jueves, 28 de julio de 2011

sesenta y cinco

Estaba bastante cansada cuando llegué a casa de mis padres. Las piernas me pesaban y los tobillos, hinchados.
-Me recuerdas a tu madre cuando estaba embarazada de ti-dijo papá después de llevar la maleta de Daniel y la mía al dormitorio.
-Espero que mamá no tuviese esta barriga.
-¡No te imaginas la barriga que yo tenía cuando estaba de siete meses igual que tú!-exclamó mi madre desde la cocina.
Todos reímos y Lucas se acercó a mi para decirme.
-Cuando tengas al bebé, ¿podré jugar con él?.
-Claro que si, enano.-contesté.

Los días pasaban y Ana no dejaba de llamarme todos los días. Quería asegurarse que su sobrino aún no había nacido. Más de una vez le colgué por pesada.
Daniel vivía practicamente en un avión. Se pasaba casi todas las semanas volando, aunque me prometió que, para finales de agosto se quedaría conmigo hasta que diera a luz. Mi doctora de Londres me había dicho que para principios de septiembre tendría a mi bebé. Daniel se quedó conmigo desde el treinta de agosto. Ya había terminado de rodar y eso le permitía quedarse más tiempo aquí. Ana llegó el cuatro de septiembre con una buena noticia: Se casaba.
-Estoy muy emocionada, Mary. Ya sabes que tienes que ser mi dama de honor.
Asentí. Esperaba que se casara, por lo menos, dentro de un año. Pero me alegraba por ella, Michael era un chico excelente.
La madrugada del día siete al ocho, me desperté un poco sudorosa. Miré el reloj y vi que marcaban las dos de la mañana. De repente, noté que la cama estaba mojada, así que levanté las sábanas.Descubrí que había roto aguas. Me levanté de la cama y salí de mi habitación, camino de la de mi hermano que era donde dormía Daniel junto a Lucas.
-Danny- dije zamarreandolo un poco- Danny, cariño, despierta.
-¿Qué pasa, hermana?
-Avisa a mamá y a papá.
Mi hermano salió corriendo de su cuarto mientras yo seguía desperdando a mi marido.
-¿Qué pasa?
-El bebé viene en camino.
-¿Cómo?
-iQue he roto aguas!-dije algo nerviosa a la vez que llegaban mis padres.Mamá me dijo que respirara hondo. Sentí un dolor dentro de mí. Papá y Danny preguntaron que me pasaba y oí a mi madre decir algo de contracciones. Luego, los mandó a hacer algo mientras ella me ayudaba a bajar las escaleras. Mi padre tenía el coche listo cuando llegué con mi madre a la puerta de casa. Daniel entró en él como un rayo junto con mi hermano. Una vez que llegamos al hospital,me metieron para paritorio rápidamente. Mi marido no me soltó de la mano en ningún momento.
Mi bebé, ya venía en camino

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