viernes, 25 de febrero de 2011

Veintiseis.

Cuando la cena terminó, todos nos sentamos en el sofá y los sillones para tomarnos una copa. Yo, como no suelo tomar alcohol, tomé otra cosa. Mis tíos y los padres de Daniel hablaban sobre algunos temas de actualidad, Daniel los escuchaba y me miraba a mí, que jugaba con Sue.
Sobre las once de la noche, tío Richard y Danid, salieron del salón y regresaron varios minutos más tarde cargados de bolsas y cajas.
-Ya está aquí la hora de los regalos- dijeron al únisono.
-¡Regalos!- exclamó Sue.
Yo sonreí y miré a Daniel, quien también hacía lo mismo. Mi tía y Kate ayudaron a sus maridos a dejar los regalos encima de la mesa. Primero repartieron los regalos de los Smith. Yo no les había comprado nada, porque no sabía que iban a venir . Tía Carolina me sacó del apuro, más tarde se lo agradecería.
-Este es nuestro regalo, y este el de Mary.
Kate abrió mi supuesto regalo, que era un precioso pañuelo para ella y una corbata para David.
-Es todo muy bonito. Mary, muchas gracias .Toma este es nuestro regalo- me dio una caja y luego añadió en un susurro:- Danny te dará luego el suyo.
Sonreí y abrí mi regalo. Contenía un libro, que me encantó, y un precioso reloj de correa blanca. Se lo agradecí con un beso y un abrazo a cada uno.
-Ten cuidado, Mary, que Dan se puede poner celoso y no son fechas para eso- dijo tío Richard cuando abracé a David.
-Mi hijo obtiene demasiados abrazos y besos de Mary como para que se ponga celoso- río David.
Todos reímos y David le entregó sus regalos a tía Carolina, a tío Ricahr y a Sue. Sus regalos fueron un perfume para ella, una agenda de piel para él y una muñeca para Sue, a quien le encantó su regalo.

A eso de las doce y media, Daniel me pidió que si podíamos ir a un sitio tranquilo porque quería darme su regalo. Le sugerí mi habitación y aceptó.
Entramos en ella, encendí la luz y cerré la puerta. Me senté en mi cama y miré a mi novio. Tenía que ser un regalo pequeño, porque no llevaba nada en las manos. Él se dio cuenta y habló:
-Te estarás preguntando por qué tanto secretismo, ¿no?.
-Si, porque podías habérmelo dado en el salón.
Metió una mano dentro de su chaqueta y sacó un sobre, que me lo entregó. Lo abrí y vi que dentro había unos billetes de avión para el día veintisiete con destino Nueva York. Miré los billetes sorprendida y luego, a Daniel. Como era una costumbre en él, estaba sonriendo.
-¿Qué te parece mi regalo?
-¡Me encanta!. Pero, ¿por qué a Nueva York?- dije levantandome de la cama.
-Tenemos algunos compromisos, una entrevista, mejor dicho. Así que tenemos que pasar allí el viernes y el sábado. Pensaba que a lo mejor querías conocer un poco aquella ciudad y pasar un par de días conmigo, a solas- contestó cogiéndome por la cintura.
-Mmm... suena bien- dije sonriendo.
-Ya sabía yo que te iba a gustar. Así que preparate para pasar los dos mejores días de tu vida- dijo a punto de besarme.
-¿A si? ¿Acaso va a pasar algo especial en eso dos días?
-Todo se verá- dijo y me besó.
Como cada vez que me besaba, me olvidé de donde estaba. Hasta que llamaron a la puerta y se oyó la voz de la madre de Daniel.
-Danny, cariño, que ya nos vamos. ¿Te vienes?
-Si, mamá ya voy- contestó aún sin soltarme.
-Te esperamos en el salón, no te tardes.
-De acuerdo.
-Que pena que te tengas que ir. Ojalá te pudieras quedar .
-Ya, pero bueno- dijo y me soltó. Guardó los billetes en su chaqueta y me volvió a besar- ¿Nos vemos mañana para dar una vuelta?
-Por supuesto- sonreí y abrí la puerta.
Cuando llegamos al salón y nos vieron, tío Richard dijo:
-Si que es secreto lo que hayas regalado a mi sobrina.
-Si, tío. Es maravilloso- sonreí muy alegre.
-¡Vaya secretísmo!- exclamó mi tía.
-¿No nos íbamos?- preguntó Daniel.
-Si, hijo, si. Me ha encantado la cena, ha sido un placer cenar con vosotros- dijo Kate.
Nos despedimos todos y, Daniel y sus padres, se fueron. Cuando mi tía cerró la puerta, me preguntó:
-¿Qué es lo que te ha regalado Daniel?
-Secreto- dije y añadí:- Ya lo averigüareís .Me marcho a dormir que estoy cansada.
-Si, ahora hazte la tonta.- dijo tía Carolina.
-Lo suelo hacer mucho- exclamé desde mi puerta.
La cerré y me puse el pijama.
Sonreía, ya que no me creía que me fuera a Nueva York. Cuando se lo dijese a Ana, tampoco se lo iba a creer. Pero lo mejor era que iba a pasar unos días junto a Daniel ¡a solas! Y ahora lo que pensaba mejor todo, los nervios empezaron a apoderarse de mi estomago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario