jueves, 30 de diciembre de 2010

Diez

-¿Qué Daniel Smith te ha besado?- preguntó Ana.
Mi amiga se las apañó para llamarme. Lo hizo justo después de leer el correo que le había mandado al levantarme. Recibí su llamada nada más terminar de almorzar.
-Si, fue un momento único, Ana- le contesté.
-¿Y no te ha pedido que seas su novia? Porque si no, ese chico es tonto.
-Claro que no lo ha hecho, Ana.
-Pero como te dijo que te quería...
-No tiene nada que ver... No me puedo creer lo que pasó ayer por la tarde, amiga.
-Ya veo, se nota tu entusiasmo- dijo Ana riéndose.
-No me lo puedo creer- repetí.
-Ya lo veo. Me alegro mucho por ti, amiga. Bueno, te voy a dejar, no quiero que mi madre me mate. Muchos besos, adiós.
-Vale. Besitos, adiós.- contesté y colgamos.
Me tiré en el sofá, feliz
El timbre de la puerta sonó y tía Carolina, que estaba en la cocina haciendo galletas con Sue, fue abrir. Tío Richard estaba trabajando en su despacho, arreglando algunos asuntos. Mi tía dio las gracias a alguien y cerró la puerta. Llegó al salón con un gran ramo de rosas rojas.
-Esto ha llegado para ti- me dijo. Me levanté del sofá y miré extrañada al ramo y a mi tía.
-¿Para mí? ¿Quién me ha podido mandar esto?- pregunté cogiendo el ramo.
-Pues tu enamorado, quien si no- contestó- Mira a ver si tiene una tarjeta.
Miré y, efectivamente, venía una tarjetas. Las rosas me las enviaba Daniel:
ESPERO QUE TE GUSTEN, AUNQUE
NO SON IGUAL DE BONITAS QUE
TÚ. TE ESPERO HOY EN LA PUERTA
DE TU CASA A LAS CUATRO.
BESOS D.S.
-¿Quién te las envía?- preguntó mi tía.
-Daniel. Dice que me espera en la puerta de casa a las cuatro- contesté, aún con la tarjeta en la mano.
-Pues como no te des prisa, no llegas- dijo tía Carolina y añadió- Son las tres y diez.
Miré el reloj y marcaba esa hora. Miré a mi tía y le dije, con tono desesperado.
-No sé que ponerme.
-Eso no es problema. Yo te dejo algo, gracias a Dios tenemos la misma talla- contestó sonriendo- Ve a ducharte mientras yo veo algo apropiado.
La abracé sin decir nada y salí corriendo hacía al baño. Me duché rápidamente y fui a mi habitación a ponerme la ropa interior.
Estaba terminando de hacerlo cuando mi tía llamó a la puerta. Pasó y vi que llevaba varias prendas en su brazo izquierdo.
-A ver cual te gusta más- dijo depositando la ropa en mi cama.
Me enseñó un vestido blando, pero lo descarté porque no me gustó mucho. Le siguió uno negro, pero era muy elegante. Y por último, uno fucsia, que me encantó sólo con verlo.
Tía Carolina me ayudó a ponérmelo. Me quedaba genial.
-Tía Carolina, es precioso.- le dije mientras me miraba al espejo.
-Lo sé, pero como me lo estropees, no te dejo nada más- bromeó subiéndome la cremallera del vestido.
-Muchas gracias, tía.- le agradecí. Ella sonrió.
Me dejó sóla para que terminase de vestirme. Combiné el vestido con unas bailarinas negras y un bolso del mismo color. Cogí del armario una cazadora vaquera y fui al tocador a peinarme. Me dejé el cabello suelto, sin ningún adorno y me eché un poco de perfume de mi tía, quien se había dejado el frasco el día anterior allí.
Miré mi reloj y vi que faltaban siete minutos para las cuatro. Daniel estaba a punto de llegar. Salí deprisa de mi habitación.
-Se nota que vas a salir con Danny- dijo tío Richard cuando llegué al salón. Por lo visto había dejado de trabajar.
-¿Voy muy arreglada?- pregunté nerviosa.
-No, estás perfecta- dijo mi tía, quien tenía a Sue dormida en sus brazos.
-Gracias- agradecí- Bueno... pues hasta luego.
-Pásate lo bien- me dijeron mis tíos mientras abría la puerta de la casa.
Cerré y miré, pero no vi el coche de Daniel. Miré de nuevo el reloj y sólo faltaban dos minutos para las cuatro, así que me puse a revisar mi bolso por si me faltaba algo: pañuelos de papel, monedero, móvil y las llaves de casa. No, no me faltaba nada.
Oí el sonido del claxon de un coche y vi que era el de Daniel. Estaba un poco nerviosa. Respiré hondo varias veces para tranquilizarme, mientras me dirigía al coche de mi amigo.
Abrí la puerta y entré en él. Me fijé como iba vestido Daniel: pantalones negros, una camisa azul y deportivas. Luego lo miré a él y me sonrió:
-Hoy te ves realmente guapa.
-Gracias, tú tampoco vas mal- contesté.
-¿Lista para una tarde genial?- me preguntó.
-Eso espero- dije y arrancó el coche.
No tenía ni idea de lo que podía estar tramando.

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