lunes, 14 de febrero de 2011

Veintitres.

Los días pasaban y, Ana y yo, empezamos la universidad. Me acoplé rápidamente al ritmo de estudio, aunque al principio creí que sería más dificil. Por lo menos, estudiar no me hacía pensar tanto en Daniel a cada instante.

Era principio de diciembre, cuando un viernes, a la hora del descanso entre clases en la cafetería, vi algo en la televisión de aquel lugar, que me hizo sentir algo de vergüenza: estaban empezando a poner en la televisión los trailer de la película.
Como era lógico, a mí se me veía con toda claridad y encima salía mi nombre:
"Daniel Smith y Mary Sanz en: Un sueño hecho realidad. Muy pronto en cines"
Ana me miró y vio como mi cara iba adquiriendo un color rojo intenso. Logré escuchar a varios compañeros de curso y de otros, diciendo:
-¿Mary Sanz, la chica de mi clase?
-Esa cara me suena...
-Si, yo creo que es compañera mía de clase...
-Ana, vámonos de aquí, por favor- le susurré.
-Si, si, vámonos.
Justo al salir de la cafetería, una de mis compañeras de clase se acercó a mí:
-¿Es verdad que has hecho una película con Daniel Smith? ¡Es mi actor favorito! Que suerte has tenido, pero dime ¿cómo es en persona?
-Por favor, Isabel... -empecé a decir, pero Ana me cortó:
-Es un chico muy majo, muy guapo y además tiene un sentido del humor excelente.
-Pues si lo sabes, ¿por qué lo preguntas?- dijo Ana mientras nos dirigiamos a clase.
Durante esta, algunos compañeros me dirigían miradas. Esto ya me lo advirtió tía Carolina un día que me llamó a casa, pero no me dijo que esto iba a suceder tan pronto. No me gustaba que todo el mundo me miraba. Ser el centro de atención no era lo mío. Yo no era como Samantha Rose.
Después de las clases, me dirigí a mi piso junto a mi amiga. Me di una buena ducha y me puse a estudiar. Ana hizo lo mismo. Sobre las diez de la noche, nos pusimos a cenar.
El teléfono empezó a sonar poco después de terminar la cena. Al principio creí que serían mis padres, pero al ver el número, comprendí que no eran ellos si no mi tía Carolina:
-¡Hola, tía! ¡Cuanto tiempo!- exclamé en cuanto descolgué el teléfono.
-Hola cariño. ¿Cómo estás? Tío Richard me ha dicho que ya se han empezado a ver los trailer de la película allí en España, ¿cómo te has visto, qué te ha parecido?
-Está bien, vi el primero en la universidad y mis compañeros ya me han empezado a reconocer. Eso me hace ponerme muy nerviosa, no me gusta que me miren ni ser el centro de atención.
-Tranquila, es normal, así que no te preocupes por eso. Bueno, yo te llamaba porque hay alguien que quiere hablar contigo- contestó mi tía.
-¿Hablar conmigo? ¿Quién?- pregunté extrañada.
No me contestó. Oí como le pasaba el auricular del teléfono a alguien, quien habló:
-¡Hola! ¿Cómo está la futura estrella de Hollywood?
-¿Daniel? ¡Dios, hace ya dos semanas que no hablamos! ¿Cómo estás? ¿Has visto ya el trailer?
-Perdona que no te hubiese llamado antes, pero no he podido, pero yo te llamaba por otra razón.
-¿Pasa algo?
-No, nada malo. Sólo que le haces falta aquí a Richard.
-¿Cómo que le hago falta allí a mi tío? ¿Para qué?
-La verdad es que no sé si lo sabras que nos tienen que hacer las fotos promocionales de la película, hay que hacer varias entrevistas...
-Para, para... ¿Quieres decir que voy a verte dentro de nada?- pregunté emocionada.
-Pues si. Si te digo la verdad, le he metido prisa a Charlie para que hiciera ya la sección de fotos. Lo malo es que vas a tener que pasar las navidades aquí trabajando.
-¿Y qué malo tiene eso? Si tengo que sacrificar las fiestas por estar contigo, pues lo hago.
Daniel rió antes de hablar:
-¿De verdad estas dispuesta a sacrificar las fiestas y el estar con tu familia por estar conmigo y trabajando?
-Si, lo que sea por verte de nuevo. ¿Y para cuando el estreno de la película?
-Pues, por lo que me han dicho, en mayo más o menos.
-Ammm vale, aunque me creía que iba ser antes.
-Y yo. Eso que la película ya está montada y el disco con las canciones, está a punto de salir. Lo único que faltan son las fotos para hacer el cartel de la película...
-No sé por qué han tardado tanto en hacerlas.
-Ni yo. En fin, por mucho que no me guste, te voy a tener que ir dejando. Se está haciendo tarde y tengo que volver a casa.
-Vale. Cuídate, besos.
-Lo mismo digo. Besos, te quiero.
-Te quiero- dije y colgué.
Mientras dejaba el auricular del teléfono, Ana me preguntó:
-¿Te vas de nuevo de Londres?
-Eso parece.
-Que suerte tienen algunas...
La verdad, es que ya tenía ganas de volver. Ahora sólo tocaba esperar que tío Richard llamara para saber cuando tenía que volver.
Estaba deseando hacerlo.

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