viernes, 7 de enero de 2011

Doce

La semana estaba pasando lenta, hasta el jueves. Hasta aquel día, me pasaba todo el día viendo la televisión, navegando por Internet y hablando por teléfono. Un total aburrimiento...
Aquella mañana me había despertado tarde, a eso de las nueve y tío Richard no estaba en casa. Mi tía no me quiso decir a donde había ido su marido. Así que, como otras mañanas, me fui a duchar y luego a mi cuarto a navegar un rato por Internet. Me acordé de que ese día, Daniel estaría en California. Había hablado con él ayer por teléfono y me dijo que se lo estaba pasando bien, pero que me echaba de menos.Yo le dije que a mí me pasaba lo mismo.

Sobre las diez y media, el timbre de la puerta sonó. Mi tía fue abrir. Era tío Richard, así que fui a saludarle, pero lo que no me esperaba era quien venía con él.
Era Ana, mi amiga había venido.
-Ya te dije que la volverías a ver pronto- dijo mi tío mientras mi amiga y yo nos abrazábamos emocionadas.
-Muchas gracias, os quiero- dije con las lágrimas saltadas. Aquella sorpresa tampoco me la esperaba.
-Lo sabemos, pero bueno, os tendréis muchas cosas que contar, así que ya sabéis- dijo tía Carolina.
-Es verdad, vamos a mi habitación, tengo algo importante que contarte, Ana- dije.
-Muy bien, yo me voy a trabajar, que tengo que arreglar unos asuntos con Charlie- dijo mi tío dándole un beso a mi tía.
Llevé a Ana a mi cuarto. No podía creer que mi mejor amiga estuviera aquí conmigo. Ya la echaba de menos.
-Cuéntame, ¿qué es lo que me quieres contar?- me preguntó Ana, sentándose en mi cama.
-¡Ay, amiga! Cuando te lo cuente vas a alucinar- dije emocionada.
-Pero, ¿Qué es? No tardes tanto- se impacientó mi amiga.
-Bueno... pues que... ¡Daniel Smith me ha pedido que sea su novia!- exclamé.
-¡No! No me digas que es verdad...
-Si, si... y me regaló esto- le enseñé la cadena con la pequeña estrella.
-Es preciosa. Que ilusión, Mary, por fin has conseguido tu sueño de ser actriz y encima te echas novio.
-¿Has visto? Aún no me lo creo- dije tirándome hacía atrás en mi cama.
-Si yo estuviera en tu lugar me pasaría lo mismo.- contestó Ana.
Estuvimos hablando hasta la hora del almuerzo. Me contó que había venido a Londres gracia a mis tío, porque sabían que la echaba mucho de menos. Tuve que contarle todo lo sucedido el domingo con todo detalle. Ni ella misma daba crédito a lo que escuchaba. No paramos de reírnos en todo el rato. Me dijo que tenía que presentárselo. Eso estaba asegurado. Iba alucinar en cuanto lo conociera, le aseguré que era un chico muy divertido.
Fuimos a almorzar mientras que ella me decía que se quedaría en Londres hasta mediados de septiembre. Después del almuerzo, Ana y yo nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Gracias a Dios, la gente no me reconocía mucho. Por lo demás, pasé una estupenda tarde con mi amiga en la capital inglesa. Regresamos a casa a la hora de la cena y entonces me asaltó la duda de donde dormiría mi amiga. Tía Carolina me dijo que en el otro cuarto para invitados, menos mal que había dos. Nos quedamos hablando hasta las tanta de la noche, hablando de cualquier cosa.
El viernes nos levantamos a eso de las ocho y media de la mañana. Desayunamos, nos duchamos y mi tía nos llevó de compras por el centro de Londres. Ana se quedaba alucinada con lo bonito que era todo. Yo estaba feliz por tenerla al lado. No podía desear nada más: tenía conmigo a mi amiga y como novio, a mi actor favorito.

Serían las dos de la tarde, cuando mi móvil empezó a sonar. Era Daniel:
-Hola, ya tenía ganas de volver hablar contigo.- dijo en cuanto le cogí la llamada.
-Hola, lo mismo digo. ¿Ya estás aquí?
-Si, acabo de llegar. Ya hecho las entrevista y ahora voy camino de la sección de fotos- contestó- Oye, Mary, ¿podemos vernos?
-Es que...- Ana me miró con el entrecejo fruncido y me susurró:
-Queda con él.
-¿Quién está contigo?- me preguntó Daniel un poco extrañado.
-Ana, mi mejor amiga. Te iba a decir que ella está aquí- contesté.
-Bueno, no pasa nada. Si quieres, que se venga, a mí no me importa, así la conozco- dijo. Algo me decía que estaba sonriendo.
-Vale. Dime donde quedamos- contesté y él me dio la dirección. La repetí en voz alta porque sabía que Ana se quedaría con ella.
Me despedí de él y, mi amiga y yo, cogimos un taxi, ya que tía Carolina hacía ya rato que se había ido a casa.
Estaba deseando ver a Daniel ya.

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