miércoles, 19 de enero de 2011

Quince

El rodaje iba viento en popa. Con la ayuda de Daniel y de los demás actores, se hacía mucho más sencillo. Ya habíamos terminado de rodar las escenas normales, como yo le decía, y estabamos rodando las musicales. Eran más complicadas que las otras, ya que había que ensayar muchisímo antes de rodarlas. Yo creía que me iba a dar algo. La coreografa era muy exigente, demasiado diría yo.
Era principios de septiembre cuando empezamos a rodar esas escenas. Ensayabamos de lunes a jueves y, el viernes y el sábado por la mañana, rodábamos.
La coreografa, una mujer llamada Julia, de pelo rubio, ojos marrones y de estatura media, nos hacía repetir el ensayo entero por el mínimo error.
El segundo jueves de ensayos, fue un día bastante duro. Julia nos puso a ensayar una coreografía que era bastante sencilla, pero con ella se hacía dura.
Durante el segundo ensayo de ese día, yo tenía que cantar por unas escaleras, de hecho, ese ensayo fue en el lugar de rodaje, cuando perdí pie bajando, con lo que caí rodando por cinco escalones. Intenté ponerme en pie, pero no pude: me dolía el tobillo derecho.
Charlie, que estaba viendo los ensayos, vino corriendo hasta llegar al lugar donde me encontraba:
-¿Te encuentras bien, Mary?- preguntó ayudándome.
-Si, pero me hecho daño en el tobillo derecho.- contesté.
-Vamos, que te voy a llevar al médico que tenemos aquí para que te vea ese pie.- dijo cogiéndome en volandas.
Dio tres pasos y mi tío ya estaba allí. Preguntó que había pasado y Charlie se lo contó, mientras llegábamos hasta donde estaba el médico, quien me miró el tobillo y dijo que tenía un esguince. Me lo vendó y me dijo que estuviera unos días de reposo.
Cuando este se fue, miré a mi tío, que hablaba con Charlie:
-Tío, ¿Qué hago ahora?
-No pasa nada. Has lo que te ha dicho el médico. Ese tobillo no está para muchos trotes. Se ensayará sin ti o se suspenden los ensayos hasta que tú vuelvas el lunes, así que estate tranquila.
-Pero, es que...
-Nada, tú te vas para casa ahora en cuanto llame a Carol - me cortó tío Richard.
No quería dejar a nadie colgado y mucho menos a Daniel, que ese día no estaba allí, porque tenía una entrevista en un programa matinal.
Mientras mi tía llegaba, escuché decir a Richard decirle a Charlie que lo más probable sería que tuvieses que cortar el rodaje hasta el lunes o el martes, porque sin mí poco podían hacer, ya que las coreografías estaban montadas y bastante tenían con que a Daniel lo llamasen cada dos por tres de la televisión. Así que Charlie le dio la razón. El rodaje se suspendía hasta el martes.
Yo, sentada en una silla al lado del director, me sentí mal, aunque nadie tenía culpa que me hubiese caido. Tío Richard y Charlie dieron la noticia a todos los actores y profesionales que estaban allí.

Tía Carolina llegó en veinte minutos y cuando vio mi cara, me abrazó y me animó diciendo que así estaría un poco más con Ana, que la pobre había venido a Londres para estar conmigo y que apenas me veía desde que empezamos a rodar de nuevo. Como yo sabía que tenía razón, se la di. Me ayudó a levantarme e hizo lo mismo para llevarme a su coche.
Antes de irme, todos me desearon que me recuperara pronto. Se lo agradecí y subí al coche justo cuando Daniel llegaba del programa de televisión. Se extrañó por verme montada en el coche de mi tía y se puso en lo peor:
-¿Qué te ha pasado?
-Nada, me he caído por las escaleras ensayando y me he torcido el tobillo, pero estoy bien, no te preocupes.
Daniel miró a mi tío y al director de la película.
-Agradécele que el rodaje se ha suspendido por unos días, hasta el martes- le dijo Charlie.
-¿Por qué?
-Con la protagonista lesionada y el protagonista de un lado para otro en la televisión, dime tú como terminamos el rodaje.
-Pues si, llevas razón- dijo Daniel. Se giró hacía mí y dijo- Después me pasaré a verte ¿de acuerdo?
Asentí con una sonrisa, a la vez que tía Carolina arrancaba su coche. Me despedí con la mano y nos fuimos.
Cuando llegamos a casa, Ana se alarmó al verme con el pie vendado. Entre ella y mi tía me ayudaron a sentarme en el sofá.
-¡Que mala pata has tenido, amiga!- ironizó Ana.
-Mirála ella que simpática.
-Ahora vamos a tener por casa a alguien muy famoso bastante seguido, Carolina.
-¿Quieres callarte ya?- le dije a Ana tirándole un cojin.
-Es verdad, Mary, Danny va estar mucho por aquí.
-Dejarme en paz.
Por lo menos lo hicieron hasta que Daniel llegó. Ana se encargó de que me entrara un ataque de risa, haciendo como si le diera besos al aire. Cuando Daniel la miró, paró. A veces se pasaba de cria. Al menos no apareció en el salón el tiempo que él estuvo en casa.
Claro está, que cuando Daniel se fue, le tuve que contar palabra por palabra de que habíamos hablado.
Ana siempre tan cotilla...

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