lunes, 31 de enero de 2011

Diecinueve

Mis tíos llegaron el lunes por la mañana, varias horas antes de lo previsto. Nada más verme, tía Carolina me abrazó. Tío Richard me dijo que Alex le había llamado a primera hora de la mañana y le contó que había contactado con el manager de Samantha, un tipo llamado Tom. Este le había asegurado que lo que había hecho la chica era una rabieta, por el simple hecho de que una chica, que no era actriz, hubiese conseguido el papel en aquella película y también porque estaba arrepentida de no haberse quedado con ese papel.
Ana dijo que se aguantase, que no fuera tan prepotente ni tan malcriada. Mi tía dio la razón a mi amiga, incluso mi tío rio ante lo que había dicho mi mejor amiga.
Esa misma tarde me quitaron el vendaje del pie, pero decidí quedarme en casa. Estuve jugando con Sue y con Ana hasta que llegó Daniel a eso de las cinco de la tarde.
Me contó lo mismo que Richard, pero que aún no estaba contento del todo. Samantha era muy caprichosa y podía volver a criticarme en cualquier momento.

El martes por la mañana, volví al rodaje. Todos me recibieron bastante bien y algunos compañeros me preguntaron como estaba mi tobillo. Agradecí a todos su preocupación.
Gracias a Dios, ya sólo quedaban dos escenas musicales, con lo que ya terminábamos el rodaje de la película. En cierta parte me alegraba, pero por otra no. Había tomado mucho cariño a todos en estos casi tres meses. Se habían portado bastante bien conmigo. También me daba pena terminar de rodar, porque eso significaba el volver a mi pueblo y no poder a ver a Daniel durante algún tiempo. Debía de seguir con mis estudios.
De hecho, me entró mucha tristeza rodano la última escena musical. Cuando Charlie dijo: "muy bien, terminamos", se me saltaron las lágrimas.
Daniel se dio cuenta y vino a abrazarme.
-¡Ey! No llores. Comprendo que te sientas trise porque se haya terminado el rodaje, pero ya vendrán otros.
-Ya lo sé, pero estoy así también porque esto significa que tengo que volver a España y no podré verte tan a menudo.
-¿Estás así porque no vas a verme? Mary, nadie te está diciendo que tengas que volver a España- dijo sonriendo.
-¿Cómo quieres que estudie mi carrera?
-Aquí hay universidades, puedes hacerla aquí y puedes verme siempre que quieras.
-Daniel, tengo que volver. Tengo que empezar el curso allí, no tengo otra opción.
-Yo no quiero que te vayas.- dijo un poco triste.
-Yo tampoco quiero irme, pero aunque no quiera, tengo que hacerlo- contesté.
Estuvo a punto de besarme, pero escuchamos una voces acercándose al lugar donde estábamos.
-¡Pero mirad donde están los protagonistas!- exclamó Charlie, que venía acompañado de otras personas.
-Es que Mary se sentía mal después de terminar el rodaje.- dijo Daniel.
-¡Claro! y tú, como su novio, tuviste que venir a consolarla.
-No es eso, si no que la vi mal y vine.
Yo me estaba muriendo de la vergüenza y me escondí detrás de Daniel. Charlie empezó a reírse y se marchó alegando que tenía que arreglar unos asuntos.
Después me dirigí hacía el despacho de tío Richard, con Daniel pegado a mis talones.
Llamé dos o tres veces a la puerta y mi tío salió. Nos hizo entrar en su despacho.
-¿Te pasa algo, hija?- preguntó.
-Nada, sólo quería que me aclarases algo. El rodaje ya ha terminado del todo, así que tendré que volver con Ana para España, ¿no es así?
-Es verdad que el rodaje ha terminado, pero no te tienes que ir de Londres si quieres, ¿Tan mal estás en casa, que ya te quieres ir?
-No es eso, pero tengo echada la matricula en la universidad y ahora mismo no tengo nada que hacer aquí. Me da mucha pena irme porque os voy a echar mucho de menos a todos y en especial a Daniel...
-Pero ya has visto lo que te ha dicho Richard, puedes quedarte.
-Mary lleva razón. Tiene que estudiar y ella a luchado mucho por entrar en esa universidad. Así que la tenemos que dejar marchar, aunque nos duela, Danny- dijo tío Richard abrázandome.
-No me gusta veros tan tristes- dije mirándolos y luego bromeé:- No voy a la guerra, sólo me vuelvo para España.
Conseguí que Daniel se riera un poco. Mi tío también lo hizo. Por lo menos, ya no se veían tan tristes...
Después de hablar un poco más con Richard, este y yo nos fuimos para casa. Daniel se fue para la suya, pero antes me dijo que, al día siguiente, se pasaría por mi casa para dar una vuelta.
Esperaba que no estubiese tan triste como hoy. Pero, al menos, podía estar con él estos últimos días en la ciudad londinese.

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