jueves, 31 de marzo de 2011

Treinta y seis.

Estaba agobiadísima con los exámenes que tenía antes de las vacaciones de Semana Santa. Encima tenía que soportar casi todos los días a un montón de periodistas, que me seguían por todos lados, que me preguntaban sobre mi vida junto a Daniel o sobre cualquier cosa que quisieran saber. Ya, por lo menos, se habían callado los rumores de mi supuesto embarazo, pero no me dejaban tranquila. Las televisiones no paraban de llamarme para que diese entrevistas. Estaba volviéndome loca con tanto periodista alrededor.

Hablaba con Daniel, al menos, dos días por semana. Ahora, todo se me estaba haciendo más cuesta arriba porque, a mediados de Abril, Ana se iba a Inglaterra hacer la prueba para la obra de teatro que le dije. Tenía que estar, al menos, dos semanas sin ella, eso si no la cogían, porque de hacerlo, se tendría que quedar allí. Me iba a dar algo.

Mamá seguía con su embarazo sin ningún problema. Ya estaba de cinco meses y estaban a punto de decirle el sexo del bebé. Yo prefería niña, pero si era niño, lo iba a querer igual.

Tío Richard había llamado hacia unos días para confirmarme la fecha de estreno de la película. Sería el día tres de mayo en Reino Unido y el diez, en España. Ya deseaba que llegase ese día para ver a Daniel. Aún quedaban algo menos de dos meses para eso, pero a mí el tiempo se me hacía eterno. Últimamente me agobiaba con todo. Ya estaba así por los exámenes, pero el hecho de ver periodistas todos los días era algo abrumador.

Me pasaba las horas muertas mirando la pulsera que Daniel me había regalado por mi cumpleaños. Era de plata y tenía un corazón colgando. O si no, leyendo la carta que venía con ella. La verdad, es que estaba deseando verlo.





Abril llegó y con él, la ida de mi mejor amiga. Ana tenía todo listo. Su padre iba a venir por ella para llevarla al aeropuerto. En Londres iba a quedarse en casa de mis tíos. Ahora, yo me quedaba sóla en mi piso hasta que llegase el día en que me fuera para allá. Tío Richard me había dicho que el día dos tenía que estar allí, porque ese mismo día tenía una entrevista en una televisión local. Sólo me separaban cuarenta días de Daniel.

Cuando el padre de mi amiga vino por ella, ésta y yo nos echamos a llorar. Esperaba que consiguiese ese papel en la obra de teatro junto a Daniel. Él iba hacer todo lo posible par que Ana consiguiera el papel. Era el protagonista y conocía muy bien a la directora para decirle que escogiera a mi amiga para el papel. Sé que Ana lo haría estupendamente. El teatro era una de sus pasiones.

Antes de marcharse, mi mejor amiga me prometió que ese papel sería suyo, aunque ella desconocía lo que Daniel iba hacer. No sé de donde le venía aquella vena bromista, porque me aseguró que se iba a quedar con mi novio, ya que lo iba a ver muy a menudo. Le contesté, entre risas, que lo intentara, que a lo mejor lo conseguía. Ya sabía que ella no haría eso. A ella también le gustaba como actor, pero a la que realmente le gustaba como persona era a mí. Además, Daniel no era su tipo de chico.

Me dio un fuerte abrazo, un beso y se subió al coche con su padre. Le dije adiós con la mano hasta que la perdí de vista. Luego subí a mi piso. No tenía que estudiar mucho. Lo más probable, como era viernes, era que me fuese a mi pueblo a casa de mis padres. Mamá aúno no me había dicho el sexo del bebé y ya tenía ganas de saberlo. Así que preparé algo de equipaje y me fui para la estación de tren.

Iba a pasar los cuarenta días más largos de mi vida. Menos mal que tenía la compañía de mis padres que si no...

miércoles, 30 de marzo de 2011

treinta y cinco.

-¿Qué hay rumores sobre que estás embarazada?- preguntó Daniel en cuanto le conté lo sucedido.
-Sí, lo he leído en una revista.
-¿Y todo porque te han fotografiado con ropa ancha?. Esto se está poniendo bastante mal.
-Te puedo asegurar que la que está haciendo esto es Samantha. Danny, es la única que quiere estropear lo nuestro- dije en tono angustiado.
-Menos mal que todo es mentira, que si no...
-¿Estás dudando de mí?, ¿Crees que si estuviese embarazada, no te lo diría?
-No, no es eso, Mary. Lo único que digo es, que de esta manera, es más fácil negarlo. Ahora llamaré a Alex para que hable con el agente de Samantha...- dijo y de repente, se calló.
-¿Danny?
-Espera un segundo, en la tele están diciendo algo sobre nosotros.
-Vale- contesté y esperé hasta que Daniel volvió hablar al cabo de varios minutos.
-Acaban de decir lo mismo que tú me has dicho. Pero aquí es peor, dan por hecho de que estás embarazada.
-¡Ay, Dios!. Esto se está complicando...
-Mary, tranquilizate. Voy a llamar ahora mismo a Alex para que haga todo lo posible para acallar todo esto lo antes posible. Esto me está empezando a cabrear a mí.
-No vayas hacer ninguna tontería.
-¡Claro que no!- exclamó.
-De acuerdo. Mantenme informada, ¿vale?
-Por supuesto. Ahora te tengo que dejar, voy a informar a Alex de esto. Aunque, a estas alturas, ya creo que se sabrá hasta en la casa real.
-Como quieras. Muchos besos.
-Besos.- dijo y colgó.
Solté el teléfono y me puse a estudiar junto a Ana.
No habían pasado ni veinte minutos de haber soltado el teléfono, cuando éste empezó a sonar. Imaginé que era Daniel, pero vi que no era él al coger la llamada. Era mamá.
-Hola, ¿qué pasa?.
-Hola, hija. ¿Te has enterado de lo que dicen de ti en la tele?
-Si, ya lo he visto en una revista y Daniel me ha dicho que los rumores en Inglaterra son peores.
-Dime que todo es mentira.
-Por supuesto que todo es mentira. Yo no estoy embarazada.
-¡Menos mal! No sabes lo mal que lo he pasado cuando he escuchado eso.
-Puedes estar tranquila. Todo esto es un invento de Samantha Rose.
-¿Samantha Rose?- preguntó mamá algo extrañada.
-Es una actriz que rechazó el papel que yo hice en la película, porque quería más dinero. Y ahora está celosa porque estoy con Daniel.
-Llevas razón. Tu tía me lo contó.
-Mamá, tú tranquila que en tu estado no te puedes alterar. Bueno, ahora te dejo que tengo que seguir estudiando.
-Me alegro de que todo sea mentira. Vale, hija, ten cuidado. Muchos besos.
-Lo mismo digo. Dale recuerdos a papá. Muchos besos, mamá- me despedí y colgué.
Dejé el teléfono en su sitio y volví a la mesa a estudiar. Ana me miraba con una sonrisa. No entendía a que venía aquello.
-No me puedo creer que hayas cambiado en tan poco tiempo. Hace nada que te afectaba todo lo que decían de ti y ahora te da igual todo. Yo creo que te han hecho algo la última vez que has ido a Londres.
-Sólo me he dado cuenta que no se puede ser tan tonta. Esa quiere guerra y la va ha tener.
-¡Esa es mi amiga!- exclamó Ana pegando brincos en su silla.
Sonreí.
Mi amiga llevaba razón. Antes todo me afectaba, ahora no.
Tenía un novio famoso, del cual había muchas jovenes enamoradas de él, y como enemiga, a una joven actriz, que quería destruir mi pequeña carrera. Pero lo que le había dicho a Ana era verdad, si quería guerra, la iba a tener. No voy a quedarme de brazos cruzados.
Seguía siendo la chica de siempre, pero algo dentro de mí había cambiado.

martes, 29 de marzo de 2011

Treinta y cuatro.

-¿Qué Daniel y tú...?,¿ qué ha habido tema? ¡Te lo dije, Mary!, ¡Te lo dije!- exclamó gritando cuando le conté lo sucedido.
Como había imaginado, Ana no esperó ni un día de mi llegada para llegar a mi casa con su torrente de preguntas.
-¡Tía, baja la voz que mis padres están abajo!
-Es que te lo dije. Daniel lo ha preparado todo.
-No seas tan mal pensada, Ana.
-No es ser mal pensada, Mary. Lo único que te digo es que yo sabía que esto iba a pasar. Es normal entre una pareja que se quiere. No digo que sea nada malo, al revés.
-Entonces, ¿por qué te pones así?
-Porque te tengo una envidia increible. Tienes un novio famoso y encima tu primera es con él.
La abracé y le dije:
-No seas tonta. Verás como dentro de poco consigues un buen novio. Y quién sabe si hasta te haces actriz como yo lo he hecho- le contesté.
Ana sonrió.
-¡Ay, amiga!. Ojalá digas la verdad. Ya quisiera yo ser actriz como tú.
-Verás... Daniel me dijo el otro día que va hacer una obra de teatro y que necesitan una chica para un papel secundario. Si lo consigues, tendrías un papel en una obra de teatro con bastantes frases y tu sueño se puede cumplir.
-¡No! ¿Y por qué no me lo has dicho antes?. Pero no creo que consiga ese papel...
-¿Y para que estoy yo? Si la novia de Daniel Smith habla con él... puede ser que te consiga ese papel. Creo que ese chico puede hacer algo para que la mejor amiga de su novia obtenga ese papel.
-¡Ay, Mary! No sabes lo que te quiero- dijo Ana saltando y dandome un beso en la mejilla.
Empecé a reírme y mi amiga también. Si yo podía ayudarla, haría todo lo posible por hacerlo. Lo únioco que no le había dicho, era que ya estaba todo hablado con Daniel. Éste me dijo que fingiera un tiempo. Quería darle una sorpresa por lo buena amiga que era y por lo bien que se portaba conmigo. Haríamos todo lo posible para que consiguiera ese papel.


Volví a las clases a los pocos días de llegas a España. Había una gran espectación cuando entré en la universiad el lunes por la mañana. Todo el mundo me miraba cuando pasaba por mi lado. Ana los miraba fijamente y con mala cara. Yo me reía por lo bajo al ver la cara de mi amiga. Ya me daba igual lo que dijesen. Bastante me había afectado todo antes, como para que siguiera haciendolo. Lo que más me preocupaba ahora era mis estudios y me iba ha centrar en ellos por el momento, olvidandome del cine. Ya tendría tiempo de estar ocupada con eso. Aún me tenía que llamar mi tío para decirme cuando era el estreno de la película. Deseaba que llegara ese momento para poder ver a Daniel. Ya tenía muchas ganas de verlo.
Cada noche, me pasaba horas pensando en él hasta que el sueño me vencía. Había colocado en mi habitación, una foto que nos había hecho Ana un día en Londres. La tenía en mi mesita de noche. No podía dejar de pensar en él, ni siquiera en clase.

Un día, a finales de febrero, salía de la universidad y me dirigía junto a Ana a nuestro piso, cuando una compañera se nos acercó, corriendo.
-Mary, Mary, ¿puedo decirte algo?.
-Claro, ¿qué te pasa?
-Mira, lo primero, que conste que yo no tengo nada contra ti ni contra que estés con un actor famoso, pero me llevo lo suficientemente bien con vosotras dos, como para ocultarte esto- dijo y me enseñó una revista, que hasta ese momento, solía comprar rigurosamente.
Sandra, mi compañera de clase, me la entregó y señaló un reportaje, por decirlo de alguna manera, donde salía yo, precisamente. El titular decía:
"La joven actriz Mary Sanz puede estar embarazada del famoso actor ingles Daniel Smith"
Miré a Ana, quien estaba tan asombrada como yo. Seguí leyendo la noticia:
"Fuentes cercanas al actor inglés han dicho que la joven actriz española puede estar embarazada de cerca de dos meses. Todas las sospechas vienen a raiz de ver a Mary con ropa ancha y saliendo del hospital. Debemos de recordar que esta actriz conoció a Daniel Smith en el rodaje de la película que ambos protagonizan llamada UN SUEÑO HECHO REALIDAD. Llevan juntos cerca de seis meses y se han vuelto inseparables, aunque Mary vive en España en estos momentos donde cursa sus estudios de Bellas Artes. Esperemos confirmar esta noticia en la próxima entrega de esta revista."
Cerré la revista y se entregué a Sandra. Miré a Ana y dije:
-¿ Sabéis? Me importa un comino lo que diga la prensa. Yo no estoy embarazada ni de Daniel ni de nadie. Y estoy convencida que esto es obra de Samantha Rose. Pero ya estoy muy harta de sus celos. Que se piense bien las cosas y que no sea tan egoísta.
-¡Así se habla! -Exclamaron Ana y Sandra.
Les sonreí. Sabía muy bien que esto lo había inventado Samantha para perjudicarme, pero lo llevaba claro. Esta vez no me iba a pillar desprevenida. Si quería guerra, la iba a tener.

En cuanto llegué a casa, llamé a Daniel. Esperaba encontrarlo en casa, porque no sabía si estaría allí. Tuve suerte y me cogieron la llamada.
Suponía que él lo sabría ya, pero quería que lo supiese de todas maneras. Había que acallar esos rumores, no quería que esto afectara a mi familia.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Treinta y tres.

La fiesta de fin de año en casa de mis tíos fue estupenda. Los padres de Daniel y éste volvieron a pasar la noche en casa. Por lo visto, era una costumbre entre ellos. Durante esa misma tarde, había estado de compras con mi tía. Tenía que comprar unos regalos para mis padres. Cuando llegué a casa, ayudé a tía Carolina a preparar la cena.
Daniel y sus padres llegaron sobre las siete de la tarde. Aquel día, Daniel llevaba un traje gris con una camisa rosa y sin corbata. Me recordó mucho a como iba en el estreno de su última película, aunque en persona estaba mejor.
Mi tía me había regalado un precioso vestido en color negro que llevaba un lazo rojo en la cintura. Mi novio sonrió al verme y me susurró un "Vas preciosa" cuando pasé por su lado. Hacía ya tiempo que no me sonrojaba cuando me decía algo, pero esta vez ocurrió.
-¿Que te ha dicho mi hijo para que te pongas así de colorada?- me preguntó Kate cuando entré en la cocina a ver si podía ayudar en algo.
-No creo que diga nada, Kate. Mary es muy reservada con los asuntos de tu hijo- dijo tía Carolina.
-Simplemente me ha dicho que voy guapa- susurré.
-¿Ves? Este hijo mío es un romántico emperdenido.
-Si, Danny es muy romántico.
-¿Qué hablaís sobre Dan, señoras?- preguntó David.
Todos rieron y yo salí de la cocina antes de que me pusieran aún más colorada de lo que estaba. Me fui a jugar con Sue, que estaba jugando con sus muñecas en el sofá. Tío Richard estaba hablando con Daniel.
Unos veinte minutos más tarde, mi tía y Kate sirvieron la cena. Como siempre, todo estaba muy rico.

Después de la cena, mis tíos lo preparon todo para la entrada del nuevo año. Yo no tenía ni idea de como se celebraba la nochevieja en Inglaterra, pero tío Richard me sacó pronto de dudas: ellos lo celebraban como en España, con las tradicionales doce uvas.
Como mis tíos tenían televisión por sátelite, podíamos ver la retramisión en directos de las campanadas desde España.
Yo, por poco no me atraganto con tantas uvas. Eso sí, me lo pasé genial, viendo la cara que tenía Daniel con tantas uvas en la boca. Estuvo un buen rato en el fregadero de la cocina escupiendo las pipas de las uvas. Al volver dijo:
-Vaya costumbre que teneís en España.
-Haberte comido doce chocolatinas, verás el empache que ibas a coger- le comentó su padre.
Todos reímos y, para brindar por el nuevo año, bebimos una copa de champán, aunque yo bebí otra cosa.
Kate, David y Daniel se fueron a eso de las dos de la madrugada, pero antes de irse, mi novio y yo salimos a la puerta para hablar. Se despidió de mí dandome un beso en los labios antes de que sus padres abriesen la puerta de nuevo.
Me acosté a los pocos minutos, después de acostar a Sue.


El día dos llegó en un abrir y cerrar de ojos.
Ya tenía mi maleta preparada y montada en el coche de tía Carolina, cuando Daniel llegó en su coche. Salió de ésta, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Me preguntó por mi tía y le contesté que estaba dentro. Entró dentro de casa y salió a los pocos minutos con una sonrisa. Detrás de él, salió mi tía, quien abrió su coche y sacó mi maleta. Se la dio a Daniel, que la subió a su coche. Yo lo miraba sombrada y sin saber lo que hacía.
-¿Me quieres decir que haces?
No me contestó:
-Danny...
-Te va a llevar él al aeropuerto- contestó mi tía.
-¿Por qué?
-Porque dice que va a estar mucho tiempo sin verte y quiere estar un poco más contigo.
Lo miré. Aún sonreía.
-Este chico está loco, tía- dije.
En ese momento, Daniel llegó junto a mí y dijo:
-¿Nos vamos?
-Si no hay más remedio...
Me despedí de mi tía y de Sue antes de montarme en el coche de mi novio.

Casi llegando al aeropuerto, le dije:
-A esto se le llama secuestro, ¿sabes?
-Pues si es un secuestro, será secuestro consentido.
Reí. Daniel siempre tenía que responderme a todo lo que decía.
-Te voy a echar mucho de menos, Mary.
-Yo también, pero verás como dentro de poco nos vemos de nuevo.
-Eso espero- dijo y se inclinó para besarme.
Bajamos del coche y él bajó mi maleta. Me volví a despedir de Daniel, pero esta vez con lágrimas en los ojos. Si me dolía despedirme de mi familia, más me dolía despedirme de él. Y más después de lo ocurrido el día veintiocho.
No podía dejar de mirar hacía atrás antes de embarcar. Me dolía dejar aquella ciudad, a mis tíos y a él. Estaba deseando que llegase el momento de volver.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Treinta y dos.

Llegamos a Londres sobres las dos de la tarde. Nos encontramos con varios periodistas en el aeropuerto, pero Alex se encargó de decirles que no íbamos a decir nada. Se lo agradecí en cuanto subimos al coche. Estaba cansada y no me apetecía nada responder a preguntas.
Daniel y Alex me dejaron en casa. El primero me dijo que nos veríamos mañana porque hoy estaba cansado y no le apetecía salir. Yo le respondí que me pasaba lo mismo.
Me despedí de ambos y entré en casa. Sue me saltó encima, literalmente.
-Hola, tíos, ¿Cómo estaís?- pregunté cogiendo bien a mi prima y dejando la maleta en el recibidor de casa.
-Hola, cariño. Todo va bien. ¿Qué tal tu estancia en Nueva York?- me preguntó tía Carolina, que intentó coger a Sue, pero ésta se negaba.
-Déjala, a mí no me molesta. Pues ha sido fantastíca. Es una ciudad muy bonita.- contesté.
-Me alegro.
-¿Qué tal la entrevista, Mary?. Alex me dijo que al final sólo tuvisteís una- preguntó Richard.
-Bien. Daniel ha hecho público lo nuestro- dije sentándome en el sofá.
-Ya lo sabemos. Lo han dicho unas diez veces desde que Dan lo hizo. Parece que nadie ha escuchado nunca hacer una declaración en público.- dijo tío Richard como indignado. Me pareció extraña su reacción.
-¿Por qué lo dices de esa manera?- pregunté.
-Mary, están diciendo que eres un capricho de Daniel- contestó mi tío.
Solté a mi prima a mi lado y miré a mis tíos.
-Eso es mentira. Yo no soy un capricho de Danny.
-Claro que no, hija.- dijo tía Carolina sentandóse a mi lado en el sofá- Son mentiras de Samantha.
-Samantha, Samantha y siempre Samantha. ¿Esa chica nunca va a dejarme en paz?, ¿No se puede dar cuenta de que Daniel no la quiere?- dije algo enfadada.
-No te alteres, Mary. Simplemente está celosa- dijo mi tía.
-Pues se puede meter sus asquerosos celos por donde le quepan. Estoy desando verla para decirle cuatro cosas.
-No vayas hacer nada de lo que te puedas arrepentir, Mary. Deja que diga lo que quiera- habló Richard.
-¿Lo que quiera, tío?, ¿Se te olvida lo que lió en el plató y lo que dijo en la tele?
-Claro que no se me ha olvidado, pero Samantha está celosa porque Daniel está contigo y no con ella.
-Mirad, paso de todo. Me voy a mi cuarto, que quiero llamar a Ana para contarle algo- contesté levantádome del sofá y dirigiendóme al recibidor.
Cogí mi maleta, volví al salón a coger el teléfono inalambrico y me fui a mi habitación. Me tiré en la cama y marqué el número de la casa de mi amiga. Tuve suerte y cogió ella el teléfono. Parecía contenta de escucharme.
-¡Hola! Por fin das señales de vida, señora famosa.
-¡Hola, amiga! Perdona, pero he estado muy liada.
-¿Liada? Tú me dijiste que tenías un par de entrevistas. ¿A qué te refieres con eso?
-¡Pero qué preguntona!- exclamé- Anda que si yo te contara...
-Estas tardando, Mary. Dispara.
-Bueno, Alex me regaló un vestido precioso porque no tenía nada que ponerme para la entrevista en televisión.
-¿Para eso me llamas?, ¿Para decirme que Alex te ha regalado un vestido?. Pero a mí no me engañas. Allí ha pasado algo más.
-¿Algo más? Qué va... No ha pasado nada más. Una simple cena con Daniel y ya está, de verdad.- intenté disimular, pero Ana me conocía demasiado bien.
-A mí no me engañas. Ahora no me lo vas a contar, porque mi madre me está llamando, pero en cuanto llegues, lo quiero saber todo con lujo de detalles.
-Por supuesto. Ya nos vemos. Cuidate, amiga.
-Lo mismo te digo. Adiós- contestó Ana y colgó.
Ya sabía que no podía mentirle a mi amiga. Me conocía demasiado bien como para engañarla. Seguro que, en cuando llegase a casa, estaría allí ella para que se lo contase todo. Se me escapó una sonrisa al pensar aquello.

No eran más de las ocho de la tarde, ya había cenado, duchado y estaba viendo la televisión a la vez que me estaba mandando mensajes de texto con Daniel. La verdad es que ya me estaba dormiendo, así que decidí acostarme. Me despedí de mis tíos y entré al baño antes de meterme en la cama. Le envié un último mensaje a Daniel y apagué el móvil. Me quedé dormida con tan sólo cerrar los ojos.

Treinta y uno.

Aburrida en la habitación me pasé toda la tarde hasta la hora que Daniel me había dicho. Fue tal mi aburrimiento, que decidí ducharme de nuevo antes de vestirme. Me llevé un buen rato para ponerme el vestido, los zapatos y para peinarme. Cuando ya estuve preparada, miré el reloj y sólo marcaban las seis y media. Me desplomé en un sillón, pensando en lo lentas que pasaban las manecillas del reloj. Agudicé el oído por si oía la puerta de al lado, la de la habitación de Daniel, pero nada.

A las siete menos diez me puse bien el vestido, me pasé el cepillo por el cabello y decidí bajar al restaurante. Iba pensando en decirle a mi novio que, por lo menos, me podía a ver dicho a dónde iba a ir. De esa manera llegué al restaurante y, ni di cuenta de que Daniel estaba en la puerta, esperándome. Incluso tropecé con él.
-Oye, ¿Qué te pasa? ¿En qué estas pensando que no ves a nadie?- preguntó él cogiéndome por los hombros.
-¡Ay, perdona! Estaba pensando en que quería decirte algo...
-Y no te diste cuenta que yo estaba en la puerta, ¿no?
Vi que sonreía.
-No, no me di cuenta- dije y Daniel me cogió de la mano- ¿Por qué me has citado aquí?
-Bueno... yo... yo quería decirte todo lo que significas para mí y agradecerte que hayas entrado en mi vida. Lo eres todo para mí. Eres mi sueño hecho realidad.
-Daniel, tú también lo eres para mí.- contesté sentándome en la mesa.
Parpadeé varias veces y respiré hondo. Aquello me pareció un dèjá vú .
Me percaté que no había nadie en el restaurante salvo nosotros dos. Volví a mirar a Daniel, que estaba sonriendo.
-¿Por qué no hay nadie aquí?
-He conseguido que cierren el restaurante para nosotros dos.
-¿Y por qué has hecho eso?
-Quiero una noche tranquila contigo sin nadie que nos miren.
Aquello me gustó. Sonreí.
-Estás loco, Danny.
-¿Danny?, ¿Desde cuando Mary Sanz me llama Danny?- dijo con una sonrisa de lo más amplia.
-Desde hoy. Nunca me he atrevido hacerlo, pero hoy si. No sé por qué.
-Me gusta- rió- ¿Quieres cenar ya?
-Claro, entonces, ¿para qué hemos venido?.
Daniel levantó la mano y un camarero trajo la cena. Durante ésta, hablamos de todo. Lo noté mucho más cariñoso que nunca. No sé por qué, pero aquello me gustaba. Terminamos de cenar y salimos del restaurante. Volvió a cogerme de la mano y nos dirigimos al ascensor. Llegamos al piso donde están nuestras habitaciones. Pensé que cada uno se iba a la suya, pero vi que no era así cuando no me soltó la mano al llegar a mi habitación. Entramos en la suya y entonces me soltó.
-¿Qué hacemos aquí?- le pregunté extrañada.
-¿Te molesta estar aquí?
-No, claro que no.- sonreí.
-No te lo he dicho antes, pero hoy estas realmente guapa. Ese vestido es muy bonito.
-Gracias. Tú tampoco estás mal- dije, y era verdad. Iba con unos pantalones negros y una camisa blanca.
Se acercó un poco más a mí, se inclinó y empezó a besarme. No era un beso como los demás, sino más apasionado y dulce. Sus manos rodearon mi cintura y las mías, su cuello.
-Sabes lo mucho que te quiero, ¿verdad?- preguntó mientras seguía besandóme.
-No, no lo sé- mentí.
No respondió, sino que siguió besandóme.
Noté que bajaba la cremallera de mi vestido y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mis manos temblaban mientras le quitaba los botones de su camisa. Mi vestido cayó al suelo y su camisa, también. Me quité los zapatos cuando él me cogió en volandas para llevarme a la cama. Me dejó suavemente allí, mientras él se ponía encima. Mis manos recorrían su espalda mientras las suyas recorrían mi cuerpo.
No dejaba de besarme.
Si alguna vez soñé que este momento fuese así, la realidad era mucho mejor. Daniel era todo dulzura.

Cuando desperté, eran las siete de la mañana.
Creí que lo vivido la noche anterior había sido un sueño hasta que me di cuenta que los brazos de Daniel me tenían abrazada.
Sonreí con ganas y suspiré.
En ese momento, se despertó y me miró sonriendo:
-Buenos días, ¿qué tal has dormido?
-Estupendamente. Creo que nunca he dormido mejor, ¿y tú?.
-Lo mismo digo- contestó.
Se levantó de la cama y fue al baño. En cuanto salió, volvió conmigo a la cama.
-¿Cómo se te ocurrió esto?- le pregunté.
-No se me ocurrió, simplemente ha sucedido.
-No sé que pensar- dije poniendo cara de que no me lo creía.
-¡Qué mal pensada eres, Mary!
-¿Yo? Lo único que he dicho ha sido que esto me ha parecido que lo has tramado.
-Ya... Me quieres decir que no te ha gustado ¿no?- dijo en tono ofendido.
-¡Bah! Daniel, estoy bromeando- le dije sonriendo.
-No me lo creo- contestó. Parecía enfadado.
-Danny...- empecé a decir, pero él empezó a reírse a carcajadas.
-¿Te has creido que me he enfadado?- dijo entre carcajadas.
-¡Eres tonto!- exclamé y me volví hacía la derecha.
Él se inclinó, ya sin apenas reirse, y dijo:
-No te enfades. Ya sabes que me gusta hacer bromas.
Suspiré.
-Esto no estaba planeado, ya te lo he dicho. La cena sí, pero esto no. Aunque si te digo la verdad, me alegro de que haya pasado.
Me volví hacía él.
-Yo también me alegro de que haya pasado.
-Entonce, ¿no te arrepientes?
-Contigo no me puedo arrepentir de nada, Daniel.
Me acarició la mejilla y dijo:
-Te quiero.
-Te quiero.
Me besó, cogió el teléfono y pidió el desayuno.
Mientras me vestía y Daniel se duchaba antes de que viniese el desayuno, no pude dejar de pensar que aquella noche fue inolvidable.

lunes, 7 de marzo de 2011

Treinta.

La mañana del veintiocho amaneció soleado pero fría. Abrí las cortinas para que entrase un poco de sol en mi habitación, aunque este sol no se parecía nada al que había en Andalucía.
LLamaron a la puerta. Fui a abrir y era una camarera con el desayuno. Acaparó mi atención una rosa con una nota. Me pareció extraño:
TE ESPERO ESTA NOCHE,
A LAS SIETE, EN EL
RESTAURANTE DEL HOTEL.
NO TARDES. BESOS.
DANIEL.
¿A qué venía esto? ¿Sería una broma? Hoy era el día de los Santos Inocentes, pero espero que no fuera una broma. Daniel tenía fama de bromista, pero no creo que ahora me gastase una.
Me duché, me vestí y fui a buscar a Daniel a su habitación. Llamé varias veces, pero nadie abría. Pasó por allí una camarera de piso y me dijo:
-El señor Smith no está en su habitación, ha salido muy temprano.
-¿Qué ha salido?. Pues a mí no me ha dicho nada... Muchas gracias por decirmelo.
-De nada, señorita.
Volví a entrar en mi habitación. Miré el reloj y sólo eran las nueves y media de la mañana. No sabía que hacer. Menos mal que me había traído mi ordenador portatil. Lo encendí y me puse a buscar cosas por internet. Encontré en una página, un titular que me llamó la atención:
"El actor inglés, Daniel Smith, tiene novia: la joven actriz Mary Sanz"
Leí también la noticia que lo acompañaba:
"Daniel Smith, de veintiún años, confesó ayer en un programa americano que tenía novia. Se trata de la joven actriz española Mary Sanz. Se trata de una chica de dieciocho años, sobrina de la reconocida actriz Carol Sanz, que ha participado en la película "Un sueño hecho realidad" junto al joven actor inglés.
Esperamos que esta pareja dure bastante y no sea un amor pasajero."
Me quedé perpleja al leer aquella noticia. Por lo menos no decían nada malo, aunque no tardarían en hacerlo. Seguro que a estas alturas, Samantha Rose ya sabría lo que había hecho Daniel. Estaría furiosa, pero esta vez no me iba a pillar desprevenida como aquella vez que dijo que yo estaba engatusando a Daniel.
Apagué el ordenador y decidí buscar algo apropiado para aquella cita, por decirlo de alguna manera.
Por mucho que buscara, no encontré nada que me gustase. ¿Por qué no había puesto en mi maleta un simple vestido?. Tenía el que me había regalado Alex, pero no me apetecía repetir vestido dos días seguidos si no era necesario. Así que decidí ir de compras a las tiendas que había cerca del hotel. Me puse el abrigo, unas gafas de sol y bajé a recepción. Salí del hotel y giré a la derecha. Entré en una tienda, pero salí de inmediato, pues era muy elegante. A los pocos metros encontré otra, pero también salí de inmediato. Demasiado cara para mi gusto. Cruzé la calle y encontré una apropiada.
Busqué y busqué hasta que encontré el vestido perfecto, en un color rosa precioso. Pagué y salí de la tienda dirigiendome de nuevo al hotel. Cuando llegué a mi habitación, extendí el vestido sobre la cama.
Sonreí.
Miré la hora y decidí bajar a almorzar, aunque fuera sola. Daniel no había dado señales de vida en toda la mañana. Mientras entraba en el restaurante y me sentaba en la mesa, llamé a mi novio por el móvil.
-¿Dónde estás?- le pregunté cuando me cogió la llamada.
-Estoy en... Central Park. Pero estate tranquila que ya mismo estoy allí.
-¿Y qué haces allí? ¿Por qué no me has dicho nada? Llevo toda la mañana sin saber de ti.
-Lo siento. Ha sido un imprevisto. Te tengo que dejar. Luego te veo. Te quiero- dijo y colgó.
Miré a mi móvil, atónita. Lo guardé en mi bolsillo y me puse a almorzar.
A veces me preocupaba que Daniel estuviese volviéndose loco.

Veintinueve.

Al llegar al estudio, nos metieron rápidamente en maquillaje. Allí nos encontramos con la presentadora, que nos saludó muy amablemente. A mí me dijo que estaba encantada de haberme conocido y que había oído hablar maravillas de lo bien que actuaba sin tener apenas experiencia. Yo la miraba sorprendida, ya que no entendía de donde sabía ella esas cosas. Charlie, el director de la película, era primo de ella, así que por eso lo sabía.

Faltaban sólo dos minutos para entrar al plató y los nervios se apoderaron de mi estomago. Me recordó a la misma situación que viví hace unos días antes de entrar en la entrevista de televisión. Respiré hondo varias veces logré tranquilizarme un poco. Un realizador del programa, nos avisó a Daniel y a mí para que estuviesemos preparados, que en pocos segundos entrábamos. Miré a mi novio y éste me sonrió. Me apretó la mano en un gesto para que me tranquilizara.
-¿A quién no le gustaría que su sueño se hiciera realidad? ¿Cuántos han soñado con triunfar en la música? Habrá muchas personas que al ver "Un sueño hecho realidad", se identifiquen con los personajes de esta película. Hoy están con nosotros Daniel Smith y Mary Sanz, los protagonistas de esta película.
El público empezó a aplaudir y, Daniel y yo entramos en plató. Saludamos de nuevo a la presentadora y nos sentamos en unos sillones que había allí.
Empezó a preguntar a Daniel y, después de varias preguntas a él, me preguntó:
-Eres española, Mary, ¿Te a resultado dificil poder relacionarte con tus compañeros ingleses?
-No, no me ha resultado dificil para nada. Se inglés desde los cinco años. Además he tenido la ayuda de todos mis compañeros de reparto.
-No tienes que decir nada malo de ellos, ¿no?
No, para nada. Todos son unas excelentes personas.
-Daniel, ¿le has gastado alguna broma?
-¡Claro que no! No quiero que pensara mal de mí con tan sólo conocerme.
Eso provovó las risas del público y de la presentadora.
-¿Qué tal ha sido trabajar con Daniel Smith?
-Es una persona estupenda, no tengo nada malo que decir de él. Me ha ayudado mucho para que todo saliera con el director quería.
-Daniel, y a ti, ¿Qué te ha parecido trabajar con una actriz que empieza en este mundo?
-Mary es muy buena actriz. Yo tampoco tengo quejas de ella. Lo hace muy bien.
-Por como hablaís el uno del otro, se podría interpretar que hay algo entre vosotros.
Miré a Daniel. Seguro que ahora sería el momento en que revelaría lo que ocurría entre nosotros.
Daniel me miró con una sonrisa y yo hice lo mismo.
-La verdad es que sí, Taylor. Mary y yo tenemos una relación desde hace unos cinco meses. No hemos dicho nada antes porque ha habido gente que ha dicho que Mary está conmigo para conseguir fama, algo que es incierto.
-Me parece muy bien lo que has dicho. La envidia es algo bastante malo.
Después de esto, Taylor, la presentadora, empezó a preguntar sobre la película y sobre nuevos proyectos que teníamos los dos. Daniel contestó que estaba estudiando dos guiones y yo por mi parte contesté, que de momento seguiría con mis estudios.
Tras un par de preguntas más, Taylor dio por terminada la entrevista. Daniel y yo nos levantamos de los sillones, nos despedimos de Taylor y nos fuimos de plató con el público aplaudiendo.
-Daniel, no sé como has podido hacer esto- dijo Alex mientras nos entregaba los abrigos.
-Ya era hora de callar algunas bocas- contestó poniendose su abrigo.
Yo lo miraba sorprendida, pues aún no me creía lo que había hecho hacía unos minutos. Ya lo esperaba, pero no tan pronto. En fin, ahora tocaba lidiar con periodistas y fotográfos.
Salimos del estudio y nos montamos en el coche. En la calle hacía bastante frio, así que me ajusté la bufanda antes de entrar en el coche.
Alex nos llevó al hotel y una vez allí, fuimos a cenar. Al entrar en el restaurante del hotel, la gente nos miraba aún más que antes. Daniel me cogió de la mano y oí cuchichear a varias personas. Él me miró sonriendo y yo hice lo mismo, pero creo que me salió una mueca. Nos sentamos en una mesa y un camarero se nos acercó. Mi novio pidió la cena y a los pocos minutos, llegó el camarero con nuestra cena.
No levanté la mirada del plato mientras cenaba. Ni Daniel habló. Algo extraño.
Algo me decía que estaba preparando alguna cosa, pero no podía imaginar el qué podía ser.

jueves, 3 de marzo de 2011

Veintiocho.

Cuando llegamos a Nueva York, antes de pisar el aeropuerto, recogí mi pelo en una simple coleta, me puse una gorra y también unas gafas de sol. Era temprano y no tenía ganas de escuchar las pregunta de los periodistas. Ya tendría tiempo para hacerlo.
Del aeropuerto al hotel tardaríamos unos veinte minutos y en ningún momento vi a un periodista. Menos mal, porque no me gustaba verlos. Durante el viaje a Nueva York, Daniel me dijo que nos había surgido otra entrevista más. Lo miré con el entrecejo fruncido, pero él dijo que no tenía la culpa de esto. Eso ya lo sabía yo. Pero bueno, por una entrevista más o una entrevista menos, no pasaba nada.
Daniel y yo teníamos habitaciones diferentes. En cierto modo era mejor, pues así no habría rumores hasta que Daniel dijera lo nuestro. Cuando entré en mi habitación y dejé la maleta, fui a darme una ducha. Me sentó de maravilla y me dejó muy relajada.
Estaba poniéndome la ropa interior, cuando tocaron a la puerta. Me puse el albornoz y fui a abrir. Era Daniel.
-¡Uau! Qué bien te sienta ese albornoz- dijo en tono sinuante.
-Si, me queda como un guante, pero de un par de tallas grandes- dije cerrando la puerta.
Daniel rió y volvió a hablar:
-Venía a ver si querías venir conmigo a almorzar.
-Claro que si. Dame cinco minutos para que me vista y bajamos ¿vale?- dije entrando en el baño.
Salí de nuevo para coger la ropa y vi que Daniel se había sentado en mi cama. Cogí la maleta y la subí a la cama, al lado de mi novio. La abrí y miré a Daniel.
-¿A dónde vamos a comer?
-Pues al restaurante del hotel, pero si quieres vamos a otro lugar.
-No, el restaurante de aquí está bien. Mejor que no vayamos a ningún lado, no tengo muchas ganas de salir- contesté sacando un pantalón vaquero y una camiseta rosa.
-Como quieras.
Le sonreí y me dirigí con la ropa al cuarto de baño. Me vestí y me peiné. Salí otra vez y me puse los zapatos. Mientras me ponía el abrigo, le pregunté a Daniel:
-¿Nos vamos?
-Por supuesto. ¡Ah! por cierto, Alex me ha dicho que la entrevista de esta tarde es a las seis para un programa de televisión.
-Vale, a las cinco estaré más que lista para que nos vayamos- dije abriendo la puerta.
-Cualquiera diría que eres la misma chica que conocí hace cinc meses- dijo Daniel mientras yo cerraba la puerta.
-Todo el mundo cambia y yo lo he hecho ahora. Y a quien no le guste, pues que se aguante.
-¡Así se habla!- exclamó a la vez que le daba al botón de la primera planta, que era donde estaba el restaurante.
Cuando llegamos allí, un camarero se nos acercó y dijo:
-Su mesa está lista. Pasen por aquí, señores.
-¿Nos ve cara de matrimonio?- bromeé susurrando.
-Reglas de protocolo, Mary- dijo Daniel en una sonrisa.
El camarero nos indicó cual era nuestra mesa y una vez que nos sentamos, nos dio la carta con el menú. Se fue y yo eché un vistazo a mi carta. Había un montón de platos muy raros, un apartado para comidas vegetarianas y otro para comidas italianas. Cuando decidí lo que quería, miré a Daniel.
-¿Has decidido ya tu plato?- me preguntó cerrando su carta y dejandóla sobre la mesa.
-Si, ¿y tú?- le dije y asintió.
-Dime que has elegido para decirselo al camarero que se está acercando a nuestra mesa.
-Espaguetis a la boloñesa- contesté.
-Buen plato. De beber, lo de siempre ¿no?- preguntó y asentí.
El camarero llegó a nuestro lado, sacó una libreta y nos preguntó:
-¿Qué han decidido para almorzar?
-Espaguetis a la boloñesa y un rissoto de setas. De beber, dos refrescos de cola.
-Muy bien, en un momento se los traígo.
Mientras el camarero se iba, yo miré a mi alrededor y observé el restaurante. Vi como una pareja discutía, en otra mesa había una familia con dos niños pequeños y en otra, un poco más alejada, había dos chicas que nos observaban, aunque lo más seguro era que mirasen a Daniel.
Al cabo de quince minutos, llegó el camarero con nuestra comida. Nos la puso y se marchó. Mi novio y yo empezamos a comer.
Cada vez que levantaba la mirada hacía las chicas, las pillaba mirando hacía nosotros, pero esta vez estaban cuchicheando.
-¿Sabes? Hay dos chicas que están un par de mesas detrás de nosotros, que no paran de hablar y de mirar para acá.
-¡Bah! No les eches cuenta, seguro que estan diciendo tonterías- contestó Daniel con airre despreocupado.
-No digas eso- me reí.
Cuando terminamos de almorzar y de tomarnos el postre, subimos a nuestras habitaciones. Acordó en venir a buscarme a las cinco menos cuarto para ir al estudio.
Después de entrar en mi habitación, empecé a buscar algo apropiado para ponerme, pero al cabo de media hora, todavía no había encontrado nada. Al final, elegí un pantalón negro y un chaleco azul. Fui al baño y me puse una diadema azul en el pelo. Al salir, miré mi reloj y sólo marcaban las cuatro y media. Faltaba aún para que Daniel viniese, así que me puse a ver la televisión. Encontré un programa entretenido y lo dejé allí hasta que viniese mi novio.
A eso de las cinco menos veinte, llamaron a mi puerta. Era Daniel, que venía acompañado de Alex. Este llevaba una bolsa con un traje dentro. Pensé que sería para él.
-¿Todavía no te has vestido?- preguntó.
-Por supuesto, ¿no me ves?
-Anda, ponte esto. Yo no sé como Daniel no te ha avisado diciéndote que ese programa es un poco... pijo.
-Tampoco es para tanto- dijo Daniel.
Yo los miraba sorprendida, no tenía ni idea de qué estaban hablando. ¿Desde cuando se iban a los programas de televisión con traje de gala? Acaso que no fueramos a una entrega de premios...
Alex me entregó el traje y entré de nuevo en la habitación. Lo puse encima de la cama y me volví hacía los otros dos.
-Dejarme diez minutos- dije.
Daniel asintió y cerró la puerta, dejandóme sóla en mi habitación. Abrí la bolsa y descubrí un precioso vestido azul claro que venía acompañado con unos zapatos del mismo color. Me desvestí rápido y me puse aquel vestido junto con los zapatos. Luego me arreglé un poco el pelo, me puse el abrigo y salí de mi habitación. Daniel y Alex seguían en la puerta.
-¿Lo ves? Ahora te ves mucho mejor- dijo Alex.
Miré a Daniel con una sonrisa y éste hacía lo mismo.
Cogimos el ascensor, bajamos y salimos del hotel. En la puerta nos esperaba un coche. Nos montamos y nos dirigimos hacía el estudio de televisión.
Ya quedaba menos para otra tanda de preguntas y para que Daniel dijera lo nuestro. Sólo esperaba que los nervios no me ataquesen.

Veintisiete.

El día de Navidad almorcé junto a Daniel, pero antes de salir de casa, llamé a Ana. Quería contarle el regalo que me había hecho Daniel.
-¿Qué te vas a Nueva York?- gritó mi amiga en cuanto se lo conté todo.
-Sí, pero sólo es un viaje de trabajo. Daniel me ha dicho que tenemos que hacer una entrevista allí.
-Ya, y yo soy tu madre- dijo Ana poco convencida.
-¿A qué te refieres con eso?
-Pues que Daniel está preparándote un viaje sorpresa y algo más, diría yo.
-Ana, por dios, qué cosas dices- dije algo escandalizada.
-Tiempo al tiempo, Mary. Ya me dirás lo que ha pasado en ese viaje. Daniel está muy enamorado de ti y querrá demostrartelo.
-¡Ay, Ana! Bueno amiga, te voy a ir dejando que he quedado con Daniel para almorzar.
-De acuerdo. Mantenme informada de todo. Besos- contestó Ana.
-Si, señora periodista. Besos- dije y colgué.
Luego fui a mi habitación para terminar de vestirme. Cuando lo hice, estuve un rato en el salón hasta que llegó Daniel por mí. Me llevó a un bonito restaurante de la ciudad. Allí, la gente nos miraban mucho. Incluso logré oir hablar a un par de chicas:
-¿Esa chica es la novia de Daniel Smith?
-Yo he escuchado decir en un programa que sólo son amigos. Quizás hayan salido como eso...
-Pues si es su novia, que suerte tiene.
Miré a Daniel e hizo un gesto de negación con la cabeza, cómo queriéndome decir que no hiciera caso a lo que estaban diciendo.
Almorzamos y luego fuimos a visitar a los padres de mi novio. Esta vez accedí a ir porque ya no me daba tanta vergüenza estar con ellos.
Kate preparó té y puso unas pastas, que estaban riquisímas para acompañarlo.
Hablamos de algunos temas de actualidad, de sobre como era mi vida en España, de como era mi pueblo, de sobre como iban mis estudios y de sobre algunos proyectos de Daniel. Los padres de éste quedaban fascinados al saber como era de sencilla mi vida en mi pueblo.

Sobre las seis de la tarde, Daniel me llevó a casa. Se detuvo varios metros antes de ésta. No entendía el por qué, por lo menos hasta que él me lo dijo:
-¿Sabes cuanto tiempo llevamos juntos?
-Desde el cinco de agosto, unos cuatro meses largos, pero ¿por qué me lo preguntas?
-Llevamos cuatro meses y veinte días. Quiero decirte algo.
-Tú dirás, pero ¿por qué tanto misterio?
-Quiero decirte lo mucho que te quiero y que eres la única persona que has lelgado a mi corazón- dijo y señalandp el collar que me regaló, añadió- Eres un sueño hecho realidad para mí.
-Tú también lo eres para mí, pero ¿a qué quieres llegar?- le dije algo preocupada.
Empezó a buscarse algo por los bolsillos de su cazadora hasta que dio con algo en uno de sus bolsillos interiores. Sacó una cajita bastante pequeña, azul o negra, no sabía muy bien que color era, porque dentro del coche y la poca iluminación de la calle, no se veía muy bien.
La abrió y en su interior había un precios anillo plateado con pequeños cristales alrededor de éste. Podía asegurar que eran diamantes, pero de piedras preciosas no entendía nada.
Pasé un minuto entero mirando al anillo y a Daniel. El anillo era precioso, pero no entendía por qué me lo regalaba. Volví a mirarlo con cara bastante sorprendida.
-¿Aceptas este anillo, Mary?
-¿A... a qué viene esto?- le pregunté.
-Ya te lo he dicho antes, porque te quiero y quiero regalarte esto- dijo con una amplia sonrisa.
-Daniel, esto es un anillo de compromiso.
-En cierta parte si, pero te lo quería regalar porque te quiero preguntar algo.
-Si me vas a pedir que me case contigo, mi respuesta es que soy muy joven para hacerlo.
-No, no es eso.
-¿Entonces?
-Pues que si... si me dejas hacer publica nuestra relación. Sólo si tú quieres.
-¿Y por eso todo esto?- le pregunté mirando al anillo.
-Si, no quería hacerlo sin tu permiso. No quiero que lo pases mal ni nada por el estilo.
-Daniel- le cogí de la mano- puedes hacerlo si quieres y sin regalarme nada. Yo no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer o lo que no.
-Eres mi novia y esto es algo que te puede afectar en tu vida cotidiana. No me gustaría que la gente piense que estas conmigo pro interés.
-A estas altura, ya me da igual lo que piense la gente, Daniel. Así que puedes hacer lo que quieras, declarar o publicar.
-Creía que te lo ibas a tomar peor.
-Pues ya ves que no ha sido así- sonreí.
-Entonces... ¿aceptas mi regalo?
-Por supuesto- dije y añadí:- ¿Me lo pones?
Daniel cogió el anillo de la cajita y me lo puso en mi mano izquierda. Luego me besó y bajé del coche. Le dije adiós con la mano y se fue. Yo me dirigí a casa aún sin creerme que mi novio haría lo nuestro publico. Ya podía estar imaginandome a montones de peridistas en la puerta de mi casa por estar saliendo con el actor ingles más famoso del momento. Por estar pensando en eso, no atinaba a meter la llave en la cerradura, así que tía Carolina abrió. Le sonreí algo nerviosa, entré y me fui a mi habitación alegando que no tenía ganas de cenar.
Tampoco me podía imaginar lo que me esperaba en el continente americano.