jueves, 23 de diciembre de 2010

Seis

Los días pasaron y agosto llegó. Con él el llegó el vigésimo primer cumpleaños de Daniel. Era el primer viernes de ese mes, así que, cuando terminamos ese día de rodar, algunos compañeros de rodaje lo sorprendieron con una tarta. Él reía ante la sorpresa de nuestros compañeros. Le cantamos el cumpleaños feliz y Charlie le dio su regalo, diciendo que era de parte de todos. La verdad es que ninguno sabía lo que iba hacer, ni cual era su regalo.
-Bueno Daniel, espero que disfrutes de tu día de cumpleaños, porque mañana no tenemos rodaje, ni la semana que viene tampoco. Ese es tu regalo- dijo en una sonrisa.
-Muchas gracias, me encanta.- dijo Daniel en una sonrisa y me miró.
Yo, como de costumbre, aparté la mirada.
Mientras me comía mi trozo de tarta, busqué con la mirada a mi tío, pero no lo ví. Pensé que estaría en su despacho, así que solté el plato encima de la mesa y me dirigí allí. Estaba cansada y quería irme para casa.
No había dado ni cuatro pasos, cuando alguien me cogío del brazo. Me volví y vi que era Daniel.
-¿A dónde vas?- me preguntó soltándome.
-Voy a buscar a mi tío. Estoy cansada y quiero irme para mi casa.
-Pues entonces te llevo yo, porque Richard se ha ido ya. Me dijo que te llevara, porque le pedí que te dejara aquí un poco más.
Lo miré extrañada.
-¿Por qué le pediste eso?
-Porque quería despedirme de ti.
-¿Despedirme de mi? No te entiendo, Daniel.
-Vamonos y te explico. Tranquila, no te voy hacer nada.
-Ya lo sé- dije.
Nos despedimos de los demás y nos fuimos. Me monté en su coche algo cohibida y muerta de vergüenza. No me atrevía a hablar. Fue él el que lo hizo.
-¿Por qué estas tan callada?- preguntó mientras saliamos del aparcamiento.
-Estoy cansada, ya te lo dije.
-Bueno, si es eso...
Suspiré y Daniel me miró.
-Pensarás que soy un atrevido por haberle dicho a tu tío que te dejara un poco más en el estudio y que yo te llevara a casa.
-No, sólo me ha sorprendido un poco. ¿Qué era lo que me tenías que decir? Era algo como que tenías que despedirte de mí ¿Acaso es que te vas de la pelicula?- me temí que fuera eso.
Él rió un poco antes de hablar. Casi habíamos llegado a casa. Fue al llegar a la puerta de esta cuando lo hizo:
-Bueno... no sé si lo sabrás, pero la semana que viene se estrena la última película que hize antes que esta.
-Si, lo sé, algo he oido- contesté. No quería ser grosera, pero le pregunté:- ¿Qué tiene que ver eso conmigo?
-Quería que lo supieras. Me caes muy bien y te siento como una amiga. No sé si tú sientes lo mismo hacía a mí. Eres una chica muy simpática y agradable.
No podía creerme que Daniel Smith me dijera que me sentía como una amiga.
-Gra... gracias. Sí, para mí también eres como un amigo- susurré y lo miré.
Sonreía y noté como me sonrojaba. Agradecí que apenas hubiera luz en la calle, porque me moriría si Daniel me veía así.
-A ti si que te tengo que dar las gracias. Ahora si que te voy aparecer descarado, pero... ¿quedarías conmigo mañana?- noté una nota de timidez en su voz.
Respiré hondo.
Lo que siempre había soñado, quedar con Daniel Smith, se estaba haciendo realidad.
-¿Qué me dices? Seguro que no querrás...
-Si, por supuesto- contesté y le sonreí- ¿Por qué no iba a querer?
-No sé, soy famoso y la mayoría de la gente quiere quedar conmigo por mi fama, no como el chico que soy.
-Daniel, yo te veo como un chico normal de ventiún años, no como un actor famoso. Y sí, voy a quedar contigo como amigos que somos- le contesté.
-Gracias, eres francamente especial, Mary.
Sonreí y se me escapó una risita. Puse, sin darme cuenta, la mano en la palanca de cambio. Daniel me miró extrañado.
-¿Por qué te ries?
-Sólo me ha hecho gracia lo que has dicho sobre que soy especial- contesté y mirándole le dije:- Yo no soy especial.
-Para mí si- dijo muy convencido, poniendo su mano sobre la mía.
Una corriente eléctrica se extendió por mi brazo, cuando nuestras pieles se rozaron.
-Tengo que entrar en casa. Se está haciendo tarde. Mañana nos vemos- dije retirando mi mano de debajo de la suya.
-Como quieras, ¿te parece bien que te recoja a las cinco?
-Si, por supuesto. Hasta mañana- contesté abriendo la puerta del coche.
Lo oí suspirar antes de que se despidiese.
-Hasta mañana.
Salí del coche y lo miré por última vez. Hizo un gesto de despedida y arrancó el coche. Se fue y yo entré en casa.
-¡Ya estoy aquí!- saludé.
-¿Qué tal?- preguntó tío Richard.
-Muy bien. Tía Carolina, no voy ha cenar. He tenido bastante con la tarta. Me voy a duchar y luego me conectaré un rato a internet- dije dirigiendome a mi habitación.
Solté la cazadora allí, cogí el pijama y me fui derecha al baño, con una sonrisa dibujada en el rostro. Dentro de la ducha, empecé a reirme sola. No me creía que había quedado con Daniel. Sin darme cuenta, me puse a cantar una de las canciones que yo debía de interpretar en la película.
Cuando salí del baño, treinta minutos después, me dirigí a mi cuarto. Encendí mi ordenador portatil y me metí en la cama. Abrí el chat, por si veía a Ana, pero no estaba. Miré el reloj y vi que eran las once de la noche, es decir, sobre las doce en España y ella estaría dando una vuelta con nuestra pandilla. Bueno, le dejaría un correo electrónico. Cerré el chat y abrí el correo. Tenía muchos correos basuras, así que, cuando los borré, empecé a escribirle a mi amiga:
Hola, ¿qué tal? yo muy bien. Ana, no te puedes creer lo que me ha pasado hoy
después de terminar de rodar. El director nos ha dado más de una semana libre, porque
Daniel tiene que estrenar una película. Pero lo mejor viene ahora, después de la fiesta
que le han organizado nuestros compañeros por su cumpleaños, me ha traido a casa.
Cuando llegamos, me pidió que si podíamos quedar mañana. Y claro, yo no me he podido
negar. Tú sabes lo que me gusta. Mañana te envio otro correo diciendote como ha ido, por decirlo
de alguna manera, la cita. ¡No me lo puedo creer!
Muchos besitos amiga, te quiero. Mari.

Le di a enviar. Ya no tenía nada más que hacer por internet, así que apagué el ordenador y me fui a dormir.
Quede dormida al instante.

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