jueves, 3 de marzo de 2011

Veintisiete.

El día de Navidad almorcé junto a Daniel, pero antes de salir de casa, llamé a Ana. Quería contarle el regalo que me había hecho Daniel.
-¿Qué te vas a Nueva York?- gritó mi amiga en cuanto se lo conté todo.
-Sí, pero sólo es un viaje de trabajo. Daniel me ha dicho que tenemos que hacer una entrevista allí.
-Ya, y yo soy tu madre- dijo Ana poco convencida.
-¿A qué te refieres con eso?
-Pues que Daniel está preparándote un viaje sorpresa y algo más, diría yo.
-Ana, por dios, qué cosas dices- dije algo escandalizada.
-Tiempo al tiempo, Mary. Ya me dirás lo que ha pasado en ese viaje. Daniel está muy enamorado de ti y querrá demostrartelo.
-¡Ay, Ana! Bueno amiga, te voy a ir dejando que he quedado con Daniel para almorzar.
-De acuerdo. Mantenme informada de todo. Besos- contestó Ana.
-Si, señora periodista. Besos- dije y colgué.
Luego fui a mi habitación para terminar de vestirme. Cuando lo hice, estuve un rato en el salón hasta que llegó Daniel por mí. Me llevó a un bonito restaurante de la ciudad. Allí, la gente nos miraban mucho. Incluso logré oir hablar a un par de chicas:
-¿Esa chica es la novia de Daniel Smith?
-Yo he escuchado decir en un programa que sólo son amigos. Quizás hayan salido como eso...
-Pues si es su novia, que suerte tiene.
Miré a Daniel e hizo un gesto de negación con la cabeza, cómo queriéndome decir que no hiciera caso a lo que estaban diciendo.
Almorzamos y luego fuimos a visitar a los padres de mi novio. Esta vez accedí a ir porque ya no me daba tanta vergüenza estar con ellos.
Kate preparó té y puso unas pastas, que estaban riquisímas para acompañarlo.
Hablamos de algunos temas de actualidad, de sobre como era mi vida en España, de como era mi pueblo, de sobre como iban mis estudios y de sobre algunos proyectos de Daniel. Los padres de éste quedaban fascinados al saber como era de sencilla mi vida en mi pueblo.

Sobre las seis de la tarde, Daniel me llevó a casa. Se detuvo varios metros antes de ésta. No entendía el por qué, por lo menos hasta que él me lo dijo:
-¿Sabes cuanto tiempo llevamos juntos?
-Desde el cinco de agosto, unos cuatro meses largos, pero ¿por qué me lo preguntas?
-Llevamos cuatro meses y veinte días. Quiero decirte algo.
-Tú dirás, pero ¿por qué tanto misterio?
-Quiero decirte lo mucho que te quiero y que eres la única persona que has lelgado a mi corazón- dijo y señalandp el collar que me regaló, añadió- Eres un sueño hecho realidad para mí.
-Tú también lo eres para mí, pero ¿a qué quieres llegar?- le dije algo preocupada.
Empezó a buscarse algo por los bolsillos de su cazadora hasta que dio con algo en uno de sus bolsillos interiores. Sacó una cajita bastante pequeña, azul o negra, no sabía muy bien que color era, porque dentro del coche y la poca iluminación de la calle, no se veía muy bien.
La abrió y en su interior había un precios anillo plateado con pequeños cristales alrededor de éste. Podía asegurar que eran diamantes, pero de piedras preciosas no entendía nada.
Pasé un minuto entero mirando al anillo y a Daniel. El anillo era precioso, pero no entendía por qué me lo regalaba. Volví a mirarlo con cara bastante sorprendida.
-¿Aceptas este anillo, Mary?
-¿A... a qué viene esto?- le pregunté.
-Ya te lo he dicho antes, porque te quiero y quiero regalarte esto- dijo con una amplia sonrisa.
-Daniel, esto es un anillo de compromiso.
-En cierta parte si, pero te lo quería regalar porque te quiero preguntar algo.
-Si me vas a pedir que me case contigo, mi respuesta es que soy muy joven para hacerlo.
-No, no es eso.
-¿Entonces?
-Pues que si... si me dejas hacer publica nuestra relación. Sólo si tú quieres.
-¿Y por eso todo esto?- le pregunté mirando al anillo.
-Si, no quería hacerlo sin tu permiso. No quiero que lo pases mal ni nada por el estilo.
-Daniel- le cogí de la mano- puedes hacerlo si quieres y sin regalarme nada. Yo no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer o lo que no.
-Eres mi novia y esto es algo que te puede afectar en tu vida cotidiana. No me gustaría que la gente piense que estas conmigo pro interés.
-A estas altura, ya me da igual lo que piense la gente, Daniel. Así que puedes hacer lo que quieras, declarar o publicar.
-Creía que te lo ibas a tomar peor.
-Pues ya ves que no ha sido así- sonreí.
-Entonces... ¿aceptas mi regalo?
-Por supuesto- dije y añadí:- ¿Me lo pones?
Daniel cogió el anillo de la cajita y me lo puso en mi mano izquierda. Luego me besó y bajé del coche. Le dije adiós con la mano y se fue. Yo me dirigí a casa aún sin creerme que mi novio haría lo nuestro publico. Ya podía estar imaginandome a montones de peridistas en la puerta de mi casa por estar saliendo con el actor ingles más famoso del momento. Por estar pensando en eso, no atinaba a meter la llave en la cerradura, así que tía Carolina abrió. Le sonreí algo nerviosa, entré y me fui a mi habitación alegando que no tenía ganas de cenar.
Tampoco me podía imaginar lo que me esperaba en el continente americano.

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