miércoles, 18 de mayo de 2011

Cincuenta y cinco.

Las navidades pasaron, enero también y febrero llegó. Con él, mi vigésimosexto cumpleaños. Lo pasé trabajando, puesto que era jueves, aunque si recibí regalos.
El viernes fui a ver el traje de novia. Ana estaba aquí, así que vino conmigo y con mi madre. Visitamos varias tiendas, pero no fue hasta la cuarta donde vi el vestido perfecto. Me gustaron dos, pero sólo iba a elegir uno. Ana se pasó un buen rato viendo todos los vestidos que había en la tienda. Andaba revoloteando por allí. Parecía una niña pequeña.
Entré en el probador con el vestido que había elegido. Era blanco, de corte princesa y palabra de honor. Cuando salí, a mi madre se le escapó unas lágrimas. Ana sonrió y me dijo que me sentaba genial ese vestido:
-¡Ay, hija!. Pareces una princesa.
-Y eso que todavía no está vestida del todo. Verás que bonita va a ir el diez de julio, Mariola.
-No digaís tonterías. No parezco nada de eso.
-Eso lo dices ahora, pero cuando llegue el gran día, ya nos dirás que tenemos razón.- dijo Ana aún sonriendo.
Me miré al espejo de la tienda. Tampoco estaba mal, pero de ahí a que me dijeran que parecía una princesa...
Imaginé la cara de Daniel cuando me viera llegar al altar. Sonreí. Seguro que le iba a gustar.
-¿Mary?. Danny te está llamando al móvil- dijo Ana devolviendome a la realidad.
-¿Qué?...¡ Ah!- contesté y cogí el móvil que mi amiga tenía en su mano.-Dime, ¿pasa algo?.
-No, nada. ¿Qué tal?.
-Aquí probando...- Ana empezó a negar con la cabeza para que no le dijese la verdad sobre lo que estaba haciendo.
-¿Probando?- preguntó mi novio extrañado.
-Probando unas galletas que mi madre a hecho- dije.
Vi como mi madre y mi amiga empezaron a reirse.
-¡Ah!. Bueno yo te llamaba para confirmarte que ya te he enviado por correo electronico los nombres que faltaban para la lista de invitados.
-De acuerdo.- mi novio y yo llevabamos casi cuatro meses con eso. Había gente que no sabía si podía o no venir a la boda. Esperaba ya poder cerrar la lista.
-Mary,te tengo que ir dejando, que tengo que terminar el episodio de la serie, ¿vale?.
-Claro, besos.
-Besos- respondió y colgó.
-¿Probando galletas?- preguntó Ana aguantandose las ganas de reirse.
-¿Qué quieres que le dijese si tú estabas negando con la cabeza?
-No discutaís, chicas. ¿Te quedas con este vestido, hija?
-Si, mamá- dije y fue a por la dependienta para que arreglara algunos detalles de mi vestido.
Me sumergí en mis pensamientos mientras la dependienta ponía alfileres por casi todo mi vestido. Si alguno me pinchó, no me di cuenta. Mamá me sacó de mi mundo cuando la muchacha terminó. Fui al probador a quitarme el vestido y a ponerme mi ropa. Salí y dejé el vestido a la dependienta. Después, Ana, mamá y yo fuimos a tomar café.
-¡Estoy deseando ver la cara de Daniel cuando te vea!- exclamó mi amiga bebiendo su batido de vainilla.
-Seguro que se le caerá la baba como a un bebé- dijo mi madre con una sonrisa.
-A lo mejor sale corriendo de la iglesia- bromeé.
-¡Mira que eres mal pensada, Mary!. A mi eso no me lo haría Michael- dijo Ana.
Puse los ojos en blanco. Cada vez que mi amiga hablaba de su novio, se ponía en ese plan. Me recordaba a cuando empecé con Daniel.
Cuando llegué a casa, cené, me duché y me fui a dormir. No pude quitarme, en toda la noche, la imagen de Daniel esperandome en el altar. Incluso soñé con eso. Aún seguía sin creerme que estubiese a poco más de cinco meses de casarme con él.
Esto parecía algo increible.
Todo lo que estaba pasando, era tal y como siempre lo había soñado.

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