miércoles, 17 de noviembre de 2010

Uno

Por fin había acabado los exámenes de selectividad y había hechado la matricula para la universidad. Iba a estudiar Bellas Artes en la capital, así que por fin iba a salir de mi pequeña ciudad. Vale, me encanta donde vivo pero es que la perpestiva de vivir en otro lugar me es tentador.
Siempre había vivido en Osuna, una pequeña ciudad de Sevilla y apenas conocía mundo,por así decirlo. Mi nombre es María, pero prefiero que me llamen Mari, suena menos serio y más juvenil. Tengo dieciocho años y mi gran sueño es convertirme en actriz o cantante. Aunque me apasiona el arte, por eso elegí estudiar Bellas Artes. Mi mejor amiga se llama Ana y nos llevamos conociendo toda la vida. Tiene el mismo sueño que yo, aunque lo suyo es más el teatro que el cine, como yo. Ambas coincidimos en el color castaño de cabello, pero no en el de los ojos, los suyos son verdes y los mismos marrones. Su pelo es liso y el mío ondulado.
De pequeñas nos confundían porque creían que eramos hermanas. A mi madre y a la madre de Ana le hacían mucha gracia aquello.


Cuando Ana y yo terminamos los exámenes y nos dieron las vacaciones, jamas pensamos que el verano iba ser tan movido ni tan apasionante como sucedió.
Todo empezó el lunes diez de julio en mi casa. Me llevé una grata cuando mi tía Carolina llegó a eso del mediodía desde Londres. Era mi tía favorita, ya que vivía en Inglaterra, un país que siempre me había atraído, era actriz, vivía en una casa acomodada y se había casado con un guapo productor de cine ingles. Tenía el pelo por debajo de los hombros, que era color chocolate, unos bonitos ojos marrones y alta. Siempre vestía a la moda y tenía un humor excelente. La quería muchísimo, era la única hermana de mi padre.
Cuando la vi entrar por la puerta de casa, me abalancé sobre ella como una posesa. Mi tío Richard rió, es decir, su marido. Después de besar a tía Carolina, le di otro beso a su marido, a quien también quería mucho. Me sorprendió que no hubieran traído a mi pequeña prima Sue.
-¿Dónde está la pequeña?- pregunté cuando mamá terminó de saludar a los tíos.
-Se ha quedado en Londres. Aún es muy pequeña para viajar tanto- me contestó mi tía. La verdad es que llevaba razón, Sue tenía dos años.
-Bueno, ¿cómo es que te has dejado caer por aquí, hermanita?- le preguntó papá, que era exactamente igual que mi tía, puesto que eran gemelos.
-Pues por el asunto que os comenté por teléfono hace un mes.
Miré a mis padres ¿Cuando había llamado mi tía y yo no me había enterado?
-Mmm... es verdad. Entonces dale la sorpresa a Mari- contestó mamá.
Miré de nuevo a mis padres con gesto dudoso, ¿qué sorpresa me iba a dar mi tía? ¿Por qué tanto misterio?
-Bueno, Mari. Sé que te has sacado con muy buenas notas tus exámenes de selectividad y como ya sabía que querías venir conmigo a Londres desde hace algún tiempo... tus padres y yo queremos que te vengas, hasta que empiecen las clases, con tu tío y conmigo a pasar las vacaciones.
-¿A Londres? ¿Yo?- miré por tercera vez a mis padres, que sonreían.
El sol entraba por la ventana haciendo que el rubio dorado del cabello de mamá brillase. Me lancé contra ella, besándola.
-¡Oh, gracias! A los dos.
-Pero bueno, todavía no has contestado a lo que te ha dicho tu tía.
-Por supuesto que si... me encantaría.- dije sonriendo.
-El mérito de esto se lo debes a tu tío Richard- dijo tía Carolina guiñándole un ojo a su marido.
-Tío Richard, gracias. Te adoro- dije mientras me fundía en un abrazo con él.
-No hay de qué. Sé que te gustaría venirte con nosotros, por eso se lo dije a tu tía- Aún seguía sin saber donde había aprendido hablar tan bien el español.
-Hija, no pierdas tiempo que el avión hacia Londres sale a las siete de la tarde y son las dos y media. Todavía tienes que preparar la maleta- me urgió mamá, mientras me empujaba escaleras arriba.
-Pero...¿ya?
-Si, ya. No te entretengas más- me dijo papá. Mis tios y mis padres se rieron ante mi cara de aútentica complejidad.
Llegué a mi habitación, decorada con póster de mis actores favoritos, fotos con Ana y algunos póster más de cantantes que me gustaban, y saqué la maleta que guardaba en lo alto de mi armario. La llené de vaqueros, faldas, de camisetas, de mi ropa interior, de zapatos y de otras prendas más.
Cuando la cerré, fui al baño a por mi cepillo de dientes y del cepillo para el pelo. Los metí en mi neceser de mano y volví a mi habitación. Iba por ella como una bala, aún sin creerme que me iba a Londres con mis tíos.
De repente me acordé de Ana, ella no sabía que me iba. Tenía que decirselo. Así que cogí mi móvil y la llamé.
Cuatro, cinco y hastas seis pitidos y no me cogía la llamada, así que opté por enviarle un mensaje de texto:
Hola. Oye ¿qué pasa, por qué no me
coges la llamada? Tía, tengo que decirte una
cosa. ¡Que me voy a Londres con mi tía Carolina!
Es una pena que no puedas venir. Ya te contaré
más cuando te vuelva a llamar. Besos.
Justo cuando se lo envié, mamá tocó a la puerta. Me ayudó a bajar la maleta al salón, donde me esperaban mis tíos, con una sonrisa.
-¿Lista?- preguntó tía Carolina viendo mi maleta.
-Si- me giré hacía mamá- Gracias por todo, mamá. Te quiero. Y a ti también papá.
-Yo también te quiero- contestó mamá.
-Portate bien en Londres, que no me entere que haces alguna trastada. Cuidate mucho, hija- se despidió papá.
-Cuidaremos de ella, Enrique. Cuídate, Mariola- se despidió tía Carolina de mis padres.
Tío Richard se despidió de papá con una abrazo y de mamá con un beso. Volví a abrazar a mis padres en la puerta de casa y luego me monté en el taxi con mis tíos.
Lo que no me podía esperar eran todas las sorpresas buenas y también malas, que me esperaban en mi nuevo lugar de vacaciones.

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