lunes, 23 de mayo de 2011

Cincuenta y siete.

El sábado llegó y con él, el día de mi boda.
Abrí los ojos de golpe, creyendo que me había quedado dormida. Miré el despertador y vi que eran las seis de la mañana. No pude volver a conciliar el sueño, así que cogí un libro y me puse a leer un poco. Sobre las siete y quince, me fui a duchar. Parece que eL agua caliente, logró tranquilizarme un poco. Cuando salí del baño, nadie se había levantado aún, así que bajé a la cocina y me puse a preparar el desayuno para todos.
Mamá apareció en la cocina a las ocho y media.
-Buenos días, Mary, ¿cómo estás?.
-Buenos días, mamá. Bien, algo nerviosa, pero bien. Seguro que esto es normal, ¿no?-contesté.
-Si, es normal que estés nerviosa. ¿A qué hora viene la peluquera?- preguntó mientras se servia el café.
-Ana me dijo que a las tres. Ella estará antes aquí, dijo que quería estar todo el tiempo conmigo.
-Esa niña no cambia ni siendo famosa- dijo mi madre bebiendose el café.
Me reí. Mamá tenía razón: mi amiga no había cambiado nada desde que era famosa. Aunque si decía la verdad, lo prefería así.

Ana llegó cinco minutos antes que lo hiciera la peluquera. Traía, en una bolsa para trajes, su vestido. Lo dejó en mi habitación, junto a mi vestido de novia. Me pilló mandandole un mensaje de texto a Daniel. Me quitó el móvil y empezó a decir:
-¡Estás loca!. Danny no puede hablar contigo hasta que os caseís.
-Devuelveme el móvil, Ana. No pasa nada porque le envie un mensaje.
-No- contestó y sonó el timbre de la puerta- ¿Ves?. Ya está aquí Paola.
-Cuando acabe todo esto, te mato.
Me sacó la lengua y fue a abrir la puerta. Ya conocía a Paola, pues había sido compañera de clase en el instituto. Me peinó y maquilló en mi habitación. Luego, hizo lo mismo con Ana y con mamá.
Mi amiga terminó la primera, así que me ayudó a vestirme.
-¡Estás preciosa!- exclamó subiendome la cremallera del vestido.
-No es para tanto- dije sonriendo.
Tocaron a la puerta. Se abrió y apareció tía Carolina, junto a mi madre y Sue.
-¡Que guapa!. Pareces una princesa, sobrina. Cuando Dan te vea, se va a poner muy contento.
Me sonrojé un poco.
-¿Qué hora es?- pregunté.
-Las seis y diez- contestó mamá.
-¿Ya?- contestó yo y luego añadí, algo nerviosa- La boda es a las siete.
-Tranquila, todo va bien. Vamos a bajar, abajo están Lucas, Richard, Troy y tu padre. Todos querrán verte- dijo tía Carolina.
Bajamos y papá me dijo, algo emocionado.
-¡Que bonita estás, hija!.
-Cualquiera diría que eres la misma de siempre. Estás preciosa- dijo tío Richard.
Me abracé a mi padre y luego, a mi tío. Ana bajó las escaleras al trote, no sé como no se cayó por ellas con los tacones que llevaba. Tenía el móvil en la mano, así que supuse que Michael estaba en la puerta de casa. Salió y, en menos de dos minutos, entró de nuevo con su novio. Éste me sonrió.
-A ver, vamos a organizarnos. Sue, Troy, Carol, Michael y Richard, iran en el coche de éste. Lucas, Ana, Mariola y Mary, en el mío, ¿de acuerdo?-dijo papá.
Mis tíos y mis primos se marcharon junto con Michael. Miré a mi amiga y ésta me sonrió. Fue a la cocina y me trajo mi ramo de flores, mientras yo miraba la hora en el reloj del salón. Marcaban las siete menos veinte minutos. Los nervios, se volvieron a posar en mi estomago. Respiré hondo y papá dijo:
-Bueno, llegó la hora de irse.
Mamá abrió la puerta y Lucas, salió corriendo hacia el coche. Salió Anay, detrás de ella, yo. Mi padre salió de casa y cerró la puerta. Mamá y Ana me ayudaron a subir al coche y a ponerme bien el vestido dentro de éste. Después, subieron ellas y salimos hacía la iglesia.
Ya quedaba menos para convertirme en la esposa de Daniel.

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