jueves, 13 de enero de 2011

Catorce

-¡Mamá, ya estoy aquí!- exclamó Daniel, entrando en el salón de su casa.
-¡Ay, qué alegría! ¿Qué tal todo?- preguntó una mujer, que salía de la cocina.
Era morena, con unos impresionantes ojos azules y mas o menos, igual de alta que yo. Ya comprendí de donde le venía a Daniel tanta belleza, su madre era guapísima.
-Todo estupendo. Mamá, te quiero presentar a alguien: esta es Mary, mi novia- sonrió al decir eso último.
-Encantada, soy Kate. Danny me hablado mucho de ti- dijo la mujer sonriendo y dándome dos besos.
-Igualmente- contestó Kate. Parecía muy amable.
-¿Dónde está papá?- preguntó Daniel.
-En su despacho- respondió su madre- Ve si quieres. Le dará alegría verte.
-Vale. Mary, quedate con mi madre- me dijo y le agarré la mano más fuerte. No quería que me dejase allí, pero se las apañó para soltarse.
-Ven, querida. Estoy preparando la cena, ¿te vas a quedar a cenar?. Danny no me ha dicho nada sobre que ibas a venir.- dijo yendo hacía la cocina.
-No, no me voy a quedar. ¡Uy, perdón! No he querido ser grosera. Es que no he dicho nada en casa y además tengo una invitada allí...
-No pasa nada, hija. Lo entiendo. Pero cuentáme, ¿te ha hecho algo alguna broma de las suyas?
-No, que va. Se porta muy bien conmigo. Me ha ayudado mucho desde el principio. Ha sido muy bueno conmigo- dije.
-Mi hijo es muy bromista, pero es muy buen niño. Siempre lo ha sido.
-Se le nota. Daniel es único... - dije. Como siempre que hablaba de él, con cualquiera, se me veía lo enamorada que estaba.
Kate rió al ver como hablaba de su hijo.
-A ti tampoco se te ve mala chica.
-Mamá no le digas esas cosas, que se pone colorada- dijo Daniel al llegar a la cocina. Se puso a mi lado y me dijo- Mary, te quiero presentar a mi padre.
-Hola, soy David, el padre de esta criatura.- dijo en una sonrisa. David era la viva imagen de Daniel, salvo en los ojos. Su padre los tenía verdes.
-Encantada de conocerle- contesté y miré a Daniel como quieriéndole decir que por qué me hacía esto.
Su contestación fue una sonrisa. Se le notaba que no cabía en sí de gozo. Esta se la tenía guardada.

Después de un rato largo en su casa, Daniel me llevó a la mía. Durante el trayecto, no le dirigí la palabra. Si por lo menos me lo hubiese dicho...
Por primera vez desde que lo conocí, me enfadé con él. Cuando aparcó delante de mi casa, habló:
-¿Vas a estar así toda la noche?
-Esto no te lo perdono, Daniel.
-Si no ha sido tan malo, mis padres no te han comido- rió.
-Muy gracioso- dije e intenté abrir la puerta- Ábrela, Daniel.
-No, hasta que me digas que me perdonas.
-¡Ábrela!- exclamé enfandándome un poco más.
-No quiero. Venga, Mary, no te enfades por una tontería. A mis padres le has caído muy bien. No veo el motivo para enfadarse.
-Podrías haberme avisado, ¿no? Lo de las fotos te lo perdono, pero esto no.
-Mary, no me gusta verte enfadada.
-Pues si no me quieres ver así, abre la puerta- dije y sonó un click, que me indicó que Daniel había quitado el seguro de la puerta del coche.
La abrí y salí. Daniel salió detrás de mí. No había sacado las llaves de casa, cuando él me cogió de un brazo y me volvió hacía él. Me besó y yo intenté quitarmelo de encima, pero no pude. No podía resistirme a sus besos.
-¿Me vas a perdonar ahora?- preguntó sin soltarme. Me tenía cogida por la cintura.
-No sé como lo consigues, pero si, te perdono. Pero no lo vuelvas hacer esto.
-Hombre, después de ver como te has puesto por esto, ya me pensaré hacer otras cosas.
-Eso mismo- contesté- ¿Me dejas entrar en casa? Como mis tíos nos vean así, me van a hechar una bronca...
-Si me lo pides así... No me voy a negar- dijo soltándome.
Abrí la puerta y Daniel volvió a tirarme del brazo. Me dio un beso rápido y se fue para subirse en su coche. Me dijo adiós con la mano y se fue. Suspiré y entré en casa. Ana casi me saltó encima. Me dio un buen susto.
-Tus tíos no están. Se han ido de cita romántica. Han aprovechado que yo estaba aquí y se han ido. Tu tío le a pedido a Carol que se fueran a cenar y me han dejado al cuidado de Sue hasta que tu volvieras.
-Ya veo, ¿Has cenado?- pregunté entrando en la cocina.
-No, pero bueno. ¿Me vas a contar por qué Daniel te ha besado tan apasionadamente en la puerta de tu casa?- me preguntó siguiéndome.
-¡Mira que eres cotilla!- exclamé sacando una pizza del congelador y metiéndola en el horno.
-Cotilla no, soy tu mejor amiga. Así que cuenta.
-Me he enfadado con él, porque me ha presentado a sus padres por sorpresa.
-¿Qué te ha presentado a sus padres? ¿Y qué tal?
-Son muy simpáticos, pero como no me lo esperaba, me he enfadado con él.
-¡Qué tonta!- exclamó y sacó la pizza del horno.
-Un poco sí- admití y reí. Ana también rió y empezamos a cenar.
Mi amiga tenía razón. Me había enfadado con Daniel por una tontería. Esperaba que no me lo volviera hacer, porque esta vez no se lo iba a perdonar. Pero lo más seguro que si lo hiciera. No me podía enfadar con él por mucho que quisiera.

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