jueves, 5 de mayo de 2011

Cincuenta y tres.

Cuando Ana se enteró que me iba a casar con Daniel, inmediatamente me pidió ser mi dama de honor. Eso estaba hecho, puesto que aquello lo tenía previsto incluso antes de conocer a mi novio.
Daniel me preguntó que si me gustaría que nos casasemos en España. Le respondí que me daba igual, pero él insistió en hacerlo allí. Al final me convenció y, pensandolo bien, si prefería casarme en mi tierra, pues toda mi familia, salvo tía Carolina, tío Richard y sus hijos, vivían allí. Yo debía regresar, ya que las clases estaban a punto de empezar y debía de incorporarme al trabajo. Eso entristeció a Daniel un poco, pero comprendió que tenía que seguir con mi trabajo, lo mismo que él hacia lo propio con el suyo. En este momento estaba rodando una película, así que estaría un tiempo ocupado. Serían unos cinco meses de rodaje, por lo que Daniel estaría bien atareado.
A mí también me daba mucha pena irme, pues no quería dejar Londres de nuevo, pero ahora tenía un motivo bueno para irme: tenía que empezar los preparativos de mi boda. Ana dijo que me ayudaría en todo lo que pudiese mientras no estubiese trabajando. Tía Carolina dijo lo mismo.
Cuando mi amiga empezó a decir todo lo que tenía que preparar, me iba a dar algo.
-¡Calla ya!. Mira que llamo a Daniel y le digo que paso de casarme- le contesté a Ana cuando empezó a decirme lo que tenía que preparar para mi boda.
Había venido a casa, ya que al día siguiente no podía, porque tenía cosas que hacer. Así que vino a despedirse de mí antes de mi vuelta a España.
-No te asustes, Mary. Es normal que te pongas así. Yo no quiero ni imaginar como me pondría en tu situación. Me parece que ni me casaría- dijo y empezó a reírse.
-Yo no le veo la gracia, Ana- le dije con el entrecejo fruncido y cruzandome de brazos.
-Cuando estés en el altar junto a Dan, verás como todo esto se te olvida. Será el mejor día de tu vida.
Consiguió sacarme una sonrisa.
-¡Ay, amiga!. Sólo de pensar lo que me viene encima, me pongo muy nerviosa.
-Ya te lo he dicho, cuando llegue ese día, todo será historia.
-Espero que tengas razón- dije suspirando.
Eso era lo único que esperaba, que todo saliera bien. No me apetecía que algo saliera mal.
Ana se marchó y yo empecé a cenar. Poco después, me fui a dormir. El día siguiente, sería un poco triste.
Cuando Daniel vino a despedirse de mí al aeropuerto, me dijo que muy pronto viajaría a España. También dijo que le mantuviera al tanto de todos los preparativos de nuestra boda. Me besó y nos despedimos.
Subí al avión con la esperanza de que ese mometo no tardase mucho en llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario