miércoles, 29 de diciembre de 2010

Ocho

Daniel me miraba y yo a él. Me había quedado sorprendida con lo que me había dicho. No ganaba para sorpresas.
-Supongo que ya lo sabrás todo de mí ¿no?- preguntó.
-Más o menos. He leído casi todo lo que ha salido de ti.- confesé. Me di cuenta, en ese momento, que Daniel tenía una habilidad sorprendente para que yo confesara todo delante de él.
-Entonces, tengo que averiguar yo todo sobre ti, ¿verdad?- preguntó con una sonrisa.
Sonreí nerviosa.
Él se dio cuenta y por eso me dijo:
-Tranquila, que no te voy a preguntar nada malo, ni quiero que me cuentes nada que tú no quieras, ¿vale?
-Vale- susurré.
-Entonces, cuéntame ¿qué es lo que más te gusta hacer?
-Pues me gusta mucho leer, el cine, la música, jugar al voleibol, salir con mis amigas, mi mejor amiga se llama Ana. Mis colores favoritos son el rosa y el negro. Tengo un gato como animal de compañía, no tengo hermanos. Soy acuario, nací el dos de febrero.- le conté.
-Interesante. No quiero que pienses que soy un entrometido con lo que te voy a preguntar ahora, pero me gustaría saber si... - se quedó callado. Lamenté haberme terminado de beber el capuchino, algo me decía que iba a necesitar beber algo pronto.
-¿Qué quieres saber más?
-Me preguntaba si... si tú tenías pareja- dijo y miró para otro lado, como avergonzado.
-Ahora no, ¿por qué?- contesté y ese fue el momento en que lamenté haberme bebido el café.
-Suponía que con lo guapa que eres, tendrías novio.
No podía creerme que Daniel Smith me dijera que era guapa. Como otra costumbre más, me volví a sonrojar.
-Llevo unos seis meses sin novio. Lo dejé porque se fue con otra - volví a confesar.
-Vaya, lo siento. Mi última novia fue Samantha, como sabrás. Creo que han sido los dos meses más largos de mi vida, ya te expliqué el por qué. Y creo que jamas volvería con ella, bueno creo no, lo aseguro.
Sonreí levemente.
-Pero bueno, es mejor olvidadlo... dime ¿cómo te gustan los chicos?
-¿Eh?...¡Ah! que tengan el pelo castaño, ojos claros, un poco más altos que yo, sinceros y simpáticos- sin darme cuenta lo había descrito a él. Me dio vergüenza hacerlo, pero le pregunté: -¿y a ti las chicas?
-Pues de pelo moreno, la estatura me da igual, pero si son algo más bajas que yo, mejor. Simpáticas, que no sean arrogantes ni muy presumidas ni prepotentes, y por supuesto, sinceras. Eso es algo que valoro mucho.
-Llevas razón.- contesté.
-Supongo también que habrás visto todas mis películas ¿no?
-Si, todas- dije mirando para otro lado.
-Se puede decir que eres una buena fan- dijo y sentí como me ponía más colorada aún. Se dio cuenta- ¡Ey! no te pongas así.
Asentí.
Suspiré y lo miré.
-¿Por qué te pones tan colorada?
-Nunca pensé que te conocería y menos aún que llegara a conseguir un papel en una película contigo. Esto que me está pasando es como un sueño.
-Normal, esto no es algo que pase todos los días.
-Hasta podría pensar que esto estaba programado por mis tíos y por mis padres.
-No creo. Nadie sabía que Samantha iba hacer lo que ha sucedido. Pero me alegro de lo que ha hecho porque así te he podido conocer. Me gusta como me tratas. Las chicas que conozco, me tratan bien por quien soy y por mi fama, no como el chico normal que soy.
-Ya te lo dije ayer, eres un chico normal. Que más da que seas rico, famoso y que hayas trabajado en bastantes películas, para mí lo que cuenta es tu forma de ser y no lo famoso que seas. Y te estoy siendo sincera con lo que te he dicho.- dije.
-Gracias, por esa razón eres tan especial para mí.- me contestó agarrando mi mano izquierda, que estaba al lado de mi taza.
El nuevo contacto de su piel con la mía, hizo que un hormigueo se apoderara de mi brazo hasta llegar al estomago donde se instaló. Miré mi mano entre la suya y luego lo miré a él. Estaba sonriendo.
-Yo... Daniel, yo...- empecé a hablar, pero no me atrevía a decir nada. Retiré mi mano y me levanté:- Debo irme... tengo que volver a casa.
-¿He dicho o hecho algo que te haya molestado?- me preguntó mientras se levantaba él también y yo pasaba por su lado.
Había estado a punto de confesarle que me gustaba, que el corazón se me salía del pecho cada vez que lo veía, que me faltaba el aire cuando lo veía aparecer cada mañana por el set de rodaje y que ... me estaba enamorando de él.
Abrí la puerta de la cafetería y descubrí que estaba lloviendo, pero aún así, me dirigí hacía el coche. Daniel lo abrió rápidamente y entramos en él. Cuando se sentó, me volvió a preguntar:
-¿He dicho o hecho algo que te haya molestado?
-No, claro que no. Sólo soy yo...
-Dime, ¿qué te pasa?- preguntó arrancando el coche.
-Nada, no es nada.- contesté en un susurro.
-Puedes confiar en mí, somos amigos, Mary- dijo en una sonrisa.
-Ya lo sé. Perdona por mi reacción, no sé lo que me ha pasado. Has empezado a decir que soy especial y me he puesto así. Perdona.
-No te tengo que perdonar nada, al revés. Eres tú la que me tiene que perdonar a mí por haberte preguntado tanto.
Lo miré. Llevaba poco más de un mes conociéndolo y estaba feliz por ello, pero jamas me hubiera imaginado que esto pasase. Una situación así no me la esperaba.
-Yo tampoco tengo que perdonarte nada, Daniel.
Y no volvimos a hablar hasta que llegamos a mi calle. No pude dejar de mirar por la ventanilla durante el trayecto. De vez en cuando, notaba como Daniel me miraba. Justo en el momento que aparcó delante de la puerta de casa, mi móvil sonó. Era tía Carolina.
-¿Ha pasado algo, tía?- pregunté nada más coger la llamada.
-No, hija, no te angustie. Sólo te llamaba para que supieras que tu tío, tu prima y yo hemos salido a cenar a casa de unos amigos. No sé a que hora llegaremos. Ha sido así, de repente.
-¡Ah!, vale, de acuerdo. Que disfrutéis.
-Gracias, tú también. Hasta luego, Mary.
-Adiós- dije y colgué. Miré a Daniel y le dije:- Mis tíos han salido a cenar fuera de casa.
-Vaya.
-Pues yo me bajo ya, si no te importa. Me ha gustado mucho quedar contigo, eres un chico genial.- dije e intenté sonreír.
-Lo mismo digo- respondió él y abrí la puerta del coche. Por fin había dejado de llover.
Como no sabía cuando volvería a verlo con exactitud, le dije:
-Hasta pronto.
-Hasta pronto y que te sea leve el rodaje.- dijo en tono bromista.
Le sonreí como respuesta, ya que sabía que no había rodaje durante su ausencia. Cerré la puerta y me fui camino a casa. No di ni dos pasos, cuando me volví sobre ellos. Toqué la ventanilla y Daniel la bajó:
-¿Quieres entrar?- le pregunté. Era lo mínimo que podía hacer después de como me había comportado en la cafetería.
-¿A tu casa? Si quieres... pero que conste que no quiero abusar- dijo saliendo del coche.
-No estas abusando- le contesté y ambos nos dirigimos a casa.
Abrí la puerta y entramos.
Yo seguía sin comprender mi actitud en la cafetería.

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