martes, 11 de enero de 2011

Trece

Llegamos al lugar que Daniel me había dicho, en pocos minutos. Mi impaciencia por verlo iba creciendo a medida que nos íbamos acercando. Ana se dio cuenta y me agarró de la mano. Se lo agradecí en una sonrisa.
Al llegar, bajamos y pagué el taxi. En la puerta del edificio que me dijo Daniel donde era la sección de fotos, estaba el manager de este, Alex Holmes. Me saludó y me dijo que Daniel me esperaba arriba. Subimos un par de tramos de escaleras y llegamos a un piso. Alex tocó la puerta y una muchacha abrió. Entramos en una estancia con pocas paredes, llenas de cámaras de fotos y de todo tipo de aparatos relacionados con la fotografía.
-Esperada un momento- dijo Alex, entrando en una habitación que había a la derecha de la puerta de la entrada.
-Mary, este sitio alucinante- me dijo Ana mirando las cámaras fotográficas.
Una de sus pasiones era la fotografía y no se le daba para nada mal.
-Diles que te contraten aquí. Seguro que te ganas la vida como fotógrafa.- contesté.
-¡Por fin! Ya tenía ganas de verte- escuché decir tras de mí.
Me giré rápidamente al escuchar la voz de Daniel. Sonreí con todas mis ganas. Me dirigí hacía él y lo abracé.
-Yo también tenía ganas de verte- dije y miré a mi amiga.- Mira, Daniel, esta es mi mejor amiga, Ana.
-Encantado de conocerte. Mary me hablado mucho de ti- dijo Daniel sonriendo.
Mi amiga lo miraba con los ojos abiertos. Me acordé de mi reacción la primera vez que lo vi. Era la misma.
-Lo... lo mismo digo- contestó Ana. Ella hablaba también muy bien el ingles. Ambas habíamos estado en clase de ese idioma desde los cinco años.
Reparé en como iba vestido Daniel. Llevaba un traje gris con camisa azul cielo y corbata de color azul intenso. Iba realmente guapo.
No me soltó de la mano hasta que empezó la sección de fotos.
Nunca lo había visto hacer una sección de fotos. Había visto los resultado, pero no como lo hacía. Se le veía tan profesional...
Ana y yo alucinábamos en cada movimiento de él ante la cámara. A mí, en varias ocasiones, me entraron ganas de gritarle lo bien que lo hacía, pero me limitaba a sonreír. No quería dar mala impresión, ni tampoco dar la impresión de ser una fan enloquecida.

La sección de fotos estaba a punto de acabar, cuando el fotógrafo le preguntó a Daniel, mientras este se quitaba la chaqueta de un traje color negro, durante la sección se había cambiado de ropa tres veces, y se quedaba sólo con la camisa y el pantalón:
-Tu novia es muy guapa y su amiga también. ¿Te apetece que te haga varias fotos con ellas? No serán para publicarlas, pero es que estas chicas se ven muy bonitas.
-Claro- contestó Daniel mientras una maquilladora le retocaba el maquillaje y me miraba con una sonrisa.
-¡Ah, no! Ni se te ocurra, ni en broma- empecé a decir negando con la cabeza.
-¿Por qué no? Así te acostumbras para las fotos de la película.
-¡Qué no! Que me da mucha vergüenza.
-Venga, Mary, no es tan complicado- dijo Daniel, acercándose a mí y cogiéndome la cara.
No podía resistirme a aquella mirada, así que al final cedí.
-Bueno, vale, está bien. Pero no sé si Ana querrá.
-¡Uy! Tú no sabes lo que a mí me gusta una foto- dijo Ana pegando unos saltitos a mi lado.
Daniel y yo reímos.
Vi la cara del fotógrafo, parecía contento.
-Estupendo. Daniel, vamos a terminar la cinco fotografías que te quedan y después las hacemos con...
-Ana y Mary- respondió Daniel.
-Muy bien. Vamos a terminar. Emma, llévate a las chicas y las preparas para las fotos- indicó el hombre y una chica nos hizo un gesto con la mano para que la siguiésemos.
Una ves la chica terminó con nosotras, salimos justo cuando el fotógrafo terminaba con Daniel.
-¡Estáis perfectas! Vamos a empezar. Primero os voy hacer varias a los tres y luego vamos rotando, ¿de acuerdo?
Los tres asentimos.
Miré nerviosa a Daniel. Yo no tenía ni idea de secciones de fotografías.
El fotógrafo nos indicó como ponernos y empezó hacer fotos. Ana parecía estar en su salsa. Le encantaba hacer y que le hagan fotos.

Después de varias fotografías, terminé un poco deslumbrada. No estaba acostumbrada hacerme tantas en tan poco tiempo.
Antes de irnos, Daniel se cambió de ropa y habló un momento con el fotógrafo. Este le prometió que le enviaría todas las fotos y que no dejaría que las que nos había hecho a los tres no circularan por ningún lado. Nos fuimos en el coche de Alex, porque Daniel no había traído el suyo.
Durante el trayecto, Ana y yo hablábamos en español para que Daniel no nos entendiera, aunque por lo gestos de nuestras caras era fácil saber de qué hablábamos.
-Mary, dejarme en casa y te quedas un rato con él. De verdad, que a mí no me importa...
-Me da cosa dejarte sola. No quiero que pienses mal de mí.
-¿Yo pensar mal de ti? ¡Que va! Anda, te mereces estar un poco con él. Sólo hay que verlo, se le cae la baba por ti.
-Ana, no digas tonterías. No pienso dejarte sola.
-Mira, o te quedas con él o mañana cojo un avión y me vuelvo para España.
-¡Nunca! Tú no te vas- exclamé un poco enfadada.
-Pues entonces, ya sabes. Te quedas con él un rato y yo me quedo en tu casa jugando con tu preciosa prima Sue- dijo Ana con una sonrisa.
-Vale, me has convencido- dije sonriendo- Siempre termino haciendo lo que quieras.
-Si, es que este chico es guapísimo. Esos ojos, esa sonrisa, ese pelo...
-¡Para ya! Como me quites el novio, te mato- dije riendo.
Daniel nos miraba como si estuviésemos locas. La verdad, es que si lo estábamos un poco.
Le dije que fuéramos a casa a dejar a Ana. Se lo dijo a Alex y le indicó el camino. Al llegar a esta, mi amiga se bajó del coche, se despidió y me guiñó un ojo. Le sonreí y Alex arrancó el coche.
Nos dejó en la puerta de una casa, que no sabía a quien podía pertenecer,así que se lo pregunté a Daniel:
-¿De quién es esta casa?
-Es mi casa. Aquí es donde vivo con mis padres.
-¿Con tus padres?- le pregunté perpleja.
-Quiero que los conozcas- dijo sonriendo ante mi gesto.
-¿Te estás volviendo loco?. No llevamos ni dos semanas juntos y ya me quieres presentar a tus padres. Lo que yo te diga, loco.
-Mary, mis padres no comen.- dijo y empezó a reírse.
Sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta. Metió su maleta y me agarró de la mano para que entrara. Tuvo que darme un pequeño tirón para que lo hiciera, porque me había quedado clavada en el suelo.
Ya empezaba a creer que este chico estaba mal de la cabeza. Primero las fotos y ahora me quería presentar a sus padres. ¡Y yo que pensaba que a mí me hacía falta un psicólogo! Ya sabía de alguien que le hacía más falta que a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario