algunos asuntos. Mi tía dio las gracias a alguien y cerró la puerta. Llegó al salón con un gran ramo de rosas rojas.
-Esto ha llegado para ti- me dijo. Me levanté del sofá y miré extrañada al ramo y a mi tía.
-¿Para mí? ¿Quién me ha podido mandar esto?- pregunté cogiendo el ramo.
-Pues tu enamorado, quien si no- contestó- Mira a ver si tiene una tarjeta.
Miré y, efectivamente, venía una tarjetas. Las rosas me las enviaba Daniel:
ESPERO QUE TE GUSTEN, AUNQUE
NO SON IGUAL DE BONITAS QUE
TÚ. TE ESPERO HOY EN LA PUERTA
DE TU CASA A LAS CUATRO.
BESOS D.S.
-¿Quién te las envía?- preguntó mi tía.
-Daniel. Dice que me espera en la puerta de casa a las cuatro- contesté, aún con la tarjeta en la mano.
-Pues como no te des prisa, no llegas- dijo tía Carolina y añadió- Son las tres y diez.
Miré el reloj y marcaba esa hora. Miré a mi tía y le dije, con tono desesperado.
-No sé que ponerme.
-Eso no es problema. Yo te dejo algo, gracias a Dios tenemos la misma talla- contestó sonriendo- Ve a ducharte mientras yo veo algo apropiado.
La abracé sin decir nada y salí corriendo hacía al baño. Me duché rápidamente y fui a mi habitación a ponerme la ropa interior.
Estaba terminando de hacerlo cuando mi tía llamó a la puerta. Pasó y vi que llevaba varias prendas en su brazo izquierdo.
-A ver cual te gusta más- dijo depositando la ropa en mi cama.
Me enseñó un vestido blando, pero lo descarté porque no me gustó mucho. Le siguió uno negro, pero era muy elegante. Y por último, uno fucsia, que me encantó sólo con verlo.
Tía Carolina me ayudó a ponérmelo. Me quedaba genial.
-Tía Carolina, es precioso.- le dije mientras me miraba al espejo.
-Lo sé, pero como me lo estropees, no te dejo nada más- bromeó subiéndome la cremallera del vestido.
-Muchas gracias, tía.- le agradecí. Ella sonrió.
Me dejó sóla para que terminase de vestirme. Combiné el vestido con unas bailarinas negras y un bolso del mismo color. Cogí del armario una cazadora vaquera y fui al tocador a peinarme. Me dejé el cabello suelto, sin ningún adorno y me eché un poco de perfume de mi tía, quien se había dejado el frasco el día anterior allí.
Miré mi reloj y vi que faltaban siete minutos para las cuatro. Daniel estaba a punto de llegar. Salí deprisa de mi habitación.
-Se nota que vas a salir con Danny- dijo tío Richard cuando llegué al salón. Por lo visto había dejado de trabajar.
-¿Voy muy arreglada?- pregunté nerviosa.
-No, estás perfecta- dijo mi tía, quien tenía a Sue dormida en sus brazos.
-Gracias- agradecí- Bueno... pues hasta luego.
-Pásate lo bien- me dijeron mis tíos mientras abría la puerta de la casa.
Cerré y miré, pero no vi el coche de Daniel. Miré de nuevo el reloj y sólo faltaban dos minutos para las cuatro, así que me puse a revisar mi bolso por si me faltaba algo: pañuelos de papel, monedero, móvil y las llaves de casa. No, no me faltaba nada.
Oí el sonido del claxon de un coche y vi que era el de Daniel. Estaba un poco nerviosa. Respiré hondo varias veces para tranquilizarme, mientras me dirigía al coche de mi amigo.
Abrí la puerta y entré en él. Me fijé como iba vestido Daniel: pantalones negros, una camisa azul y deportivas. Luego lo miré a él y me sonrió:
-Hoy te ves realmente guapa.
-Gracias, tú tampoco vas mal- contesté.
-¿Lista para una tarde genial?- me preguntó.
-Eso espero- dije y arrancó el coche.
No tenía ni idea de lo que podía estar tramando.

Nueve

Nos sentamos en el sofá. Estuvimos varios minutos sin hablar, pero como no quería ser descortés con él, le pregunté:
-¿Quieres tomar algo?
-No, gracias. No me apetece nada- suspiró y me preguntó:-¿Te debió doler bastante, verdad?
Sabía a lo que se refería. A mi ex novio.
-Un poco si, ¿por qué?
-Se te nota. No confías en los chicos. Temes que te hagan lo mismo otra vez.
-No me digas que eres adivino ahora.- bromeé.
-No es eso, pero ¿a qué llevo razón?- insistió.
-Si, la verdad es que si. Lo quería bastante. Sólo llevábamos unos nueve meses, pero aquello me dolió. Aunque eso ya es asunto olvidado.
-Es lo mejor que puedes hacer.
-Ya, ¿y a ti te dolió lo de Samantha?- No sé por qué, pero ahora me costaba menos preguntarle.
-No, me di cuenta de que era demasiado niña. Sólo tenía cabeza para ella misma.
No supe que contestarle. Me quedé callada, sólo mirándolo.
-¿Qué es lo que más te gusta de mí?- me preguntó, pillándome desprevenida.
-¿Por qué lo quieres saber?
-Curiosidad.
Respiré hondo y le contesté:
-Tus ojos y tu forma de ser.
Sonrió y levantó su mano derecha. La bajó al instante.
-Pues a mí me gusta de ti... también tu forma de ser, aunque tus ojos también son muy bonitos- contestó.
Volví a ponerme roja como un tomate.
Daniel volvió a levantar su mano derecha, se acercó un poco más a mí y la colocó en mi mejilla, que al contacto con su mano, se puso aún más roja.
-Me gusta cuando te pones así, te ves más bonita.
-Daniel, yo...- quise decirle lo que sentía por él, pero no podía.
-¿Sabes una cosa? Me he dado cuenta hace un par de semanas de algo, pero no me atrevo a decírtelo- dijo quitando su mano de mi mejilla.
-¿Qué...?
-¿Que qué quiero decirte?- preguntó. Yo asentí. Por primera vez, desde que lo conocí, me pareció tímido- Pues que me gustas, Mary, y mucho. No sé como ha podido pasar, pero me gustas.
No me lo podía creer.
Esto no.
¿Qué yo le gustaba a Daniel Smith?
Seguro que lo estaba soñando, así que, disimuladamente, me pellizqué en un brazo y noté un pequeño dolor.
Pues no, no estaba soñando.
Daniel se acercó un poco más a mí. Ya sólo nos separaban apenas veinte centímetros. Mi respiración empezó a entrecortarse y mi corazón a palpitar más fuerte.
-¿Por qué te has quedado tan callada?- preguntó en una sonrisa.
-Lo que acabas de decir... ¿es verdad?
-Por supuesto, ya te dije que la sinceridad es algo que valoro mucho.
Respiré hondo para coger valor. Tenía que decírselo. Era un buen momento.
-Tú a mí también me gustas. Y no lo digo en plan actor y fan, si no como persona. Desde que te vi por primera vez y descubrí como eras, me gustas aún más. Me gusta tu sonrisa, tus ojos, tu pelo... Cada vez que te veo el corazón se me quiere salir del pecho, cada mañana me falta el aire cuando te veo aparecer por el set de rodaje y decirte también que... que me he enamorado de ti- bajé la mirada al decir esto último.
Me levantó la cabeza con una de sus manos. Las sentía tan cálidas... Seguía sonriendo, aún más si podía.
-Y yo que no me atrevía a decirte eso mismo por miedo a que me rechazaras y mira por donde vas tú y me dices que estas enamorada de mí.
-¿Tú... tú también lo estas de mí?- me las apañé para preguntar.
-Demasiado. Es la primera vez que siento esto así por alguien. La verdad, es que sí, estoy enamorado de ti, Mary.
Se acercó un poco más. Sólo nos separaban menos de cinco centímetros. Sentía su respiración, podía olerlo a la perfección...
Cogió mi cara entre sus manos y acercó la suya lentamente. Sus labios rozaron los míos. Fue sólo un beso, algo que bastó para dejarme sin aliento.
-Necesito beber algo- dije separándome de él y levantándome del sofá.
Me dirigí a la cocina y me apoyé en la mesa para no caerme. Tuve que respirar hondo para tranquilizarme. Levanté mi mano derecha y me rocé los labios.
Daniel Smith me había besado.
Fui por el vaso y lo llené de agua. Me lo bebí y volví al salón.
Él estaba allí, sentado en el sofá mirándome.
-Perdona, yo no he tenido que hacer eso.
-No pasa nada- dije y sonreí.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, si claro. No esperaba esto solamente. Pero estoy bien.
Se levantó del sofá y se puso frente a mí.
-Creo que debería irme.
-¿Por qué? ¿No te puedes quedar un poco más? De verdad, estoy bien.
-Creo que ya te he ocasionado problemas. No quiero abusar más de tu hospitalidad. Por lo que hecho, me deberías de haber pegado una bofetada.
-No me ocasionas ningún problema, Daniel.
-Es mejor que me vaya, Mary- contestó.
Se dirigió hacia la puerta.
Suspiré y me mordí el labio inferior.
Antes de que el chico abriese la puerta, lo cogí por el brazo. Él se volvió. Me puse de puntillas y lo besé. Después me aleje de Daniel unos pasos, pero esta vez fue él quien me cogió de una mano y me acercó hasta él. Me pasó las manos por la cintura y mis brazos rodearon su cuello. Este beso fue más largo que los otros dos.
Cuando nos separamos, me dijo:
-Eres la chica más dulce que he conocido.
Sonreí como respuesta.
-Te quiero- susurró mientras me acariciaba los labios con uno de sus dedos.
-Yo también te quiero.
-Ahora si que tengo que irme. Te prometo que sabrás de mí en nada.
-Eso espero- dije sonriendo.
Me dio un beso rápido y abrió la puerta. Se despidió con un gesto y se encaminó hasta su coche. Antes de meterse en él, volvió a despedirse con un gesto de la mano. Entró dentro, arrancó y se fue.
Yo entré en casa, cerré la puerta y me dirigí a mi habitación. Me tiré encima de la cama con una sonrisa.
Suspiré.
-Esto si que es un sueño hecho realidad- susurré.
Estaba feliz.
Esto debía saberlo Ana, bueno mañana le mandaría un correo. No sé como iba a reaccionar mi amiga. Seguro que no se lo creería, porque no yo misma lo hacía.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Ocho

Daniel me miraba y yo a él. Me había quedado sorprendida con lo que me había dicho. No ganaba para sorpresas.
-Supongo que ya lo sabrás todo de mí ¿no?- preguntó.
-Más o menos. He leído casi todo lo que ha salido de ti.- confesé. Me di cuenta, en ese momento, que Daniel tenía una habilidad sorprendente para que yo confesara todo delante de él.
-Entonces, tengo que averiguar yo todo sobre ti, ¿verdad?- preguntó con una sonrisa.
Sonreí nerviosa.
Él se dio cuenta y por eso me dijo:
-Tranquila, que no te voy a preguntar nada malo, ni quiero que me cuentes nada que tú no quieras, ¿vale?
-Vale- susurré.
-Entonces, cuéntame ¿qué es lo que más te gusta hacer?
-Pues me gusta mucho leer, el cine, la música, jugar al voleibol, salir con mis amigas, mi mejor amiga se llama Ana. Mis colores favoritos son el rosa y el negro. Tengo un gato como animal de compañía, no tengo hermanos. Soy acuario, nací el dos de febrero.- le conté.
-Interesante. No quiero que pienses que soy un entrometido con lo que te voy a preguntar ahora, pero me gustaría saber si... - se quedó callado. Lamenté haberme terminado de beber el capuchino, algo me decía que iba a necesitar beber algo pronto.
-¿Qué quieres saber más?
-Me preguntaba si... si tú tenías pareja- dijo y miró para otro lado, como avergonzado.
-Ahora no, ¿por qué?- contesté y ese fue el momento en que lamenté haberme bebido el café.
-Suponía que con lo guapa que eres, tendrías novio.
No podía creerme que Daniel Smith me dijera que era guapa. Como otra costumbre más, me volví a sonrojar.
-Llevo unos seis meses sin novio. Lo dejé porque se fue con otra - volví a confesar.
-Vaya, lo siento. Mi última novia fue Samantha, como sabrás. Creo que han sido los dos meses más largos de mi vida, ya te expliqué el por qué. Y creo que jamas volvería con ella, bueno creo no, lo aseguro.
Sonreí levemente.
-Pero bueno, es mejor olvidadlo... dime ¿cómo te gustan los chicos?
-¿Eh?...¡Ah! que tengan el pelo castaño, ojos claros, un poco más altos que yo, sinceros y simpáticos- sin darme cuenta lo había descrito a él. Me dio vergüenza hacerlo, pero le pregunté: -¿y a ti las chicas?
-Pues de pelo moreno, la estatura me da igual, pero si son algo más bajas que yo, mejor. Simpáticas, que no sean arrogantes ni muy presumidas ni prepotentes, y por supuesto, sinceras. Eso es algo que valoro mucho.
-Llevas razón.- contesté.
-Supongo también que habrás visto todas mis películas ¿no?
-Si, todas- dije mirando para otro lado.
-Se puede decir que eres una buena fan- dijo y sentí como me ponía más colorada aún. Se dio cuenta- ¡Ey! no te pongas así.
Asentí.
Suspiré y lo miré.
-¿Por qué te pones tan colorada?
-Nunca pensé que te conocería y menos aún que llegara a conseguir un papel en una película contigo. Esto que me está pasando es como un sueño.
-Normal, esto no es algo que pase todos los días.
-Hasta podría pensar que esto estaba programado por mis tíos y por mis padres.
-No creo. Nadie sabía que Samantha iba hacer lo que ha sucedido. Pero me alegro de lo que ha hecho porque así te he podido conocer. Me gusta como me tratas. Las chicas que conozco, me tratan bien por quien soy y por mi fama, no como el chico normal que soy.
-Ya te lo dije ayer, eres un chico normal. Que más da que seas rico, famoso y que hayas trabajado en bastantes películas, para mí lo que cuenta es tu forma de ser y no lo famoso que seas. Y te estoy siendo sincera con lo que te he dicho.- dije.
-Gracias, por esa razón eres tan especial para mí.- me contestó agarrando mi mano izquierda, que estaba al lado de mi taza.
El nuevo contacto de su piel con la mía, hizo que un hormigueo se apoderara de mi brazo hasta llegar al estomago donde se instaló. Miré mi mano entre la suya y luego lo miré a él. Estaba sonriendo.
-Yo... Daniel, yo...- empecé a hablar, pero no me atrevía a decir nada. Retiré mi mano y me levanté:- Debo irme... tengo que volver a casa.
-¿He dicho o hecho algo que te haya molestado?- me preguntó mientras se levantaba él también y yo pasaba por su lado.
Había estado a punto de confesarle que me gustaba, que el corazón se me salía del pecho cada vez que lo veía, que me faltaba el aire cuando lo veía aparecer cada mañana por el set de rodaje y que ... me estaba enamorando de él.
Abrí la puerta de la cafetería y descubrí que estaba lloviendo, pero aún así, me dirigí hacía el coche. Daniel lo abrió rápidamente y entramos en él. Cuando se sentó, me volvió a preguntar:
-¿He dicho o hecho algo que te haya molestado?
-No, claro que no. Sólo soy yo...
-Dime, ¿qué te pasa?- preguntó arrancando el coche.
-Nada, no es nada.- contesté en un susurro.
-Puedes confiar en mí, somos amigos, Mary- dijo en una sonrisa.
-Ya lo sé. Perdona por mi reacción, no sé lo que me ha pasado. Has empezado a decir que soy especial y me he puesto así. Perdona.
-No te tengo que perdonar nada, al revés. Eres tú la que me tiene que perdonar a mí por haberte preguntado tanto.
Lo miré. Llevaba poco más de un mes conociéndolo y estaba feliz por ello, pero jamas me hubiera imaginado que esto pasase. Una situación así no me la esperaba.
-Yo tampoco tengo que perdonarte nada, Daniel.
Y no volvimos a hablar hasta que llegamos a mi calle. No pude dejar de mirar por la ventanilla durante el trayecto. De vez en cuando, notaba como Daniel me miraba. Justo en el momento que aparcó delante de la puerta de casa, mi móvil sonó. Era tía Carolina.
-¿Ha pasado algo, tía?- pregunté nada más coger la llamada.
-No, hija, no te angustie. Sólo te llamaba para que supieras que tu tío, tu prima y yo hemos salido a cenar a casa de unos amigos. No sé a que hora llegaremos. Ha sido así, de repente.
-¡Ah!, vale, de acuerdo. Que disfrutéis.
-Gracias, tú también. Hasta luego, Mary.
-Adiós- dije y colgué. Miré a Daniel y le dije:- Mis tíos han salido a cenar fuera de casa.
-Vaya.
-Pues yo me bajo ya, si no te importa. Me ha gustado mucho quedar contigo, eres un chico genial.- dije e intenté sonreír.
-Lo mismo digo- respondió él y abrí la puerta del coche. Por fin había dejado de llover.
Como no sabía cuando volvería a verlo con exactitud, le dije:
-Hasta pronto.
-Hasta pronto y que te sea leve el rodaje.- dijo en tono bromista.
Le sonreí como respuesta, ya que sabía que no había rodaje durante su ausencia. Cerré la puerta y me fui camino a casa. No di ni dos pasos, cuando me volví sobre ellos. Toqué la ventanilla y Daniel la bajó:
-¿Quieres entrar?- le pregunté. Era lo mínimo que podía hacer después de como me había comportado en la cafetería.
-¿A tu casa? Si quieres... pero que conste que no quiero abusar- dijo saliendo del coche.
-No estas abusando- le contesté y ambos nos dirigimos a casa.
Abrí la puerta y entramos.
Yo seguía sin comprender mi actitud en la cafetería.

martes, 28 de diciembre de 2010

Siete

Cuando me desperté, bajé a desayunar y sólo encontré a tía Carolina y Sue en la cocina. Me extrañó mucho no ver allí a mi tío.
-Buenos días- dije al llegar.
-Buenos días. ¿Cómo estas? ¿Me quieres contar algo?- tan temprano y ya haciendo preguntas. Sólo eran las ocho y media de la mañana.
-Estoy bien, gracias. ¿A qué te refieres con que si te tengo que contar algo?- le pregunté metiendo un vaso con leche en el microondas.
-Ya sabemos que anoche te trajo a casa Daniel Smith, así que no te hagas la tonta- contestó mi tía echando en un tazón un poco de cereales para mí.
Saqué la leche del microondas y la vertí encima de los cereales.
-Si, me trajo, pero no pasó nada, si te refieres a esas cosas. Daniel no es de esos.
-¿Nada de nada? Conozco a Danny desde que tenía nueve años, sé como es.
-¿Cómo es que conoces a Daniel desde hace tanto tiempo y no me has dicho nada?
-Bueno, Mary, no te pongas así. Nunca pensé que te gustaba tanto. Entonces, ¿qué? ¿No pasó nada?- preguntó de nuevo.
No me podía creer que mi tía nunca me dijese que conocía a Daniel, pero no podía enfadarme con ella, ya que gracia a mis tíos, lo había conocido y había conseguido el papel en la película.
-Me preguntó que si podíamos quedar esta tarde- le confesé.
-¿Y qué le respondiste? Espero que si, porque si no es para matarte.
-Si, le dije que si. Ya que voy a estar unos días sin verlo, es lógico que le dijera que si.- bromeé con lo último.
Aunque era verdad, en cierta parte. No verlo durante una semana iba ser algo raro. Ya me había acostumbrado a verlo casi todos los días, salvo los domingos.
-Entonces, te tendrás que poner guapa y todo eso ¿no?- cotilleó mi tía.
-La verdad es que no sé que ponerme porque no sé a donde iremos.
-Puedes ponerte un pantalón vaquero con una de esas camisas que tienes tan bonitas.
Miré a mi tía sorprendida. Me gustó su elección. Iría cómoda e informal, pero con un toque elegante. Esa era la idea de moda que tenía tía Carolina para los días de diario.
Sonreí.
-Me gusta, ¿y a ti, Sue?
-La prima es guapa- contestó Sue y le di un beso.
-¿A qué hora habéis quedado?- me preguntó mientras poníamos los vasos y las tazas del desayuno en el lavavajillas.
-A las cinco.
-Estupendo, ya sabes que puedes volver a la hora que quieras.
-Gracias, tía.- Me di cuenta que tía Carolina era mejor en los horarios que mi madre, aunque si digo la verdad, era la primera vez que salía por Londres desde que llegué.
-No te acostumbres, ¿eh?- bromeó y me dio un abrazo.
Fui a mi cuarto para recogerlo, pero como tenía poco que recoger, puesto que era muy ordenada, terminé en poco tiempo. Cuando lo hize, me puse a ver que camisa me iba a poner. Elegí unos vaqueros nuevos que me había comprado mi tía al día siguiente de mi llegada a Londres, pero elegir la camisa me iba a ser un poco más complicado, ya que no sabía si elegir una azul o una gris.
Como no me decidía, llamé a mi tía. Llegó a mi habitación de inmediato y en cuanto vio las camisas encima de la cama, me dijo:
-La azul de media manga, es más bonita y encima te favorece, con la gris aparentas ser mayor. ¿Has elegido los zapatos?
Negué con la cabeza y me dirigí hacía el armario. Lo abrí y señalé los zapatos que tenía.
-Ponte esas bailarinas blancas.
-¡Ay, tía! No sé lo que haría si tú no estuvieras aquí- dije sacando las bailarinas del armario.
-Pues seguro que irías echa un desastre- contestó y ambas nos reímos- ¿Me ayudas hacer el almuerzo?
-Por supuesto.
Nos dirigimos a la cocina y preparamos la comida. Tío Richard llegó mientras la hacíamos. Por lo visto, había estado viendo un lugar para el rodaje de otra película.

Después del almuerzo, fui a ducharme. Me vestí en mi habitación. Estaba abrochándome la camisa, cuando tía Carolina llamó a la puerta. Sonrió al verme.
-Estas muy bonita, Mary. ¿Cómo te vas a peinar?
-Pensaba en dejarme el pelo suelto.
-¿Por qué no te pones algo? Yo te traía estas pinzas- dijo y extendió su mano izquierda donde tenía dos pinzas con unas pequeñas florecillas en azul.
-Son preciosas -dije al verlas.
-¿Puedo ponértelas?- preguntó.
Asentí y tía Carolina me puso una a cada lado de la cabeza, dejándome el flequillo suelto. Luego sacó un pequeño frasco de perfume de uno de los bolsillos de su pantalón y me echó un poco. Olía a jazmín.
-Lista. Estás muy guapa. Mírate. -dijo girándome y poniéndome delante del espejo que había en el tocador de mi habitación.
Por segunda vez en mi vida, la primera fue cuando hice la comunión, me vi bonita. Esbocé una sonrisa.
Iba bastante sencilla. Sólo llevaba unos pendientes de perla, que siempre usaba, la pulsera que me regaló Ana y mi reloj.
Volví al salón junto a mi tía a esperar que fueran las cinco. El reloj del salón sólo marcaban las cuatro menos diez. Allí estaban mi tío y mi prima viendo una película de dibujos animados. Sue estaba sentada al lado de su padre y veía la televisión absorta. Al escucharnos, tío Richard se volvió en el sofá. Se soprendió al verme vestida así:
-¡Pero que guapa! Que yo sepa, hoy no hay ningún acto de promoción de la película.
-Ha quedado con Danny- dijo mi tía.
-Ya veo. Pues pórtese bien, señorita, si no quiere que se lo diga a sus padres- bromeó mi tío.
-Tranquilo que no te voy a matar a tu estrella.
-Schhh, que quiero ver la película- dijo Sue. Parecía enfadada.
Mis tíos y yo reímos, pero nos mantuvimos callados el resto de la película.

Yo no paraba de mirar el reloj. Los minutos pasaban muy lentos. Estaba nerviosa. Sentía como me temblaban las piernas, incluso estando sentada.
Cuando llegaron las cinco menos cuarto, empecé a agudizar el oído por si escuchaba el ruido de un coche, pero nada. Así que fui a la cocina a prepararme una infusión de tila a ver si me calmaba un poco, y parece que funcionó.
Dos minutos antes de que el reloj marcase las cinco en punto, el timbre sonó. Tía Carolina fue a abrir. Yo, aún en la cocina, respiré hondo para que Daniel no me encontrase nerviosa.
-¡Hola, Danny, cuanto tiempo!
-Hola, Carol. Es un placer verte. ¿Está Mary?
-Si, pasa, ahora la aviso- escuché decirle mientras cerraba la puerta. Sus pasos se dirigieron a la cocina- Daniel ha llegado.
-Voy- contesté y salí detrás de ella.
Daniel estaba en la puerta del salón, esperándome. Llevaba unos vaqueros, camiseta negra de manga corta y con cuello en forma de pico. Sonrió al verme.
-¿Nos vamos?- preguntó.
-Vale. Tía, me voy. ¡ Adiós, Sue, adiós, tío!
-Pásate lo bien. Cuídala, Dan, que como vuelva mal, te enteras.
-Tranquilo, que la cuido. Hasta pronto, Carol- dijo Daniel, abriendo la puerta.
-Adiós. Disfruta, Mary.- nos despidió mi tía desde la puerta de casa.
-Gracias, hasta luego- dije y me encaminé hacía el coche de mi compañero. Me subí a él y Daniel hizo lo mismo.
-Vas muy bonita. Ese color te sienta muy bien. Supongo que lo sabrás, pero el azul es mi color favorito.
Ahora entendí por qué mi tía insistió en que me pusiera la camisa azul.
-Gracias. Si, lo sé, pero ha sido mi tía quien me ha dicho que me pusiera esta camisa.
-Carol debería de dedicarse al mundo de la moda- dijo y nos reímos.
Condujo hasta un parque, que estaba solitario o eso veía yo. Nos bajamos del coche y lo seguí hasta el parque, pero enseguida me di cuenta que no se dirigía allí, si no a una cafetería que había cerca. Entramos allí y me preguntó que si me gustaba el capuchino. Le contesté que sí y pidió dos. Mientras él esperaba a que se lo pusieran, yo fui a buscar mesa. Encontré una pegada a la pared y me senté allí. Daniel tardó por en llegar con los cafés.
-Buen sitio.
-¿No te gusta? Es que a mí nunca me ha gustado estar al lado de las ventanas- me excusé.
-A mí tampoco. Hay mucho cotilla suelto- contestó.
Sonreí y le di un sorbo a mi capuchino. Sentía curiosidad por qué Daniel me había traído aquí, mientras le observaba.
-Te preguntarás por qué te he traído aquí ¿verdad?- me preguntó. Pareció que me había leído el pensamiento.
-Si, siento curiosidad- confesé.
-Quiero conocerte un poco mejor y que descubras como soy realmente- contestó mientras yo bebía de mi taza.
Lo miré por encima de esta. No podía creerme, como ya era una costumbre desde que llegué a Londres, que Daniel quisiera conocerme un poco más.
Me quedé allí, mirándolo fijamente y sorprendida, con la taza en la mano.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Seis

Los días pasaron y agosto llegó. Con él el llegó el vigésimo primer cumpleaños de Daniel. Era el primer viernes de ese mes, así que, cuando terminamos ese día de rodar, algunos compañeros de rodaje lo sorprendieron con una tarta. Él reía ante la sorpresa de nuestros compañeros. Le cantamos el cumpleaños feliz y Charlie le dio su regalo, diciendo que era de parte de todos. La verdad es que ninguno sabía lo que iba hacer, ni cual era su regalo.
-Bueno Daniel, espero que disfrutes de tu día de cumpleaños, porque mañana no tenemos rodaje, ni la semana que viene tampoco. Ese es tu regalo- dijo en una sonrisa.
-Muchas gracias, me encanta.- dijo Daniel en una sonrisa y me miró.
Yo, como de costumbre, aparté la mirada.
Mientras me comía mi trozo de tarta, busqué con la mirada a mi tío, pero no lo ví. Pensé que estaría en su despacho, así que solté el plato encima de la mesa y me dirigí allí. Estaba cansada y quería irme para casa.
No había dado ni cuatro pasos, cuando alguien me cogío del brazo. Me volví y vi que era Daniel.
-¿A dónde vas?- me preguntó soltándome.
-Voy a buscar a mi tío. Estoy cansada y quiero irme para mi casa.
-Pues entonces te llevo yo, porque Richard se ha ido ya. Me dijo que te llevara, porque le pedí que te dejara aquí un poco más.
Lo miré extrañada.
-¿Por qué le pediste eso?
-Porque quería despedirme de ti.
-¿Despedirme de mi? No te entiendo, Daniel.
-Vamonos y te explico. Tranquila, no te voy hacer nada.
-Ya lo sé- dije.
Nos despedimos de los demás y nos fuimos. Me monté en su coche algo cohibida y muerta de vergüenza. No me atrevía a hablar. Fue él el que lo hizo.
-¿Por qué estas tan callada?- preguntó mientras saliamos del aparcamiento.
-Estoy cansada, ya te lo dije.
-Bueno, si es eso...
Suspiré y Daniel me miró.
-Pensarás que soy un atrevido por haberle dicho a tu tío que te dejara un poco más en el estudio y que yo te llevara a casa.
-No, sólo me ha sorprendido un poco. ¿Qué era lo que me tenías que decir? Era algo como que tenías que despedirte de mí ¿Acaso es que te vas de la pelicula?- me temí que fuera eso.
Él rió un poco antes de hablar. Casi habíamos llegado a casa. Fue al llegar a la puerta de esta cuando lo hizo:
-Bueno... no sé si lo sabrás, pero la semana que viene se estrena la última película que hize antes que esta.
-Si, lo sé, algo he oido- contesté. No quería ser grosera, pero le pregunté:- ¿Qué tiene que ver eso conmigo?
-Quería que lo supieras. Me caes muy bien y te siento como una amiga. No sé si tú sientes lo mismo hacía a mí. Eres una chica muy simpática y agradable.
No podía creerme que Daniel Smith me dijera que me sentía como una amiga.
-Gra... gracias. Sí, para mí también eres como un amigo- susurré y lo miré.
Sonreía y noté como me sonrojaba. Agradecí que apenas hubiera luz en la calle, porque me moriría si Daniel me veía así.
-A ti si que te tengo que dar las gracias. Ahora si que te voy aparecer descarado, pero... ¿quedarías conmigo mañana?- noté una nota de timidez en su voz.
Respiré hondo.
Lo que siempre había soñado, quedar con Daniel Smith, se estaba haciendo realidad.
-¿Qué me dices? Seguro que no querrás...
-Si, por supuesto- contesté y le sonreí- ¿Por qué no iba a querer?
-No sé, soy famoso y la mayoría de la gente quiere quedar conmigo por mi fama, no como el chico que soy.
-Daniel, yo te veo como un chico normal de ventiún años, no como un actor famoso. Y sí, voy a quedar contigo como amigos que somos- le contesté.
-Gracias, eres francamente especial, Mary.
Sonreí y se me escapó una risita. Puse, sin darme cuenta, la mano en la palanca de cambio. Daniel me miró extrañado.
-¿Por qué te ries?
-Sólo me ha hecho gracia lo que has dicho sobre que soy especial- contesté y mirándole le dije:- Yo no soy especial.
-Para mí si- dijo muy convencido, poniendo su mano sobre la mía.
Una corriente eléctrica se extendió por mi brazo, cuando nuestras pieles se rozaron.
-Tengo que entrar en casa. Se está haciendo tarde. Mañana nos vemos- dije retirando mi mano de debajo de la suya.
-Como quieras, ¿te parece bien que te recoja a las cinco?
-Si, por supuesto. Hasta mañana- contesté abriendo la puerta del coche.
Lo oí suspirar antes de que se despidiese.
-Hasta mañana.
Salí del coche y lo miré por última vez. Hizo un gesto de despedida y arrancó el coche. Se fue y yo entré en casa.
-¡Ya estoy aquí!- saludé.
-¿Qué tal?- preguntó tío Richard.
-Muy bien. Tía Carolina, no voy ha cenar. He tenido bastante con la tarta. Me voy a duchar y luego me conectaré un rato a internet- dije dirigiendome a mi habitación.
Solté la cazadora allí, cogí el pijama y me fui derecha al baño, con una sonrisa dibujada en el rostro. Dentro de la ducha, empecé a reirme sola. No me creía que había quedado con Daniel. Sin darme cuenta, me puse a cantar una de las canciones que yo debía de interpretar en la película.
Cuando salí del baño, treinta minutos después, me dirigí a mi cuarto. Encendí mi ordenador portatil y me metí en la cama. Abrí el chat, por si veía a Ana, pero no estaba. Miré el reloj y vi que eran las once de la noche, es decir, sobre las doce en España y ella estaría dando una vuelta con nuestra pandilla. Bueno, le dejaría un correo electrónico. Cerré el chat y abrí el correo. Tenía muchos correos basuras, así que, cuando los borré, empecé a escribirle a mi amiga:
Hola, ¿qué tal? yo muy bien. Ana, no te puedes creer lo que me ha pasado hoy
después de terminar de rodar. El director nos ha dado más de una semana libre, porque
Daniel tiene que estrenar una película. Pero lo mejor viene ahora, después de la fiesta
que le han organizado nuestros compañeros por su cumpleaños, me ha traido a casa.
Cuando llegamos, me pidió que si podíamos quedar mañana. Y claro, yo no me he podido
negar. Tú sabes lo que me gusta. Mañana te envio otro correo diciendote como ha ido, por decirlo
de alguna manera, la cita. ¡No me lo puedo creer!
Muchos besitos amiga, te quiero. Mari.

Le di a enviar. Ya no tenía nada más que hacer por internet, así que apagué el ordenador y me fui a dormir.
Quede dormida al instante.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cinco

Habían pasado ya dos días desde que empecé a rodar. Era sábado, así que sólo rodaríamos hasta la hora del almuerzo.
Estaba rodando una escena donde yo le tenía que comunicar a mis padres que quería seguir los pasos de mi hermano en el mundo de la música, cuando de repente y sin motivo aparente, Charlie cortó el rodaje. Miré a Daniel, gracias a Dios ya no me ponía colorada ni a tartamudear como el primer día delante de él, como buscando una respuesta. Se encogió de hombros.
-¿Qué pasa?- preguntó Marylin, la mujer que interpretaba a mi madre en la ficción.
-No sé- respondí.
De pronto, se empezó a escuchar unas voces. Miré al director y a sus ayudantes, que estaban mirando para el sitio de donde procedían las voces. Por la puerta del set de rodaje, apareció la figura de una chica. Daniel se movió de su sitio y se puso a mi lado. Lo miré y luego volví a mirar a la chica que daba gritos. La reconocí de inmediato. Era Samantha Rose.
-¿Dónde está la chica que me ha quitado el puesto? ¿Dónde?-gritaba.
Parecía furiosa.
Detrás de ella, apareció un hombre que intentaba pararla. Vi a mi tío y a Charlie dirigirse una mirada. Parecían preocupados. Samantha seguía gritando.
-No me puedo creer que una niña que nunca a actuado me haya quitado el puesto, pero ¿quién se cree? ¡Yo llevo años actuando!
-¿Quieres tranquilizarte, Samantha? Aquí nadie te ha quitado el puesto, tú ha sido quien no lo ha querido si no era por más dinero.- dijo Charlie.
-No me voy a tranquilizar- giró la cabeza y su mirada se dirigió donde estabamos Daniel y yo- ¿Es esa, verdad? Si, tiene que ser esa.
Empezó a dirigirse a donde estabamos. Charlie intentó retenerla, pero Samantha se escapó antes de que la cogiera. Daniel se puso delante de mí en un ademán de protegerme.
-¿Tú eres la que me ha quitado el papel, verdad? ¿Tú eres la niña de un pueblo perdido de España que ha venido hasta aquí para robarme el sitio en esta película? Pero mirate, eres poca cosa.
-Déjala, Sam. Tú has sido quien no ha querido el papel. Ella no te ha quitado nada.
-Si, ahora defiendela, Dan, no es justo.
-La defiendo porque ella no tiene la culpa. Mary es tan buena actriz como tú o incluso mejor.
-¡No me lo puedo creer! ¿Qué una principiante es mejor que yo? ¡Ja!
Detrás de Daniel, empecé a temblar. Sentía miedo por como se estaba poniendo Samantha.
-Samantha, deja tus aires de superioridad. Haznos un favor y vete. Ya tendrás otros papeles.- dijo Daniel, empujandola levemente.
La chica me dirigió una mirada furiosa y dijo:
-Te vas a enterar. Me da igual que seas mayor que yo y que tus tíos sean Carol Sanz y Richard Black. A mí nadie me quita un papel.
-Vete ya- esta vez fue Marylin quien habló. Puso sus manos sobres mis hombros. Si no lo hubiera hecho, seguro que me habría caido.
-Venga, Sam, vámonos- el hombre que venía detrás de ella, llegó y empezó a tirarle del brazo.
Tuvo que venir Charlie para que Samantha se fuera. Cuando lo hizo, Marylin me aconsejó que me sentara en uno de los sofás que estaban en el decorado. Mi tío y Charlie se acercaron a mí:
-¿Estás bien, Mary?- me preguntó tío Richard.
-Si, si, estoy bien. Sólo un poco confundida por lo que ha pasado- contesté.
-Vamos a parar una hora ¿vale? Así te recuperas un poco. Tienes mala cara, tómate algo- me aconsejó Charlie poniendome una mano sobre mi hombro izquierdo.
Asentí. Mi tío se apartó un poco junto al director de la película, mientras Marylin me traía un vaso con agua. Empezaron a hablar:
-Debemos de hacer algo, Charlie. Esta chica es capaz de montar un lío y la más perjudicada va a ser mi sobrina. Samantha tiene un manager bastante fastidioso.
-Si, Mary es una chica muy buena y se le nota. Tendremos que reforzar la seguridad durante el rodaje.
-Vamos a mi despacho a ver lo que podemos hacer.
-De acuerdo- Charlie se volvió hacia todos y dijo- Vamos a descansar durante una hora.
Mi tío me sonrió y salió del set junto a Charlie. Yo me levanté del sofá. Tenía que salir de allí para despejarme un poco. Seguía confundida con lo que había sucedido.
-¿A dónde vas?- me preguntó Marylin.
-Ahora vengo. Tengo que... ir al baño- mentí, no sé por qué lo hice, pero necesitaba salir de allí.
Cuando lo hize, me dirigí hacía el exterior del estudio. Me senté en las escaleras que conducían a un set de rodaje en el exterior. No pude reprimir las lágrimas. Me sentía rara. No pude defenderme de Samantha.
Escondí la cara entre mis manos, mientras lloraba con todas mis ganas. Era idiota, siempre me acobardaba cuando alguien me gritaba. Sentí como alguien se sentaba a mi lado. Deseé que no fuera Daniel, pero no fue así:
-¡Ey! No te preocupes, no pasa nada. Samantha dice mucho pero luego no hace nada- me consoló- Así que no llores, hermanita.
Me levanté rápidamente. No quería que me viera llorando. Me limpié las lágrimas con la mano.
-He sido una idiota por no defenderme yo sola-dije mirando al suelo.
-No pasa nada- repitió- Es normal. A mí al principio también me pasaba esto. Samantha tiene un carácter fuerte, pero no hace nada, te lo aseguro.
-Parece que la conoces bien- dije y por primera vez, desde que llegó hacia menos de cinco minutos, le miré a la cara.
-Si, para mi desgracia he estado un par de meses saliendo con ella. Es la chica más prepotente y egoísta del mundo. Habla mucho y luego no hace nada- contó. Se puso un poco triste.- Pero bueno, así es la vida. Así que ya sabes, que no se te suba la fama a la cabeza- añadió sonriendo.
Suspiré.
Daniel se levantó y volvió a hablar.
-No me gustan las chicas arrogantes y prepotentes. Las prefiero sencillas, divertidas y naturales.- Lo miraba como una tonta. Cuando me di cuenta, aparté la mirada.
-Pues eso no es lo que he oído de de ella.
-Normal, de las estrellas de Hollywood sólo hablan maravillas- dijo riendo- Pero bueno, dejemos de hablar de ella. He venido por qué vi como saliste del set y me preguntaba como estabas.
-Un poco mejor, gracias por preocuparte.
-No es nada. Si no me preocupo yo de mi hermana, entonces ¿quién lo va hacer?- dijo y consiguió arrancarme una sonrisa- ¿Ves? Así te ves mejor.
Consiguió ponerme colorada.
-Si te doy un abrazo ¿te sentiras mejor del todo?- dijo con gesto inocente.
Aquel gesto me encantaba. Sonreí como respuesta.
Daniel se acercó y me abrazó. Sentí mariposas por el estómago. Los pocos segundos que estube abrazada a él me sirvieron para estar mejor.
-¿A qué estás mejor?- preguntó.
-Si- sonreí.
-Pues entonces, volvamos dentro. No es por nada, pero es que me muero del hambre y seguro que no querras que mañana salga en los periódicos que estoy en un hospital ¿verdad?- bromeó.
-No, por supuesto que no- dije y no pude reprimir las ganas de reirme.
Él me miró extrañado.:
-¿De que te ríes?
-Eres muy simpático y divertido. Eso no lo sabía de ti- confesé aún riendo.
-¡Ajá! Así que has leído todo lo que ha salido de mí en la prensa.- me preguntó en tono misterioso mientras nos dirigíamos a la cafetería.
-Bueno... sí. Me gusta tu trabajo.- volví a confesar y a ponerme roja.
-Entonces te habrás dado cuenta de que soy más feo al natural que en las fotos- dijo sonriendo.
-No creo- fue mi única respuesta llegando a la cafetería.
Allí estaba ya mi tío, que al verme se acercó.
-¿Cómo estas?
-Mejor.
-Hemos tenido terapia- comentó Daniel.
Mi tío Richard lo miró como si no entendiera nada. Daniel se lo explicó.
-He criticado a Samantha y Mary se ha reído ante mis tonterías.
-¡Ah! ya veo. Has descubierto el lado payaso del actor inglés Daniel Smith- dijo mi tío en una sonrisa y dándole unas palmaditas en la espalda.
-La verdad es que es muy simpático- dije.
-Ven, Mary, tómate un café para que estés mejor y así te alejo de esta mala influencia.
-Si, Mary, aléjate de mí, porque suelo dejar mi locura por ahí suelta- contestó riendo Daniel.
Me reí de nuevo. Creo que Daniel me estaba gustando más de lo que pensaba.

Después de tomarme el café con tío Richard, fui al baño. Me miré en el espejo antes de salir de allí. Inspiré hondo y olí el perfume de Daniel que se había impregnado en mi ropa cuando me abrazó. Sonreí y salí del baño.
Me dirigí de nuevo al set de rodaje y vi que ya estaban allí todos. No vi a mi tío por ningún lado. Charlie se acercó a mí y me preguntó:
-¿Cómo estás? Te veo mejor cara- asentí y volvió a preguntar- ¿Lista para volver a rodar?
-Si, claro.
Volví a mi sitio y los demás también. El director ordenó que empezáramos a rodar.

Cuando terminamos de rodar por ese día, mi tío me acercó a casa. Estaba molida. Pensaba en almorzar, ducharme y descansar lo que quedaba de fin de semana.
El domingo a eso de las tres, una hora más en España, llamé a casa:
-Hola, mamá.
-Hola, Mari ¿Qué tal estás cariño?
-Muy bien ¿y vosotros?
-Bien, también. Tu padre esta durmiendo, pero cuéntame ¿qué tal el rodaje?
-Estupendamente, me encanta trabajar con Daniel- dije emocionada.
-¿Con Daniel?- preguntó mi madre extrañada.
-Si, con Daniel Smith. ¡Oh, mamá! Es tan simpático, tan divertido, tan bueno...
Tía Carolina reía mientras jugaba con Sue.
-Tu hija me tiene un charco de babas en el salón- dijo levantando la voz.
Las tres nos reímos.
-O sea, que ese chico te gusta de verdad ¿no, hija?- me preguntó mamá.
-Creo que si.- confesé.
-Bueno, yo me alegro. Pero ten cuidado con todo- me aconsejó mamá.
-Si, tranquila. Te voy a ir dejando, mamá. Quiero llamar a Ana.
-De acuerdo. Te quiero mucho, hija.
-Yo también. Besos.
-Besos- dijo mamá y colgué.
Marqué el número de mi amiga, pero fue en vano, ya que no estaba en casa. Colgué de nuevo y me senté junto a mi tía y a mi prima.
-Así que te gusta Daniel Smith ¿no?
-Un poco, si- contesté.
-Normal, lo sigues desde que empezó. Y como es tan guapo, tiene unos impresionantes ojos azules...
-¡Tía!- exclamé escandalizada.
-¿Qué? Es verdad, si te gusta, te gusta.
Me tuve que reír. A veces, tía Carolina aparentaba veinte años y no treinta y cinco. Pero llevaba razón: Daniel me gustaba ya demasiado. Y no solamente como actor, sino como el chico normal y corriente que era. Durante estos días de rodaje, siempre se portó muy bien conmigo, me ayudaba en todo. Aunque debía de reconocer que me dejó bastante sorprendida su actuación ayer ante lo sucedido.

Durante la cena, tío Richard alagó mi trabajo. Dijo que Charlie y el resto de productores estaban muy contentos con él, que les parecía increíble que alguien que jamas había actuado lo hiciera así de bien. Tía Carolina bromeó diciendo que era cosa de genética.
Todos nos reímos. A lo mejor mi tía tenía razón. Quizá lo llevara en lo genes.
Tío Richard me dijo que otro productor de esta película quería contar conmigo para otra película.
No me lo podía creer, esto si que parecía un sueño.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cuatro

Esa noche dormí de puro milagro. Durante la cena seguía con la cabeza en mi mundo, aún sin creerme lo sucedido.
Tío Richard me entregó el guión para que le hechase un vistazo y me aprendiera parte de él. Me dijo que, aunque el rodaje empezaba al día siguiente, yo no empezaría a rodar hasta el jueves. El miércoles, es decir, mañana, sólo tendría que ir a que me presentaran a mis compañeros de rodaje y me familiarizara con todo aquello. También me contó de que iba la película: era la historia de dos hermanos que querían ser cantantes y tenían que luchar por conseguir su sueño. Sólo escuché una parte del argumento, ni siquiera escuché el nombre del otro protagonista.
Cuando me fui a la cama, antes de dormir, eché un vistazo al guión. Ya entendí el por qué yo no grababa al día siguiente. Había una pequeña parte donde los protagonistas eran pequeños, es decir, sucedía en el pasado.
Según el guión, yo iba a interpretar a Irma, una chica de dieciséis años apasionada de la música. Y mi hermano en la ficción se llamaría Michael.
Lo dejé sobre mi escritorio, me conecté un momento para escribirle un correo a Ana y me fui a dormir. Seguro que mañana iba a ser un día muy movido.
Me pareció, al levantarme, que mientras dormía, asimilé lo que me había pasado. Me levanté de la cama y fui al baño al ducharme antes de desayunar. Volví a mi habitación después de la duchar, me vestí y fui a desayunar. En la cocina sólo estaba tío Richard.
-Buenos días, ¿qué tal has dormido?
-Bien, ¿y tía Carolina?
-Con tu prima. Sue se a despertado con pesadillas.
-Pobre- dije mientras me servía en un tazón cereales con un poco de leche fría y me senté a la mesa.
-Si... ¿qué? ¿preparada?- preguntó con una sonrisa.
-Más o menos- intenté esbozar una sonrisa.
-Verás que bien te lo pasas. Vas a conocer a mucha gente interesante.
-Eso espero.- bromeé.
Estaba terminando mi tazón de cereales cuando mi tía llegó.
-Por fin se ha quedado dormida. ¿Qué, ya os vais?- preguntó viendo que su marido cogía sus cosas.
-Si, si Mari está preparada...
-Si, lo estoy- contesté depositando mi tazón de cereales en el lavavajillas. Me acerqué a mi tía y le di un beso en la mejilla.
-Suerte, hija.- dijo ella besándome también.
-Gracias- contesté mientras recogía mi bolso del mueble del recibidor.
Salí con Richard y me monté en su coche. Mi tía nos despidió desde la puerta de casa.
-¿Has llamado ya a tu amiga?- me preguntó casi llegando a los estudios.
-Si, hablé con ella ayer por la noche por internet. Se ha puesto muy contenta y me ha deseado mucha suerte. Ojalá ella pudiera estar aquí, es muy buena actriz también- contesté jugando con la cremallera de mi cazadora.
Aquel día me había puesto unos vaqueros, con una camiseta de mangas cortas rosa, la cazadora y unas zapatillas deportivas. Decidí ir cómoda, porque mi tío me dijo que tal vez tuviera una prueba de vestuario.
Cuando llegamos, Richard me condujo a un despacho para que firmara el contraro. Por el camino, me comentó que él sería mi manager. Después de firmar el contrato, me dijo que me iba a presentar a algunos compañeros de rodaje.
Conocí a quienes iban a ser mis padres en la ficción, a los que iban a interpretar a unos compañeros de colegio y a algunos amigos. Me di cuenta de que Richard estaba buscando a alguien. Le preguntó al director de la película:
-¿Dónde está Danny, Charlie?
-No ha llegado aún, ha tenido problemas con su coche. Lo va a traer su padre.
-Esperemos que esté aquí antes de las diez. Mari tiene que conocer a su hermano- contestó mi tío mirandome con una sonrisa.
Se la devolví y miré mi reloj. Marcaba las nueve y cuarto.
Richard me dijo que me quedara allí, mientras él iba con Charlie a la grabación de las primeras escenas. Yo tenía prueba de vestuario, así que iba a estar entretenida un rato. Me probaron muchos tipos de ropa. Incluso difrazes, que no supe para que momento del rodaje serían.

Sobre las diez y media, mi tío volvió. Llegó acompañado de una mujer, que supuse, sería una de las guionistas. Se le acercó otra mujer, que le dijo:
-Ya ha llegado.
-Muy bien, dile que vamos para allá. ¿Qué tal la prueba de vestuarios? ¿Contenta?- me preguntó sentandose en una silla junto a mí.
-Si, la prueba bien. La ropa está bastante chula.
-Me alegro. Ven, que vas a conocer al compañero de rodaje que te falta. Verás que bien te cae. Es un chico excelente y muy simpático-dijo levantandose de la silla e indicandome que yo hiciera lo mismo.
Lo seguí hasta fuera de la habitación de vestuario. Caminamos un poco, quizás unos veinte pasos y nos paramos cuando tío Richard vio que se acercaba un chico. A primera vista no vi quien era, pero cuando se acercó un poco más creí que me iba a dar algo.
Era Daniel Smith, mi actor favorito.
Saludó a mi tío. Me dio la sensación de que se conocían desde hace tiempo.
Mi única reacción fue quedarme mirandolo como una tonta. Era mucho más guapo en persona que en el cine: su pelo castaño, sus ojos azules, su metro setenta, su perfecta sonrisa... era perfecto simplemente.
Richard tuvo que sacarme de mi ensimamiento:
-¿Mari, estás bien?
-¿Eh?- parpadeé un par de veces- Si, si estoy bien.
-Te estaba presentando a Danny, pero estabas como ida.
-Lo siento- me sonrojé.
Daniel emitió una risita. Se había dado cuenta de mi sonrojo.
-No pasa nada. Te lo vuelvo a presentar: Daniel esta es mi sobrina Mary Sanz- noté como pronunció mi nombre de forma diferente. Me gustó el cambio.
-Encantado, Mary- dijo y se acercó a mí. Me dio un beso en la mejilla.
-Igualmente- sentí que me iba a dar algo. El corazón me latía a mil por hora.
Seguí a mi tío cuando este se giró y echó a andar, pero seguía mirando a Daniel. No podía creerme que fuera a trabajr con él. Lo seguía desde que salió su primera película. Era genial actuando. Sabía muchisímas cosas de él. Tenía veinte años y ya había hecho nueve películas.
Lo que no sabía era como me las iba a arreglar para no tartamudear ni fallar delante de él.
Suspiré.
Tío Richard me miró.
-¿Te pasa algo, Mary?- me preguntó, llegando a donde estaban grabando.
-No, sólo estaba pensando en... -Daniel me miró- en Ana, en mi amiga. La pobre estará aburrida sin mí.- Vaya tontería acababa de decir.
-No te preocupes, la vas a ver muy pronto- me contestó. Al llegar al lado del director, le tocó el hombro y le hizo un gesto para que lo siguiera.
-¡Corten! Estupendo, vamos hacer un descanso de diez minutos. Hombre, ya era hora que aparecieras- dijo estrechandole la mano a Daniel.
-Perdona, Charlie. Mi coche se estropeó a última hora- en ese instante, como estabamos en el exterior del estudio, sopló un poco de aire trayendo hacía mí el olor de Daniel.
Olía maravillosamente bien.
Volví a suspirar.
Esta vez fue Charlie quien me miró y habló:
-¿Ya conoces a Daniel?
-Sí, ya la conozco. Se ve buena chica- contestó Daniel.- Creo que nos llevaremos bien. ¿No, Mary?
Asentí. No podía hablar.
-¿Ya te ha cambiado el nombre? Tú coges muy pronto confianza, Danny- dijo Charlie.
-No ha sido él, sino mi tío- contesté un poco timida.
-Bueno, me parece que suena mejor así, ¿No, Mary?- dijo tío Richard abrazandome por los hombros.
-Si, suena mejor- me limité a decir.
-Me parece que la estamos agobiando- dijo Charlie- Richard, es mejor que llames a Carol para que se la lleve a casa y que descanse para mañana. ¿Te parece bien, Mary?
Yo me limité a asentir y tío Richard me acompañó hasta la salida, mientras saliamos del set de rodaje.
Volví la cara para mirar de nuevo a Daniel, que me miraba sonriendo. Giré la cabeza deprisa y con el corazón palpitando a mil por hora de nuevo,

Tía Carolina llegó media hora después de que Richard la llamara. Cuando llegó, me encontró sentada en una silla en el despacho de mi tío con la vista perdida en la pared.
-Mari, ¿Qué te pasa?- preguntó al verme de aquella manera. Luego se volvió hacía su marido-¿Qué le ha pasado?
-Nada, lleva así poco tiempo. No sé por qué está así. Supongo que aún no ha asimilado que va a ser actriz.
-A mí me pasó lo mismo- sonrió y añadió- Venga, vamonos a casa.
Me levanté de la silla y tía Carolina me echó un brazo por los hombros. No volvió a hablarme hasta después de llevar unos cinco minutos en el coche.
-Cuentame, ¿qué tal el día? ¿Qué te han parecido tus compañeros?
-Bien, tengo de compañero a Daniel Smith- dije y se me escapó una sonrisa.
Mi tía me miró sorprendida. Ella sabía cuanto me gustaba ese actor.
-Entonces, ¿Estaras contenta, no? y Charlie ¿qué tal?
-Sí, contenta es poco. Charlie me parece muy simpático, más que ayer. Incluso tío Richard me ha cambiado la pronunciación del nombre, ya no soy Mari, sino Mary. Dice que de esa forma suena mejor.
-La verdad es que si. Fijáte, a mí también me lo han cambiado, para el mundo del cine soy Carol Sanz.- me explicó mi tía riendo.
De repente, me vino a la cabeza el cartel de la película. En él, tendrían que aparecer nuestros nombres. Me encantaría ver la cara de ciertas personas que me tachaban de loca por querer ser actriz. Seguro que a mis padres y a Ana le iban a encantar que cumpliese mi sueño, de hecho mis padres ya sabían que iba hacer una película. En cuanto llegase a casa, tendría que llamar a Ana, porque ella esto que estaba pasando no lo sabía.
Cuando la llamé, no pude reprimir las ganas de gritar. A ella por poco le da algo al decirle quien era mi compañero de rodaje:
-¡Ay, amiga! Que suerte. ¿Me conseguiras un autográfo?- me preguntó emocionada.
-Claro, pero cuando lleve un tiempo conociendolo. Aunque siempre me queda mi tío Richard... -contesté.
-¿Tu tío? ¿Qué tiene que ver él en todo esto?- me preguntó Ana extrañada.
-Richard es el productor de la película que voy hacer.
-¿Y qué quieres decir con eso?
-Pues que si no me atrevo a pedirle un autográfo, siempre puedo decirle a mi tío que se lo pida él.
-¡Ah! vale... bueno amiga, te tengo que dejar.
-Claro ¡ah! por cierto mi tío me a cambiado la pronunciación del nombre, ahora es Mary- le dije riendo.
Al otro lado del teléfono, Ana también reía.
-Me encanta el cambio. Yo también te voy a llamar así, me gusta tener una amiga famosa.
-¡Ojalá! Ana, te tengo que dejar yo también. Mañana empiezo a rodar y tengo que aprenderme el guión.
-De acuerdo. Ya hablamos, muchos besos Mary- se despidió pronunciando mi nombre como le había dicho.
-Besos- dije y colgué.
Después me dirigí al salón donde estaba mi tía y mi prima Sue, jugando.
-Tía, voy a ducharme.
-Como quieras, ¿estás más tranquila?
-Si, estoy bien- le contesté dirigiendome al cuarto de baño.
Cuando me metí en la ducha, me puse a pensar en lo sucedido en los últimos días. No me creía que hubiera conocido a Daniel Smith. Estaba en una nube. Ya me estaba haciendo a la idea de que fuera a rodar una película, pero esto si que no me lo esperaba. ¡Rodar una película con mi actor favorito era un sueño!.
Parecía que el titulo de la película, un sueño hecho realidad, venía a la perfección con lo que estaba pasandome.