miércoles, 16 de marzo de 2011

Treinta y tres.

La fiesta de fin de año en casa de mis tíos fue estupenda. Los padres de Daniel y éste volvieron a pasar la noche en casa. Por lo visto, era una costumbre entre ellos. Durante esa misma tarde, había estado de compras con mi tía. Tenía que comprar unos regalos para mis padres. Cuando llegué a casa, ayudé a tía Carolina a preparar la cena.
Daniel y sus padres llegaron sobre las siete de la tarde. Aquel día, Daniel llevaba un traje gris con una camisa rosa y sin corbata. Me recordó mucho a como iba en el estreno de su última película, aunque en persona estaba mejor.
Mi tía me había regalado un precioso vestido en color negro que llevaba un lazo rojo en la cintura. Mi novio sonrió al verme y me susurró un "Vas preciosa" cuando pasé por su lado. Hacía ya tiempo que no me sonrojaba cuando me decía algo, pero esta vez ocurrió.
-¿Que te ha dicho mi hijo para que te pongas así de colorada?- me preguntó Kate cuando entré en la cocina a ver si podía ayudar en algo.
-No creo que diga nada, Kate. Mary es muy reservada con los asuntos de tu hijo- dijo tía Carolina.
-Simplemente me ha dicho que voy guapa- susurré.
-¿Ves? Este hijo mío es un romántico emperdenido.
-Si, Danny es muy romántico.
-¿Qué hablaís sobre Dan, señoras?- preguntó David.
Todos rieron y yo salí de la cocina antes de que me pusieran aún más colorada de lo que estaba. Me fui a jugar con Sue, que estaba jugando con sus muñecas en el sofá. Tío Richard estaba hablando con Daniel.
Unos veinte minutos más tarde, mi tía y Kate sirvieron la cena. Como siempre, todo estaba muy rico.

Después de la cena, mis tíos lo preparon todo para la entrada del nuevo año. Yo no tenía ni idea de como se celebraba la nochevieja en Inglaterra, pero tío Richard me sacó pronto de dudas: ellos lo celebraban como en España, con las tradicionales doce uvas.
Como mis tíos tenían televisión por sátelite, podíamos ver la retramisión en directos de las campanadas desde España.
Yo, por poco no me atraganto con tantas uvas. Eso sí, me lo pasé genial, viendo la cara que tenía Daniel con tantas uvas en la boca. Estuvo un buen rato en el fregadero de la cocina escupiendo las pipas de las uvas. Al volver dijo:
-Vaya costumbre que teneís en España.
-Haberte comido doce chocolatinas, verás el empache que ibas a coger- le comentó su padre.
Todos reímos y, para brindar por el nuevo año, bebimos una copa de champán, aunque yo bebí otra cosa.
Kate, David y Daniel se fueron a eso de las dos de la madrugada, pero antes de irse, mi novio y yo salimos a la puerta para hablar. Se despidió de mí dandome un beso en los labios antes de que sus padres abriesen la puerta de nuevo.
Me acosté a los pocos minutos, después de acostar a Sue.


El día dos llegó en un abrir y cerrar de ojos.
Ya tenía mi maleta preparada y montada en el coche de tía Carolina, cuando Daniel llegó en su coche. Salió de ésta, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Me preguntó por mi tía y le contesté que estaba dentro. Entró dentro de casa y salió a los pocos minutos con una sonrisa. Detrás de él, salió mi tía, quien abrió su coche y sacó mi maleta. Se la dio a Daniel, que la subió a su coche. Yo lo miraba sombrada y sin saber lo que hacía.
-¿Me quieres decir que haces?
No me contestó:
-Danny...
-Te va a llevar él al aeropuerto- contestó mi tía.
-¿Por qué?
-Porque dice que va a estar mucho tiempo sin verte y quiere estar un poco más contigo.
Lo miré. Aún sonreía.
-Este chico está loco, tía- dije.
En ese momento, Daniel llegó junto a mí y dijo:
-¿Nos vamos?
-Si no hay más remedio...
Me despedí de mi tía y de Sue antes de montarme en el coche de mi novio.

Casi llegando al aeropuerto, le dije:
-A esto se le llama secuestro, ¿sabes?
-Pues si es un secuestro, será secuestro consentido.
Reí. Daniel siempre tenía que responderme a todo lo que decía.
-Te voy a echar mucho de menos, Mary.
-Yo también, pero verás como dentro de poco nos vemos de nuevo.
-Eso espero- dijo y se inclinó para besarme.
Bajamos del coche y él bajó mi maleta. Me volví a despedir de Daniel, pero esta vez con lágrimas en los ojos. Si me dolía despedirme de mi familia, más me dolía despedirme de él. Y más después de lo ocurrido el día veintiocho.
No podía dejar de mirar hacía atrás antes de embarcar. Me dolía dejar aquella ciudad, a mis tíos y a él. Estaba deseando que llegase el momento de volver.

2 comentarios:

  1. por favor continua y haz que acabe bieen qe he llegao a llorar por el final y estoi mu triste eres genia lescribiendo sigue asi y llegaras a la luna peero porfa plis qe acabe bien xoxoxoxoxo me a encantao eres genial

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  2. por favor continua y haz que acabe bieen qe he llegao a llorar por el final y estoi mu triste eres genia lescribiendo sigue asi y llegaras a la luna peero porfa plis qe acabe bien xoxoxoxoxo me a encantao eres genial

    tu me inspiraste para escribir asi que terminalo no lo dejes que es muy chulo

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