lunes, 3 de enero de 2011

Once

Después de veinte minutos en el coche, llegamos a una céntrica calle de Londres. Daniel bajó del coche y yo hice lo mismo. Entró en una cafetería, que estaba solitaria. Sólo estaban el camarero y un par de personas. Eso me extrañó, porque la cafetería era bastante refinada. Daniel se dirigió al camarero y le dijo algo que no logré escuchar. Este salió de detrás de la barra y nos hizo un gesto para que lo siguiéramos. Nos condujo al hasta el lugar de los reservados y nos indicó cual era el nuestro. Daniel le pidió dos refresco de cola y no volvió hablar hasta que el camarero llegó con ellos.
-¿Qué te parece este sitio?- preguntó dándole un sorbo a su bebida.
-Bien, está bonito. ¿Por qué me has traído aquí?
-¿No te suena este lugar?- volvió a preguntar. Noté en su voz un tono un poco misterioso.
Miré la cafetería de nuevo.
Ahora que la observaba mejor, si que me sonaba de haberla visto en algún sitio pero no sabía donde. Intenté recordar en donde la había visto. Si Daniel insistía, sería por algo...
De repente me acordé.
¡Por supuesto! Era el escenario de una de las escena de la última película que Daniel había hecho. Yo la había visto el verano pasado junto con Ana y nos encantó.
Pero,¿por qué me había traído aquí? Hasta ese momento era mi película favorita y no creo que eso lo supiera él... ¿o si?. Entonces, ¿quién se lo habría dicho?. No, tenía que ser casualidad.
-Aquí fue una de las escenas de "Secretos", una de tus películas- contesté.
-Si, me encanta este lugar, por eso te he traído aquí. Quiero decirte que lo de anoche fue precioso y que no lo voy a olvidar nunca. ¿Te han gustado las flores? Espero que si. Ya te dije que ibas a saber de mí muy pronto, porque te has convertido en algo esencial para mí, Mary. Lo sucedido anoche fue definitivo para que diera este paso. Me creerás loco, pero es así. Te dije que estoy enamorado de ti y no lo voy a negar, pero quiero dar este paso.
-Me estas asustando, ¿a qué te refieres?- dije algo preocupada.
No entendía a qué venía aquel trabalenguas.
-Verás... yo...- me cogió una mano- Yo... yo quería pedirte que...qué si querías ser mi novia.
Lo miré.
Tuve que darle un buen sorbo a mi bebida. Esto si que no me lo esperaba. Había veces que me costaba asimilar que lo hubiera conocido, como para que ahora me pasara esto: Daniel Smith pidiéndome salir a mí.
-¿Qué dices? Por favor no te quedes callada- me rogó.
-Si... si, si quiero- intenté no sonar desesperada.
-¿De... de verdad?- dijo levantándose y sentándose a mi lado.
-Que si, que si quiero ser tu novia- le contesté sonriendo.
Cogió mi cara entre sus manos y dijo:
-No me lo puedo creer. No me equivocaba contigo, eres especial, eres única, eres... eres fantástica.
-¿Y todo por decirte que si?- pregunté aún sonriendo.
-No sólo por eso. Si no por entrar en mi vida- dijo y me besó.
Después se apartó y volvió hablar:
-Te va a parecer que es precipitado para que te haga regalos, pero me gustaría que llevaras esto.
Sacó una pequeña caja de un bolsillo de su pantalón y la abrió. Era una cadena de plata, que llevaba una pequeña estrella con la palabra grabada "Dream" (sueño, en español).
-Esto es lo que eres para mí, un sueño- dijo poniéndomela.
-Es preciosa, Daniel.- me atreví a acariciarle la mejilla- Muchas gracias.
-Es lo mínimo que te puedo ofrecer, todo ha sido tan precipitado...- le puse la mano en la boca para que se callara y le dije:
-No quiero regalos si te tengo a ti. No esperaba conocerte y aún menos que pasara esto. Tengo miedo de despertar y descubrir que es un sueño.
-A mí me pasa lo mismo, pero esto es un sueño tanto para ti, como para mi. Y si estamos soñando, espero que no despertemos nunca.
Sólo podía sonreír ante sus palabras.
Daniel tenía razón: si esto era un sueño, ojalá no despertara, era todo tan bonito...

Después de un rato más en aquella cafetería, me llevó a un bonito parque. Estaba anocheciendo, con lo que todo estaba más bonito aún. Dimos un paseo cogidos de la mano. Me contó que mañana lunes tenía que dar una entrevista en directo en una cadena de televisión, que el martes viajaría a Estados Unidos, que el miércoles estaría en Los Ángeles, el jueves, en California, el viernes volvería a Londres y tenía que dar varias entrevistas para televisión y otras más, para periódicos y revistas,y por supuesto, tenía una sección de fotos. El sábado tenía el estreno de la película aquí en Londres y el domingo, tenía una comida con los compañeros de esa película.
Me agobié con tan sólo pensarlo, así que si yo tuviera una semana de aquella forma, me daría algo. Yo le conté que me pasaría la semana descansando y hablando con mi amiga Ana, ya que mi agenda no estaba tan ocupada como la suya. Se rió cuando le dije eso y me contestó que eso era lo que me esperaba en cuanto se estrenara nuestra película. Lo miré como si estuviese loco, pero sabía que llevaba razón.
Me preguntó que su tenía hambre, le contesté que no mucha, pero sólo con decirle eso me invitó a cenar. Volvimos al coche y se dirigió a un famoso restaurante de la ciudad. Cuando entramos allí, la gente se quedó mirándonos, aunque creo que miraban más a Daniel que a mí.
-¿Ese no es Daniel Smith?
-Si, si es ese. Esa chica es una de sus compañeras en su nueva película, lo vi en Internet.
-Pues es muy guapa...
Me estaba entrando una vergüenza terrible, menos mal que nos sentamos un poco lejos de toda esa gente.
Llegó una camarera, que no tendría más de veinte años, y nos preguntó que queríamos cenar. Miré la carta, Daniel hizo lo mismo y pidió. Luego la camarera me miró, esperando a que yo hablase.
-Voy a tomar lo mismo que él.
-¿Y de beber?- preguntó la camarera, apuntando la comida en una pequeña libreta.
-Dos refrescos de cola, por favor- contestó Daniel.
-Muy bien, ahora les traigo el pedido.- dijo y se fue.
-Espero que te guste el lugar.
-Si, es muy bonito. Un poco caro para mi gusto, pero está bien.
Daniel se rió, no sé por qué lo hizo.
-¿Por qué te ríes?- pregunté con el entrecejo fruncido.
La camarera llegó en ese momento con las bebidas.
-Me encanta tu sencillez. Sólo me ha hecho gracia lo que has dicho sobre que te parece un poco caro para tu gusto.
-Es la verdad, ¿qué quieres que te diga?
-No, si llevas razón, a mí también me lo parece.
-Entonces, ¿por qué me has traído aquí? Si me hubieras llevado a un burguer, sería igual- le contesté arqueando las cejas.
-¡Que ideas de cita romántica tienes, Mary!
-¡Que poco conoces tú de ideales jóvenes!- bromeé justo cuando la camarera traía la comida.
Empezamos a comer, charlando sobre varios temas.
En un momento de la cena, se acercó a nuestra mesa una mujer con una niña de unos diez años.
-Hola, perdonad que os moleste, pero es que mi hija es fan tuya y quería que le firmases un autógrafo, si no es mucha molestia- dijo la mujer.
-¡Qué va! A ver, ¿cómo te llamas?- preguntó Daniel con una sonrisa.
-Ashley- contestó la niña.
-Bonito nombre- dijo Daniel y vi como la pequeña se sonrojaba.
Él le firmó la foto que traía Ashley, dedicándosela. La pequeña se fue emocionada y contenta.
-Que bien te manejas con los fans- dije terminando de cenar.
-Ya lo sé, tengo a mi fan número uno delante de mí- bromeó.
-¡Qué gracioso!-exclamé y vi como Daniel terminaba de cenar.
-¿A qué si? ¿Quieres algo de postre?
-No, me apetece irme para casa.
-Pues muy bien- dijo y se levantó de la silla- Si la señorita se levanta...
Me levanté y Daniel fue a pagar la cuenta. Salimos del restaurante y subimos al coche. Se dirigió hasta mi casa.
-¿Me vas a echar de menos durante esta semana?- preguntó cuando llegamos a la puerta de casa.
-No creo que tenga tiempo, tengo una agenda muy apretada- bromeé y después le dije- por supuesto que si, tonto.
-Me imaginaba que sería broma- contestó- Yo también te voy a echar de menos.
Me quedé mirándolo y él a mí. Se acercó un poco y me besó. No dejé que el beso durase mucho por si salían uno de mis tíos.
-Espero que la semana se te haga corta- dijo
-Eso espero.- contesté- Tengo que entrar en casa.
-Vale, ten cuidado, te quiero.
-Tú también. Te quiero, Daniel.-dije y me dispuse a abrir la puerta.
Él me agarró del brazo y me dio un beso rápido. Sonreí y bajé del coche. Le dije adiós con la mano, arrancó el coche y se fue. Yo entré en casa, le dije a tía Carolina que ya había cenado y que me iba acostar.
Me tiré encima de mi cama y puse una mano sobre el collar que me había regalado Daniel.
No podía creerme que yo fuera la novia de Daniel Smith.

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