jueves, 28 de abril de 2011

Cuarenta y Nueve.

No sabía que hacer ni que decir. Nos quedamos mirandonos los dos durante unos segundos. Seguía igual que lo recordaba, aún mejor, si podía ser. Aunque había una sombra de tristeza en su rostro y la culpable de eso era yo. Me sentí bastante mal por eso.
-Creo que debeís hablar. Michael, vamonos. No tenemos nada que hacer aquí- dijo Ana cogiendo unas llaves del mueble que tenía en el recibidor.
Mi amiga y su novio se fueron. Yo me quedé allí sentada en el sofá, con la mirada puesta en Daniel.
-¿Cómo estás?- fue él el primero en hablar.
-No estoy mal, ¿y tú?.
-Ya me ves- contestó aún de pie.
-Sientate, no te quedes ahí de pie- dije señalando el lugar que quedaba libre en el sofá donde yo estaba sentada.
Daniel se sentó donde el indiqué y volvió a hablar:
-¿Por qué este cambio?.
-Porque me he dado cuenta de que cometí un gran error y de que me comporté como una cría.
-¿Y por qué has tardado tanto en darte cuenta?.
-Porque he sido idiota y no me he dado cuenta de eso hasta que Ana me ha abierto los ojos.
-Gracias a dios que tienes una buena amiga.
-Si, Ana siempre ha insistido en hablar sobre esto, pero yo nunca la dejaba. Aunque debo de reconocer que esta vez no sé por qué la he escuchado, pero me alegro de haberlo hecho. Ya es hora de solucionar esto- dije y luego añadí: - Si puede ser...
-¿Intentar?, ¿por qué dices eso?- preguntó y se acercó un poco a mí.
-No sé si querrás perdonarme. Ha pasado mucho tiempo desde aquello...
-Mary, no te he llamado porque, al ver que no me contestabas a las cartas, no quise insistir. Pensé que te habías olvidado de mí. Ana nunca me dijo si lo habías hecho.
-No he podido hacerlo. Lo he intentado, pero no pude.
-A mí me pasó lo mismo. Lo he pasado francamente mal. Ya lo he olvidado todo y ahora que estás aquí, te puedo confirmar que es verdad, que lo he olvidado todo.
-Daniel, yo...
-No digas nada. No tengo que perdonar nada y si tengo que hacerlo, te perdono. Lo único que quiero, es que no te vayas más, por favor- dijo y me cogió de las manos.
Como cuando al principio de conocerlo, un hormigueo recorrió todo mi cuerpo, cuando nuestras pieles se rozaron. Miré nuestras manos y luego, a él.
Sonreía.
Era aquella sonrisa que tanto me gustaba y que hacía tanto tiempo que no veía.
-¡Oh, Daniel!. Gracias por perdonarme. Siento tanto todo esto. Te he echado mucho de menos- dije mientras lo abrazaba.
-Yo también me alegro de que hayas vuelto, pero lo más importante es que estes aquí de nuevo conmigo.
Sonreí. No tenía palabras para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento.
-Prometeme que nunca te iras.
-Por supuesto- dije sonriendo.
Se inclinó y me besó. Parecía que era ayer cuando me besó por última vez. Luego de aquel beso, me abrazó.
Por fin estaba todo solucionado. Estaba feliz de volver a tener a mi lado a Daniel. Sólo esperaba que esta vez no hubiese ningún problema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario