miércoles, 16 de febrero de 2011

Veinticuatro.

La noticia sobre que había hecho una película junto al famoso actor británico Daniel Smith, corrió por todo el campus como la pólvora. Todo el mundo me preguntaba como era hacer una película, como era estar con alguien tan famoso y otras cosas más, pero todo relacionado con aquel tema. Aquello me ponía de los nervios y Ana lo notaba. Por lo menos, y por ahora, no se habían enterado que tenía una relación con él, porque entonces sería peor. Toda esta situación me estaba agobiando un poco, por no decir demasiado.

Tío Richard me llamó el día quince para decirme que el veintitres tendría que irme para allá. Me encontró en casa de mis padres, así que fue papá el que cogió el teléfono.
-¿Vas a tener a mi hija todo el tiempo de un lado para otro? Me la vas a volver loca.
Mamá y yo nos reímos ante la ocurrencia de mi padre.
Cuando colgó, dijo:
-¡Ay qué ver lo dura que es la vida de un actor!
-Anda papá, no te quejes, que tú no eres el que tiene que estar entre Sevilla y Londres- contesté subiendo la escaleras hasta mi cuarto.
Llegué a mi habitación y me tiré en la cama. Me daba pena no poder celebrar la Navidad en casa, pero la idea de estar con Daniel me hacía no sentirme tan mal. Por lo menos también iba a estar con mis tíos.

El día antes de irme para Inglaterra de nuevo, recibí dos buenas sorpresas. La primera fue en la universidad. Mis notas del primer trimestre eran inmejorables. Ana también había sacado buenas notas.
La segunda sorpresa, la recibí en casa.
Mamá estaba muy contenta y esperaba a que yo llegase a mi pueblo de la universidad y a mi padre del trabajo. Aunque debo de reconocer que ya llevaba un par de semanas así de contenta. No podía imaginarme el por qué.
No me quiso decir nada mientras la ayudaba a poner la mesa. Hasta que mi padre no llegase de trabajar no iba a soltar prenda y eso lo podía asegurar.
Cuando mi padre llegó de la oficina y nos sentamos a comer, mi madre no nos dio la noticia, es más, papá tuvo que preguntarle por qué estaba así:
-¿Quieres decir por qué estas tan contenta últimamente, Mariola?
-Tengo que daros una noticia.
-¿El qué, mamá? No nos hagas esperar más.
-Pues... vamos a tener un bebé. Estoy embarazada de dos meses- contestó mi madre con una sonrisa enorme.
-¿Qué?- papá no daba crédito a lo que había oído.
-¿Voy a tener un hermano o una hermana?- dije saltando de la silla y abrazando a mi madre, sonriendo.
Mi padre seguía allí, atónito, sin creerse lo que mi madre había dicho varios minutos antes. Me acerqué a él y le pregunté:
-¿Estás bien, papá?
Una sonrisa empezó a esborzarce en su boca. Miró a mi madre, se levantó y la abrazó:
-Por fin, Mariola, por fin vamos a volver a ser padres.
-Claro, ya era hora, Enrique.
Aquella tarde fue especial en casa. La alegría reinaba en ella.
Mamá me ayudó a terminar la maleta y a tener todo preparado para el viaje que haría al día siguiente.
Papá fue el encargado de llevarme por la mañana al aeropuerto. Mi madre no nos acompañaba, pues tuvo que ir al médico para hacerse unos exámenes, por eso me despedí de ella antes de salir de casa. Ana se acercó a casa para despedirse de mí. Me dijo que saludase a Daniel de su parte. Como no, si se llevaban muy bien.
Una vez allí vez que llegué al aeropuerto y a la sala de embarque, me despedí de mi padre. Le dije que me avisara si pasaba algo y que tuviese mucho cuidado con mamá. Me dijo a todo que si, lo abracé, le di un beso y fui a montarme en el avión.
Cuando ya estaba en él, vi como varias personas me miraban, pero hice como si no las viera. Me puse los auriculares y empecé a escuchar música. A ver si así se me hacía más corto el viaje.

Tuve que quedarme dormida, porque una azafata tuvo que despertarme cuando llegamos a Londres. Cuando ya tuve mi maleta, descubrí que habían venido a recogerme tía Carolina y Sue. Me abracé a mi tía y me dio un montón de besos.
Estando en su coche, me dijo:
-Mañana ya comienzas con la sección de fotos y las entrevistas. Tienes una en un televisión para un programa en directo. Si te sientes mal, dícelo a Richard, que estará todo el tiempo pendiente de ti. Si tienes dudas, a Daniel.
-Vale, todo entendido.
-Muy bien, ¿cómo están tus padres?
-Perfectos. ¡Oh, tía! No te vas a creer la sorpresa que nos dio ayer mi madre- dije emocionada.
-¿Qué pasó?
-Pues que mamá está embarazada.
-¡Qué bien! ¿Y ya sabeís el sexo del bebé?
-No, hoy cuando salí de casa, mamá había ido a hacerse unos exámenes, pero no sé muy bien si se lo dirán, porque solo está de dos meses.
-Eso no se sabe, como ahora hay tantos adelantos, se puede saber todo en poco tiempo.
Continuamos hablando hasta llegar a casa. Cuando entré allí, todo me pareció más bonito que la primera vez. Al entrar en mi cuarto, todo estaba como lo recordaba. Mientras deshacía la maleta, oí el timbre de la puerta. Pensé que sería tío Richard. Tocaron a mi puerta y empecé a decir, a espaldas de esta:
-Hola, tío. Perdona que no haya salido a recibirte, pero estaba deshaciendo la maleta.
-¿Se puede saber desde cuando soy tu tío?
Me giré bruscamente al escuchar esa voz.
Era Daniel.
Seguía tan perfecto como siempre, o incluso más. Estaba sonriendo, con esa sonrisa que tanto me gustaba.
Me lancé hacía él como una posesa. Él me abrazó fuertemente y luego me retiró un poco para besarme.
-¡Dios! Te he echado tanto de menos... -dije abrazada a él.
-Y yo. Ya te dije que nos íbamos a ver pronto.
-No me puedo creer que esté aquí de nuevo.
-Pues creételo, porque te esperan unas increibles navidades que no vas a olvidar en mucho tiempo.
Sonreí, contenta por estar allí con él.
Esperaba que tuviese razón y pasar unas buenas fiestas junto a Daniel.

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