lunes, 31 de enero de 2011

Diecinueve

Mis tíos llegaron el lunes por la mañana, varias horas antes de lo previsto. Nada más verme, tía Carolina me abrazó. Tío Richard me dijo que Alex le había llamado a primera hora de la mañana y le contó que había contactado con el manager de Samantha, un tipo llamado Tom. Este le había asegurado que lo que había hecho la chica era una rabieta, por el simple hecho de que una chica, que no era actriz, hubiese conseguido el papel en aquella película y también porque estaba arrepentida de no haberse quedado con ese papel.
Ana dijo que se aguantase, que no fuera tan prepotente ni tan malcriada. Mi tía dio la razón a mi amiga, incluso mi tío rio ante lo que había dicho mi mejor amiga.
Esa misma tarde me quitaron el vendaje del pie, pero decidí quedarme en casa. Estuve jugando con Sue y con Ana hasta que llegó Daniel a eso de las cinco de la tarde.
Me contó lo mismo que Richard, pero que aún no estaba contento del todo. Samantha era muy caprichosa y podía volver a criticarme en cualquier momento.

El martes por la mañana, volví al rodaje. Todos me recibieron bastante bien y algunos compañeros me preguntaron como estaba mi tobillo. Agradecí a todos su preocupación.
Gracias a Dios, ya sólo quedaban dos escenas musicales, con lo que ya terminábamos el rodaje de la película. En cierta parte me alegraba, pero por otra no. Había tomado mucho cariño a todos en estos casi tres meses. Se habían portado bastante bien conmigo. También me daba pena terminar de rodar, porque eso significaba el volver a mi pueblo y no poder a ver a Daniel durante algún tiempo. Debía de seguir con mis estudios.
De hecho, me entró mucha tristeza rodano la última escena musical. Cuando Charlie dijo: "muy bien, terminamos", se me saltaron las lágrimas.
Daniel se dio cuenta y vino a abrazarme.
-¡Ey! No llores. Comprendo que te sientas trise porque se haya terminado el rodaje, pero ya vendrán otros.
-Ya lo sé, pero estoy así también porque esto significa que tengo que volver a España y no podré verte tan a menudo.
-¿Estás así porque no vas a verme? Mary, nadie te está diciendo que tengas que volver a España- dijo sonriendo.
-¿Cómo quieres que estudie mi carrera?
-Aquí hay universidades, puedes hacerla aquí y puedes verme siempre que quieras.
-Daniel, tengo que volver. Tengo que empezar el curso allí, no tengo otra opción.
-Yo no quiero que te vayas.- dijo un poco triste.
-Yo tampoco quiero irme, pero aunque no quiera, tengo que hacerlo- contesté.
Estuvo a punto de besarme, pero escuchamos una voces acercándose al lugar donde estábamos.
-¡Pero mirad donde están los protagonistas!- exclamó Charlie, que venía acompañado de otras personas.
-Es que Mary se sentía mal después de terminar el rodaje.- dijo Daniel.
-¡Claro! y tú, como su novio, tuviste que venir a consolarla.
-No es eso, si no que la vi mal y vine.
Yo me estaba muriendo de la vergüenza y me escondí detrás de Daniel. Charlie empezó a reírse y se marchó alegando que tenía que arreglar unos asuntos.
Después me dirigí hacía el despacho de tío Richard, con Daniel pegado a mis talones.
Llamé dos o tres veces a la puerta y mi tío salió. Nos hizo entrar en su despacho.
-¿Te pasa algo, hija?- preguntó.
-Nada, sólo quería que me aclarases algo. El rodaje ya ha terminado del todo, así que tendré que volver con Ana para España, ¿no es así?
-Es verdad que el rodaje ha terminado, pero no te tienes que ir de Londres si quieres, ¿Tan mal estás en casa, que ya te quieres ir?
-No es eso, pero tengo echada la matricula en la universidad y ahora mismo no tengo nada que hacer aquí. Me da mucha pena irme porque os voy a echar mucho de menos a todos y en especial a Daniel...
-Pero ya has visto lo que te ha dicho Richard, puedes quedarte.
-Mary lleva razón. Tiene que estudiar y ella a luchado mucho por entrar en esa universidad. Así que la tenemos que dejar marchar, aunque nos duela, Danny- dijo tío Richard abrázandome.
-No me gusta veros tan tristes- dije mirándolos y luego bromeé:- No voy a la guerra, sólo me vuelvo para España.
Conseguí que Daniel se riera un poco. Mi tío también lo hizo. Por lo menos, ya no se veían tan tristes...
Después de hablar un poco más con Richard, este y yo nos fuimos para casa. Daniel se fue para la suya, pero antes me dijo que, al día siguiente, se pasaría por mi casa para dar una vuelta.
Esperaba que no estubiese tan triste como hoy. Pero, al menos, podía estar con él estos últimos días en la ciudad londinese.

Dieciocho

Me desperté de madrugada. Miré mi despertador y marcaban las dos menos cuarto. Me giré hacía la izquierda y descubrí a Daniel dormido. Tenía su brazo izquierdo sobre mí. El pobre también se había quedado dormido. Volví a cerrar los ojos y a quedarme profundamente dormida.

Me sentía un poco mejor cuando desayunaba junto a Ana. Cuando me levanté, Daniel seguía dormido y lo dejé en mi cama. Se levantó justo cuando Ana y yo terminabamos de desayunar. Tenía el cabello alborotado y los ojos aún medio cerrados.
-Buenos días, chicas.
-Buenos días, ¿qué tal has dormido?- preguntó Ana.
-Bien, nunca he dormido mejor- dijo sonriendo y me miró:- ¿Cómo estás, Mary?
-Bien, estoy mejor- le contesté y luego añadí:- ¿Qué quieres desayunar?
-Cereales con leche- contestó- Pero déjalo, yo me lo preparo.
-No, ya te lo hago yo. De alguna manera te tengo que agradecer que te quedaras anoche conmigo.
-No me tienes que agradecer nada, Mary- contestó acariciándome la mejilla.
Ana se aclaró la garganta.
-Parejita, estoy aquí ¿eh? Que no soy de cartón.
Daniel y yo nos reímos. Él se sentó en la mesa y yo le preparé el desayuno. Mientras lo hacía, me acordé de lo que había pensado la noche anterior. Deseé que ni Daniel ni mis tíos fueran famosos.
Aquella situación parecía normal: tres chicos desayunando y me gustaba.
Le puse el desayuno en la mesa y el teléfono empezó a sonar. Era tío Richard, parecía un poco preocupado.
-¿Cómo estás? Carol está muy preocupada por lo que vio anoche en la televisión- dijo.
-Bien, estoy bien. Anoche me tuve que acostar pronto porque me sentía mal con lo que dijo Samantha, pero ya estoy mejor- le conté.
-Tranquila, Mary. Ya soluciono yo esto. Tú no te preocupes que mañana en cuanto llegue, llamo a su manager y lo solucionamos- me explicó.
-Daniel dice que va hablar con Alex, a ver si puede hacer algo. Quiere callarla de una vez.
-¿Daniel está en casa?- preguntó extrañado.
-Si, está aquí. ¿Quieres que te lo pase?- le pregunté.
-Si, pásamelo. Carol dice que estes tranquila. Cuidate ¿vale? Hasta mañana.
-Hasta luego, tío.- dije y luego añadí- Daniel, mi tío quiere hablar contigo.
Vi como se levantaba de la silla y se dirigió hacía donde yo estaba. Le entregué el auricular y me fui hacía la cocina. Me puse a recoger las tazas y las coloqué en el lavavajillas.
Ana me regañó. Me dijo que quedase quieta, que me estubiese sentada.
Yo, la ignoré.
Cuando terminé de recoger las tazas, si me senté y mi amiga me dirigió una mirada furiosa por no hacerle caso. En ese momento, Daniel entró de nuevo en la cocina.
-Richard dice que va a ponerse en contacto con Alex, a ver si él puede ir haciendo algo.
-Eso espero- dije- Oye, ¿ya te vas?- le pregunté viendo como se ponía su chaqueta.
-Si, anoche mientras tú dormías, llamé a mi madre y le dije que me iba a quedar aquí. Pero ya es demasiado tiempo en tu casa. A esto se llama abusar de la hospitalidad.
-Tú no abusas, Daniel.- contesté.
-De todas maneras tengo que irme, tendré que ducharme y cambiarme de ropa. Ya empiezo a oler fatal- bromeó.
Ana y yo reímos.
-Si, por aquí ya huele mal- bromeó Ana también.
-Vale, vale, entendido. Te tienes que ir, de acuerdo.
Daniel se acercó a mí, me dio un beso y se fue para la puerta. Yo lo seguí, para cerrarla. Desde la cocina se escuchó:
-Esto es mejor que una telenovela.
Despedí a Daniel y cerré la puerta. Volví a ignorar a Ana y me fui a duchar.
Sólo esperaba que todo se solucionar pronto.

jueves, 27 de enero de 2011

Diecisiete

Después de almorzar, Ana se disculpó y se fue a mi habitación con la escusa de que quería ver algo en Internet. Conociéndola como la conozco, sabía que me había dejado a propósito a solas con Daniel.
Nos sentamos en el sof y estubimos hablando un rato sobre el rodaje de nuestra película, hasta que se acordó de mi pie:
-¿Cómo está tu tobillo?
-En su sitio, ¿dónde quieres que esté?- bromeé- Está mejor, ya no me duele tanto.
-Me alegro. Así que el martes volvemos a las andadas ¿no?
-Eso parece, porque aquí en casa me aburro lo que ni te imaginas.
-Lastima que tengas el pie así, porque si no podíamos ir a dar una vuelta.
-Pues la verdad es que si, pero ya ves el plan.- reí.
Se acercó un poco más a mí con intención de besarme, pero no le dejé:
-Está Ana, no quiero que nos vea.
-Si tu amiga ve tras las paredes, te daría la razón pero como no es así...
-No insistas, Daniel...- no me dejó terminar la frase, porque me besó
Me pasó lo mismo que unos días antes, intenté apartarlo de mí, pero no pude resistirme a que me besara.
-Siempre consigues lo que quieres- dije y añadí bromeando:- Eres un chico muy mimado.
-¿Yo mimado?- dijo entre risas- Si yo fuera eso, seguro que sería de otra forma.
-Ya lo sé. Estaba bromeando.
-Así que te gustan las bromas, ¿no?- me preguntó con algo de malicia.
-¿Por qué?- dije sonriendo.
-Porque si te hago algún día una, no te quejes- contestó
-¿Cómo?- pregunté riendo ante la expresión de su cara.
No dijo nada y empezó hacerme cosquillas. Yo no paraba de reírme y él tampoco, hasta que llegó Ana. La noté un poco seria.
-Ejem, lo siento pareja, pero teneís que ver la televisión un momento.
-¿Qué pasa?- pregunté mientras ella encendía el televisor.
-Están criticándote, amiga. Es esa actriz que me contaste, Samantha Rose o como se llame.
Miré a Daniel. Su expresión de alegría se había borrado y ahora su cara reflejaba la preocupación de lo que mi amiga había dicho.
Busqué el canal y cuando vi a Samantha, solté el mando a distancia a mi lado. No podía creerme que estubiese cumpliendo lo que me dijo. Mientras la escuchaba hablar, las lágrimas me empezaron a brotar de los ojos.
-Esa tal Mary Sanz, es una chica de un pueblecito de España, que se cree que por ser sobrina de una actriz reconocida en Inglaterra, tiene el derecho de quitarle el puesto a otra actriz. Esta chica nunca ha actuado en ningún lado y ya se cree superior a otras actrices reconocidas. Tengo que destacar que a conseguido engatusar a Daniel Smith, hasta el punto de conseguir más fama.
-¿Esto no es un ataque de celos hacía esa chica, Samantha? He leido leído que querías más dinero por actuar en esa película- le dijo el periodista.
-Yo no tengo celos de nadie, simplemente digo la verdad.
No quería escuchar más. Apagué la televisión y las lágrimas empezaron a caerse de mis ojos. Ana me abrazó mientras yo lloraba con todas mis ganas.
-Ya está, Mary. Nosotros sabemos que eso no es verdad- me animó Ana.
-Cálmate. No llores, esto lo soluciono yo. Samantha está celosa de ti, por eso hace esto-dijo Daniel agarrando mi mano izquierda.
-Ella... ella me dijo que esto iba a pasar- dije entre sollozos.
-Nunca pensé que esto llegase a pasar.
-Verás como Richard soluciona esto. Tiene que callar a esa niña- dijo Ana.
-Ojalá no me hubiese presentado a esa prueba.
-¡No digas eso, Mary!- exclamó Daniel.
-Es verdad. Yo no quería causar problemas y mira por donde los estoy causando. Simplemente había venido a pasar las vacaciones con mis tíos- dije entre sollozos.
-¿Quieres decir que estás arrepentida de lo que está pasando?- me preguntó Daniel bastante serio.
-No, por supuesto que no. Pero no quería quitarle el puesto a nadie. Fue mi tía quien me dijo que me presentase a ese casting.
-Ya está, Mary, no te preocupes. Esto tiene la simple solución de callar a esa niña.- dijo Daniel.
-Ojalá no me hubiese presentado a esa prueba.- repetí.
-¿Quieres dejar de decir eso? Mary, si no te hubieses presentado a esa prueba, jamás hubieras conseguido tu sueño ni conocido a Daniel, así que deja de lamentarte. Porque te juro que si alguna vez me hecho en cara a esa tía, le arranco los pelos- dijo Ana algo alterada.
-Ana tiene razón. Este ha sido tu sueño siempre. Eso me dijiste hace semanas. Mañana contacto con Samantha y si yo no puedo hacer nada, ya se encargará Alex. Pero Samantha te deja en paz, como yo me llamo Daniel Smith.
-¡Oh, Daniel!- exclamé llorando y él me abrazó.
-Voy hacerte una tila, a ver si te calmas- dijo Ana dirigiéndose a la cocina.
Daniel me mantuvo abrazada a él hasta que llegó mi amiga. Me tomé la infusión y Ana me recomendó que me acostara en la cama un poco.
No sé por qué, pero no quería que Daniel se apartase de mí, así que se sentó en la cama conmigo mientras yo me dormía. Estaba serio. Su sonrisa era rara, no tenía la calidez de siempre.
Antes de quedarme dormida, le dije:
-Yo no te he engatusado, Daniel.
-Ya lo sé. Es una mentira de Samantha. Venga, no te preocupes ahora por nada. Ahora, duérmete- susurró.
Me apreté más contra él. No quería despertar y no verlo allí.
-No te vayas, por favor, quédate.
-No me voy a ir, Mary. Tranquila- me contestó abrazándome un poco más fuerte.
Sonreí levemente mientras él me acariciaba la mejilla.
Por primera vez desde que lo conocí, deseé que no fuera famos, ni mis tíos tampoco. Que tan sólo fuera el hijo de unos amigos de tío Richard y de tía Carolina.
Ojalá fuera así cuando abriese los ojos.

martes, 25 de enero de 2011

Dieciseis

El viernes por la noche, después de que Daniel se fuese, tío Richard nos dio una noticia que en mi opinión era fantastíca: se iban a ir unos días con Sue a una casita en el monte. Por lo visto, se iban el sábado por la mañana y no volvían hasta el lunes por la tarde, con lo que Ana y yo nos quedaríamos solas en casa.

El tobillo me dolía menos, pero no podía salir. Eso me dijo tía Carolina, aunque yo no iba a salir, porque, según las noticias, iba a llover todo el fin de semana.

El sábado por la mañana, me desperté con los gritos de Sue. Ana llegó a mi habitación ojerosa y con el pelo revuelto.
-Oye, ¿tu prima no podría callarse?- ese fue sus buenos días.
-Díselo a mi tía, no a mí- le contesté saliendo de la cama. Me dirigí hacía la cocina cojeando.
Ana me siguió. En la cocina estaba mi tía con la pequeña Sue. Nos miró y dijo:
-Ya teneís el desayuno preparado. Os lo he hecho mientras Richard metía las maletas en el coche...
-Muchas gracias- dijimos al únisono Ana y yo.
Nos sentamos a la mesa y empezamos a desayunar. Sue corría por toda la cocina, agitando su peluche y gritando:
-Nos vamos, nos vamos.
-Sue, calla ya- la regañó tía Carolina.
En ese momento entró tío Richard en la cocina y dijo:
-Ya está todo preparado. Cuando quieras nos vamos, Carol- cogió a Sue en brazos.
-Vale. Bueno chicas, teneís comida en el frigorífico para estos días. Tened cuidado y tú, Mary, ten cuidado con ese pie.
-Si, tía.- dije.
Nos besó a las dos y se fue. Cerró la puerta y, Ana y yo nos miramos.
-¡Estamos solas!- gritamos.
-¿Y ahora que hacemos?- me preguntó Ana.
-No sé. No se me ocurre nada ahora mismo- le contesté.
-¿Y si invitamos a Daniel a almorzar?- preguntó Ana sonriendo.
-Me parece buena idea- contesté.
-Sabía que a eso no te ibas a poder negar- dijo Ana levantándose de su silla y abrazándome. Algo me decía que estramaba alguna cosa.
-¿Qué tramas?- le pregunté.
-Nada, tú ocúpate de llamarlo y yo prepararé la comida. Por supuesto, tú te vas al sofá. Ese chico va a probar una buena comida española, si es que en esta casa hay algo español...
-Ana...- empecé a decir, pero ella me calló.
-Te vas al sofá a ver la televisión o coges el ordenador portátil o has lo que quieras, pero de aquí te vas ¡YA!- me ordenó.
Estaba confirmado: Ana estaba volviéndose loca.
Como quería que me gritase, me fui al salón. Cogí el teléfono y marqué el número de la casa de Daniel.
-Casa de los Smith, ¿en qué puedo ayudarle?- cogío la llamada Kate.
-Hola Kate, soy Mary. ¿Está Daniel?- pregunté.
-Si, querida. Espera un momento, que está delante del ordenador y cuando dse pone allí no se acuerda de nada.
-Vale, espero- oí como dejaba el auricular del teléfono en la mesita donde estaba.
Esperé varios minutos hasta que Daniel se puso al teléfono.
-¿Te ha pasado algo?- me preguntó un tanto alarmado.
-No, claro que no. Simplemente te llamaba por si querías almorzar con Ana y conmigo. No sé si lo sabrás, pero mis tíos se han ido hasta el lunes y a Ana se le ha ocurrido que podías venirte a almorzar con nosotras.
-Pues vale. En un rato nos vemos en tu casa- contestó.
-Vale, muy bien. Hasta luego. Besos.
-Besos- dijo y colgé.
Ana llegó al trote. Llevaba puesto el delantal. Yo me reí al verla.
-¿Qué te ha dicho, viene?
-Si, pero por lo que más quiera, cuando llegue, quítate eso.
-¿Tú te crees que yo me voy a dejar esto puesto cuando llegue Daniel Smith? ¿Me ves cara de loca?- preguntó arqueando las cejas.
-Cara de loca, sí. Eso espero, que cuando llegue Daniel Smith te quites el delantal. No quiero que piense que eres mi criada- bromeé.
Ana rió y se fue otra vez para la cocina. Yo me puse a ver la televisión. Como no había nada en ella y como no quería que Daniel me viese en pijama, fue a ducharme. Lo hice como pude, ya que aún tenía el pie vendado. Me vestí y volví al salón. Intenté entrar en la cocina, pero Ana no me dejó.
A veces me asistaba lo que se le pasaba por la cabeza. Otras veces, me planteaba meterla en un psiquiátrico, pero si ella entraba allí, yo iba detrás suya, porque yo también estaba mal de la cabeza.

miércoles, 19 de enero de 2011

Quince

El rodaje iba viento en popa. Con la ayuda de Daniel y de los demás actores, se hacía mucho más sencillo. Ya habíamos terminado de rodar las escenas normales, como yo le decía, y estabamos rodando las musicales. Eran más complicadas que las otras, ya que había que ensayar muchisímo antes de rodarlas. Yo creía que me iba a dar algo. La coreografa era muy exigente, demasiado diría yo.
Era principios de septiembre cuando empezamos a rodar esas escenas. Ensayabamos de lunes a jueves y, el viernes y el sábado por la mañana, rodábamos.
La coreografa, una mujer llamada Julia, de pelo rubio, ojos marrones y de estatura media, nos hacía repetir el ensayo entero por el mínimo error.
El segundo jueves de ensayos, fue un día bastante duro. Julia nos puso a ensayar una coreografía que era bastante sencilla, pero con ella se hacía dura.
Durante el segundo ensayo de ese día, yo tenía que cantar por unas escaleras, de hecho, ese ensayo fue en el lugar de rodaje, cuando perdí pie bajando, con lo que caí rodando por cinco escalones. Intenté ponerme en pie, pero no pude: me dolía el tobillo derecho.
Charlie, que estaba viendo los ensayos, vino corriendo hasta llegar al lugar donde me encontraba:
-¿Te encuentras bien, Mary?- preguntó ayudándome.
-Si, pero me hecho daño en el tobillo derecho.- contesté.
-Vamos, que te voy a llevar al médico que tenemos aquí para que te vea ese pie.- dijo cogiéndome en volandas.
Dio tres pasos y mi tío ya estaba allí. Preguntó que había pasado y Charlie se lo contó, mientras llegábamos hasta donde estaba el médico, quien me miró el tobillo y dijo que tenía un esguince. Me lo vendó y me dijo que estuviera unos días de reposo.
Cuando este se fue, miré a mi tío, que hablaba con Charlie:
-Tío, ¿Qué hago ahora?
-No pasa nada. Has lo que te ha dicho el médico. Ese tobillo no está para muchos trotes. Se ensayará sin ti o se suspenden los ensayos hasta que tú vuelvas el lunes, así que estate tranquila.
-Pero, es que...
-Nada, tú te vas para casa ahora en cuanto llame a Carol - me cortó tío Richard.
No quería dejar a nadie colgado y mucho menos a Daniel, que ese día no estaba allí, porque tenía una entrevista en un programa matinal.
Mientras mi tía llegaba, escuché decir a Richard decirle a Charlie que lo más probable sería que tuvieses que cortar el rodaje hasta el lunes o el martes, porque sin mí poco podían hacer, ya que las coreografías estaban montadas y bastante tenían con que a Daniel lo llamasen cada dos por tres de la televisión. Así que Charlie le dio la razón. El rodaje se suspendía hasta el martes.
Yo, sentada en una silla al lado del director, me sentí mal, aunque nadie tenía culpa que me hubiese caido. Tío Richard y Charlie dieron la noticia a todos los actores y profesionales que estaban allí.

Tía Carolina llegó en veinte minutos y cuando vio mi cara, me abrazó y me animó diciendo que así estaría un poco más con Ana, que la pobre había venido a Londres para estar conmigo y que apenas me veía desde que empezamos a rodar de nuevo. Como yo sabía que tenía razón, se la di. Me ayudó a levantarme e hizo lo mismo para llevarme a su coche.
Antes de irme, todos me desearon que me recuperara pronto. Se lo agradecí y subí al coche justo cuando Daniel llegaba del programa de televisión. Se extrañó por verme montada en el coche de mi tía y se puso en lo peor:
-¿Qué te ha pasado?
-Nada, me he caído por las escaleras ensayando y me he torcido el tobillo, pero estoy bien, no te preocupes.
Daniel miró a mi tío y al director de la película.
-Agradécele que el rodaje se ha suspendido por unos días, hasta el martes- le dijo Charlie.
-¿Por qué?
-Con la protagonista lesionada y el protagonista de un lado para otro en la televisión, dime tú como terminamos el rodaje.
-Pues si, llevas razón- dijo Daniel. Se giró hacía mí y dijo- Después me pasaré a verte ¿de acuerdo?
Asentí con una sonrisa, a la vez que tía Carolina arrancaba su coche. Me despedí con la mano y nos fuimos.
Cuando llegamos a casa, Ana se alarmó al verme con el pie vendado. Entre ella y mi tía me ayudaron a sentarme en el sofá.
-¡Que mala pata has tenido, amiga!- ironizó Ana.
-Mirála ella que simpática.
-Ahora vamos a tener por casa a alguien muy famoso bastante seguido, Carolina.
-¿Quieres callarte ya?- le dije a Ana tirándole un cojin.
-Es verdad, Mary, Danny va estar mucho por aquí.
-Dejarme en paz.
Por lo menos lo hicieron hasta que Daniel llegó. Ana se encargó de que me entrara un ataque de risa, haciendo como si le diera besos al aire. Cuando Daniel la miró, paró. A veces se pasaba de cria. Al menos no apareció en el salón el tiempo que él estuvo en casa.
Claro está, que cuando Daniel se fue, le tuve que contar palabra por palabra de que habíamos hablado.
Ana siempre tan cotilla...

jueves, 13 de enero de 2011

Catorce

-¡Mamá, ya estoy aquí!- exclamó Daniel, entrando en el salón de su casa.
-¡Ay, qué alegría! ¿Qué tal todo?- preguntó una mujer, que salía de la cocina.
Era morena, con unos impresionantes ojos azules y mas o menos, igual de alta que yo. Ya comprendí de donde le venía a Daniel tanta belleza, su madre era guapísima.
-Todo estupendo. Mamá, te quiero presentar a alguien: esta es Mary, mi novia- sonrió al decir eso último.
-Encantada, soy Kate. Danny me hablado mucho de ti- dijo la mujer sonriendo y dándome dos besos.
-Igualmente- contestó Kate. Parecía muy amable.
-¿Dónde está papá?- preguntó Daniel.
-En su despacho- respondió su madre- Ve si quieres. Le dará alegría verte.
-Vale. Mary, quedate con mi madre- me dijo y le agarré la mano más fuerte. No quería que me dejase allí, pero se las apañó para soltarse.
-Ven, querida. Estoy preparando la cena, ¿te vas a quedar a cenar?. Danny no me ha dicho nada sobre que ibas a venir.- dijo yendo hacía la cocina.
-No, no me voy a quedar. ¡Uy, perdón! No he querido ser grosera. Es que no he dicho nada en casa y además tengo una invitada allí...
-No pasa nada, hija. Lo entiendo. Pero cuentáme, ¿te ha hecho algo alguna broma de las suyas?
-No, que va. Se porta muy bien conmigo. Me ha ayudado mucho desde el principio. Ha sido muy bueno conmigo- dije.
-Mi hijo es muy bromista, pero es muy buen niño. Siempre lo ha sido.
-Se le nota. Daniel es único... - dije. Como siempre que hablaba de él, con cualquiera, se me veía lo enamorada que estaba.
Kate rió al ver como hablaba de su hijo.
-A ti tampoco se te ve mala chica.
-Mamá no le digas esas cosas, que se pone colorada- dijo Daniel al llegar a la cocina. Se puso a mi lado y me dijo- Mary, te quiero presentar a mi padre.
-Hola, soy David, el padre de esta criatura.- dijo en una sonrisa. David era la viva imagen de Daniel, salvo en los ojos. Su padre los tenía verdes.
-Encantada de conocerle- contesté y miré a Daniel como quieriéndole decir que por qué me hacía esto.
Su contestación fue una sonrisa. Se le notaba que no cabía en sí de gozo. Esta se la tenía guardada.

Después de un rato largo en su casa, Daniel me llevó a la mía. Durante el trayecto, no le dirigí la palabra. Si por lo menos me lo hubiese dicho...
Por primera vez desde que lo conocí, me enfadé con él. Cuando aparcó delante de mi casa, habló:
-¿Vas a estar así toda la noche?
-Esto no te lo perdono, Daniel.
-Si no ha sido tan malo, mis padres no te han comido- rió.
-Muy gracioso- dije e intenté abrir la puerta- Ábrela, Daniel.
-No, hasta que me digas que me perdonas.
-¡Ábrela!- exclamé enfandándome un poco más.
-No quiero. Venga, Mary, no te enfades por una tontería. A mis padres le has caído muy bien. No veo el motivo para enfadarse.
-Podrías haberme avisado, ¿no? Lo de las fotos te lo perdono, pero esto no.
-Mary, no me gusta verte enfadada.
-Pues si no me quieres ver así, abre la puerta- dije y sonó un click, que me indicó que Daniel había quitado el seguro de la puerta del coche.
La abrí y salí. Daniel salió detrás de mí. No había sacado las llaves de casa, cuando él me cogió de un brazo y me volvió hacía él. Me besó y yo intenté quitarmelo de encima, pero no pude. No podía resistirme a sus besos.
-¿Me vas a perdonar ahora?- preguntó sin soltarme. Me tenía cogida por la cintura.
-No sé como lo consigues, pero si, te perdono. Pero no lo vuelvas hacer esto.
-Hombre, después de ver como te has puesto por esto, ya me pensaré hacer otras cosas.
-Eso mismo- contesté- ¿Me dejas entrar en casa? Como mis tíos nos vean así, me van a hechar una bronca...
-Si me lo pides así... No me voy a negar- dijo soltándome.
Abrí la puerta y Daniel volvió a tirarme del brazo. Me dio un beso rápido y se fue para subirse en su coche. Me dijo adiós con la mano y se fue. Suspiré y entré en casa. Ana casi me saltó encima. Me dio un buen susto.
-Tus tíos no están. Se han ido de cita romántica. Han aprovechado que yo estaba aquí y se han ido. Tu tío le a pedido a Carol que se fueran a cenar y me han dejado al cuidado de Sue hasta que tu volvieras.
-Ya veo, ¿Has cenado?- pregunté entrando en la cocina.
-No, pero bueno. ¿Me vas a contar por qué Daniel te ha besado tan apasionadamente en la puerta de tu casa?- me preguntó siguiéndome.
-¡Mira que eres cotilla!- exclamé sacando una pizza del congelador y metiéndola en el horno.
-Cotilla no, soy tu mejor amiga. Así que cuenta.
-Me he enfadado con él, porque me ha presentado a sus padres por sorpresa.
-¿Qué te ha presentado a sus padres? ¿Y qué tal?
-Son muy simpáticos, pero como no me lo esperaba, me he enfadado con él.
-¡Qué tonta!- exclamó y sacó la pizza del horno.
-Un poco sí- admití y reí. Ana también rió y empezamos a cenar.
Mi amiga tenía razón. Me había enfadado con Daniel por una tontería. Esperaba que no me lo volviera hacer, porque esta vez no se lo iba a perdonar. Pero lo más seguro que si lo hiciera. No me podía enfadar con él por mucho que quisiera.

martes, 11 de enero de 2011

Trece

Llegamos al lugar que Daniel me había dicho, en pocos minutos. Mi impaciencia por verlo iba creciendo a medida que nos íbamos acercando. Ana se dio cuenta y me agarró de la mano. Se lo agradecí en una sonrisa.
Al llegar, bajamos y pagué el taxi. En la puerta del edificio que me dijo Daniel donde era la sección de fotos, estaba el manager de este, Alex Holmes. Me saludó y me dijo que Daniel me esperaba arriba. Subimos un par de tramos de escaleras y llegamos a un piso. Alex tocó la puerta y una muchacha abrió. Entramos en una estancia con pocas paredes, llenas de cámaras de fotos y de todo tipo de aparatos relacionados con la fotografía.
-Esperada un momento- dijo Alex, entrando en una habitación que había a la derecha de la puerta de la entrada.
-Mary, este sitio alucinante- me dijo Ana mirando las cámaras fotográficas.
Una de sus pasiones era la fotografía y no se le daba para nada mal.
-Diles que te contraten aquí. Seguro que te ganas la vida como fotógrafa.- contesté.
-¡Por fin! Ya tenía ganas de verte- escuché decir tras de mí.
Me giré rápidamente al escuchar la voz de Daniel. Sonreí con todas mis ganas. Me dirigí hacía él y lo abracé.
-Yo también tenía ganas de verte- dije y miré a mi amiga.- Mira, Daniel, esta es mi mejor amiga, Ana.
-Encantado de conocerte. Mary me hablado mucho de ti- dijo Daniel sonriendo.
Mi amiga lo miraba con los ojos abiertos. Me acordé de mi reacción la primera vez que lo vi. Era la misma.
-Lo... lo mismo digo- contestó Ana. Ella hablaba también muy bien el ingles. Ambas habíamos estado en clase de ese idioma desde los cinco años.
Reparé en como iba vestido Daniel. Llevaba un traje gris con camisa azul cielo y corbata de color azul intenso. Iba realmente guapo.
No me soltó de la mano hasta que empezó la sección de fotos.
Nunca lo había visto hacer una sección de fotos. Había visto los resultado, pero no como lo hacía. Se le veía tan profesional...
Ana y yo alucinábamos en cada movimiento de él ante la cámara. A mí, en varias ocasiones, me entraron ganas de gritarle lo bien que lo hacía, pero me limitaba a sonreír. No quería dar mala impresión, ni tampoco dar la impresión de ser una fan enloquecida.

La sección de fotos estaba a punto de acabar, cuando el fotógrafo le preguntó a Daniel, mientras este se quitaba la chaqueta de un traje color negro, durante la sección se había cambiado de ropa tres veces, y se quedaba sólo con la camisa y el pantalón:
-Tu novia es muy guapa y su amiga también. ¿Te apetece que te haga varias fotos con ellas? No serán para publicarlas, pero es que estas chicas se ven muy bonitas.
-Claro- contestó Daniel mientras una maquilladora le retocaba el maquillaje y me miraba con una sonrisa.
-¡Ah, no! Ni se te ocurra, ni en broma- empecé a decir negando con la cabeza.
-¿Por qué no? Así te acostumbras para las fotos de la película.
-¡Qué no! Que me da mucha vergüenza.
-Venga, Mary, no es tan complicado- dijo Daniel, acercándose a mí y cogiéndome la cara.
No podía resistirme a aquella mirada, así que al final cedí.
-Bueno, vale, está bien. Pero no sé si Ana querrá.
-¡Uy! Tú no sabes lo que a mí me gusta una foto- dijo Ana pegando unos saltitos a mi lado.
Daniel y yo reímos.
Vi la cara del fotógrafo, parecía contento.
-Estupendo. Daniel, vamos a terminar la cinco fotografías que te quedan y después las hacemos con...
-Ana y Mary- respondió Daniel.
-Muy bien. Vamos a terminar. Emma, llévate a las chicas y las preparas para las fotos- indicó el hombre y una chica nos hizo un gesto con la mano para que la siguiésemos.
Una ves la chica terminó con nosotras, salimos justo cuando el fotógrafo terminaba con Daniel.
-¡Estáis perfectas! Vamos a empezar. Primero os voy hacer varias a los tres y luego vamos rotando, ¿de acuerdo?
Los tres asentimos.
Miré nerviosa a Daniel. Yo no tenía ni idea de secciones de fotografías.
El fotógrafo nos indicó como ponernos y empezó hacer fotos. Ana parecía estar en su salsa. Le encantaba hacer y que le hagan fotos.

Después de varias fotografías, terminé un poco deslumbrada. No estaba acostumbrada hacerme tantas en tan poco tiempo.
Antes de irnos, Daniel se cambió de ropa y habló un momento con el fotógrafo. Este le prometió que le enviaría todas las fotos y que no dejaría que las que nos había hecho a los tres no circularan por ningún lado. Nos fuimos en el coche de Alex, porque Daniel no había traído el suyo.
Durante el trayecto, Ana y yo hablábamos en español para que Daniel no nos entendiera, aunque por lo gestos de nuestras caras era fácil saber de qué hablábamos.
-Mary, dejarme en casa y te quedas un rato con él. De verdad, que a mí no me importa...
-Me da cosa dejarte sola. No quiero que pienses mal de mí.
-¿Yo pensar mal de ti? ¡Que va! Anda, te mereces estar un poco con él. Sólo hay que verlo, se le cae la baba por ti.
-Ana, no digas tonterías. No pienso dejarte sola.
-Mira, o te quedas con él o mañana cojo un avión y me vuelvo para España.
-¡Nunca! Tú no te vas- exclamé un poco enfadada.
-Pues entonces, ya sabes. Te quedas con él un rato y yo me quedo en tu casa jugando con tu preciosa prima Sue- dijo Ana con una sonrisa.
-Vale, me has convencido- dije sonriendo- Siempre termino haciendo lo que quieras.
-Si, es que este chico es guapísimo. Esos ojos, esa sonrisa, ese pelo...
-¡Para ya! Como me quites el novio, te mato- dije riendo.
Daniel nos miraba como si estuviésemos locas. La verdad, es que si lo estábamos un poco.
Le dije que fuéramos a casa a dejar a Ana. Se lo dijo a Alex y le indicó el camino. Al llegar a esta, mi amiga se bajó del coche, se despidió y me guiñó un ojo. Le sonreí y Alex arrancó el coche.
Nos dejó en la puerta de una casa, que no sabía a quien podía pertenecer,así que se lo pregunté a Daniel:
-¿De quién es esta casa?
-Es mi casa. Aquí es donde vivo con mis padres.
-¿Con tus padres?- le pregunté perpleja.
-Quiero que los conozcas- dijo sonriendo ante mi gesto.
-¿Te estás volviendo loco?. No llevamos ni dos semanas juntos y ya me quieres presentar a tus padres. Lo que yo te diga, loco.
-Mary, mis padres no comen.- dijo y empezó a reírse.
Sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta. Metió su maleta y me agarró de la mano para que entrara. Tuvo que darme un pequeño tirón para que lo hiciera, porque me había quedado clavada en el suelo.
Ya empezaba a creer que este chico estaba mal de la cabeza. Primero las fotos y ahora me quería presentar a sus padres. ¡Y yo que pensaba que a mí me hacía falta un psicólogo! Ya sabía de alguien que le hacía más falta que a mí.

viernes, 7 de enero de 2011

Doce

La semana estaba pasando lenta, hasta el jueves. Hasta aquel día, me pasaba todo el día viendo la televisión, navegando por Internet y hablando por teléfono. Un total aburrimiento...
Aquella mañana me había despertado tarde, a eso de las nueve y tío Richard no estaba en casa. Mi tía no me quiso decir a donde había ido su marido. Así que, como otras mañanas, me fui a duchar y luego a mi cuarto a navegar un rato por Internet. Me acordé de que ese día, Daniel estaría en California. Había hablado con él ayer por teléfono y me dijo que se lo estaba pasando bien, pero que me echaba de menos.Yo le dije que a mí me pasaba lo mismo.

Sobre las diez y media, el timbre de la puerta sonó. Mi tía fue abrir. Era tío Richard, así que fui a saludarle, pero lo que no me esperaba era quien venía con él.
Era Ana, mi amiga había venido.
-Ya te dije que la volverías a ver pronto- dijo mi tío mientras mi amiga y yo nos abrazábamos emocionadas.
-Muchas gracias, os quiero- dije con las lágrimas saltadas. Aquella sorpresa tampoco me la esperaba.
-Lo sabemos, pero bueno, os tendréis muchas cosas que contar, así que ya sabéis- dijo tía Carolina.
-Es verdad, vamos a mi habitación, tengo algo importante que contarte, Ana- dije.
-Muy bien, yo me voy a trabajar, que tengo que arreglar unos asuntos con Charlie- dijo mi tío dándole un beso a mi tía.
Llevé a Ana a mi cuarto. No podía creer que mi mejor amiga estuviera aquí conmigo. Ya la echaba de menos.
-Cuéntame, ¿qué es lo que me quieres contar?- me preguntó Ana, sentándose en mi cama.
-¡Ay, amiga! Cuando te lo cuente vas a alucinar- dije emocionada.
-Pero, ¿Qué es? No tardes tanto- se impacientó mi amiga.
-Bueno... pues que... ¡Daniel Smith me ha pedido que sea su novia!- exclamé.
-¡No! No me digas que es verdad...
-Si, si... y me regaló esto- le enseñé la cadena con la pequeña estrella.
-Es preciosa. Que ilusión, Mary, por fin has conseguido tu sueño de ser actriz y encima te echas novio.
-¿Has visto? Aún no me lo creo- dije tirándome hacía atrás en mi cama.
-Si yo estuviera en tu lugar me pasaría lo mismo.- contestó Ana.
Estuvimos hablando hasta la hora del almuerzo. Me contó que había venido a Londres gracia a mis tío, porque sabían que la echaba mucho de menos. Tuve que contarle todo lo sucedido el domingo con todo detalle. Ni ella misma daba crédito a lo que escuchaba. No paramos de reírnos en todo el rato. Me dijo que tenía que presentárselo. Eso estaba asegurado. Iba alucinar en cuanto lo conociera, le aseguré que era un chico muy divertido.
Fuimos a almorzar mientras que ella me decía que se quedaría en Londres hasta mediados de septiembre. Después del almuerzo, Ana y yo nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Gracias a Dios, la gente no me reconocía mucho. Por lo demás, pasé una estupenda tarde con mi amiga en la capital inglesa. Regresamos a casa a la hora de la cena y entonces me asaltó la duda de donde dormiría mi amiga. Tía Carolina me dijo que en el otro cuarto para invitados, menos mal que había dos. Nos quedamos hablando hasta las tanta de la noche, hablando de cualquier cosa.
El viernes nos levantamos a eso de las ocho y media de la mañana. Desayunamos, nos duchamos y mi tía nos llevó de compras por el centro de Londres. Ana se quedaba alucinada con lo bonito que era todo. Yo estaba feliz por tenerla al lado. No podía desear nada más: tenía conmigo a mi amiga y como novio, a mi actor favorito.

Serían las dos de la tarde, cuando mi móvil empezó a sonar. Era Daniel:
-Hola, ya tenía ganas de volver hablar contigo.- dijo en cuanto le cogí la llamada.
-Hola, lo mismo digo. ¿Ya estás aquí?
-Si, acabo de llegar. Ya hecho las entrevista y ahora voy camino de la sección de fotos- contestó- Oye, Mary, ¿podemos vernos?
-Es que...- Ana me miró con el entrecejo fruncido y me susurró:
-Queda con él.
-¿Quién está contigo?- me preguntó Daniel un poco extrañado.
-Ana, mi mejor amiga. Te iba a decir que ella está aquí- contesté.
-Bueno, no pasa nada. Si quieres, que se venga, a mí no me importa, así la conozco- dijo. Algo me decía que estaba sonriendo.
-Vale. Dime donde quedamos- contesté y él me dio la dirección. La repetí en voz alta porque sabía que Ana se quedaría con ella.
Me despedí de él y, mi amiga y yo, cogimos un taxi, ya que tía Carolina hacía ya rato que se había ido a casa.
Estaba deseando ver a Daniel ya.

lunes, 3 de enero de 2011

Once

Después de veinte minutos en el coche, llegamos a una céntrica calle de Londres. Daniel bajó del coche y yo hice lo mismo. Entró en una cafetería, que estaba solitaria. Sólo estaban el camarero y un par de personas. Eso me extrañó, porque la cafetería era bastante refinada. Daniel se dirigió al camarero y le dijo algo que no logré escuchar. Este salió de detrás de la barra y nos hizo un gesto para que lo siguiéramos. Nos condujo al hasta el lugar de los reservados y nos indicó cual era el nuestro. Daniel le pidió dos refresco de cola y no volvió hablar hasta que el camarero llegó con ellos.
-¿Qué te parece este sitio?- preguntó dándole un sorbo a su bebida.
-Bien, está bonito. ¿Por qué me has traído aquí?
-¿No te suena este lugar?- volvió a preguntar. Noté en su voz un tono un poco misterioso.
Miré la cafetería de nuevo.
Ahora que la observaba mejor, si que me sonaba de haberla visto en algún sitio pero no sabía donde. Intenté recordar en donde la había visto. Si Daniel insistía, sería por algo...
De repente me acordé.
¡Por supuesto! Era el escenario de una de las escena de la última película que Daniel había hecho. Yo la había visto el verano pasado junto con Ana y nos encantó.
Pero,¿por qué me había traído aquí? Hasta ese momento era mi película favorita y no creo que eso lo supiera él... ¿o si?. Entonces, ¿quién se lo habría dicho?. No, tenía que ser casualidad.
-Aquí fue una de las escenas de "Secretos", una de tus películas- contesté.
-Si, me encanta este lugar, por eso te he traído aquí. Quiero decirte que lo de anoche fue precioso y que no lo voy a olvidar nunca. ¿Te han gustado las flores? Espero que si. Ya te dije que ibas a saber de mí muy pronto, porque te has convertido en algo esencial para mí, Mary. Lo sucedido anoche fue definitivo para que diera este paso. Me creerás loco, pero es así. Te dije que estoy enamorado de ti y no lo voy a negar, pero quiero dar este paso.
-Me estas asustando, ¿a qué te refieres?- dije algo preocupada.
No entendía a qué venía aquel trabalenguas.
-Verás... yo...- me cogió una mano- Yo... yo quería pedirte que...qué si querías ser mi novia.
Lo miré.
Tuve que darle un buen sorbo a mi bebida. Esto si que no me lo esperaba. Había veces que me costaba asimilar que lo hubiera conocido, como para que ahora me pasara esto: Daniel Smith pidiéndome salir a mí.
-¿Qué dices? Por favor no te quedes callada- me rogó.
-Si... si, si quiero- intenté no sonar desesperada.
-¿De... de verdad?- dijo levantándose y sentándose a mi lado.
-Que si, que si quiero ser tu novia- le contesté sonriendo.
Cogió mi cara entre sus manos y dijo:
-No me lo puedo creer. No me equivocaba contigo, eres especial, eres única, eres... eres fantástica.
-¿Y todo por decirte que si?- pregunté aún sonriendo.
-No sólo por eso. Si no por entrar en mi vida- dijo y me besó.
Después se apartó y volvió hablar:
-Te va a parecer que es precipitado para que te haga regalos, pero me gustaría que llevaras esto.
Sacó una pequeña caja de un bolsillo de su pantalón y la abrió. Era una cadena de plata, que llevaba una pequeña estrella con la palabra grabada "Dream" (sueño, en español).
-Esto es lo que eres para mí, un sueño- dijo poniéndomela.
-Es preciosa, Daniel.- me atreví a acariciarle la mejilla- Muchas gracias.
-Es lo mínimo que te puedo ofrecer, todo ha sido tan precipitado...- le puse la mano en la boca para que se callara y le dije:
-No quiero regalos si te tengo a ti. No esperaba conocerte y aún menos que pasara esto. Tengo miedo de despertar y descubrir que es un sueño.
-A mí me pasa lo mismo, pero esto es un sueño tanto para ti, como para mi. Y si estamos soñando, espero que no despertemos nunca.
Sólo podía sonreír ante sus palabras.
Daniel tenía razón: si esto era un sueño, ojalá no despertara, era todo tan bonito...

Después de un rato más en aquella cafetería, me llevó a un bonito parque. Estaba anocheciendo, con lo que todo estaba más bonito aún. Dimos un paseo cogidos de la mano. Me contó que mañana lunes tenía que dar una entrevista en directo en una cadena de televisión, que el martes viajaría a Estados Unidos, que el miércoles estaría en Los Ángeles, el jueves, en California, el viernes volvería a Londres y tenía que dar varias entrevistas para televisión y otras más, para periódicos y revistas,y por supuesto, tenía una sección de fotos. El sábado tenía el estreno de la película aquí en Londres y el domingo, tenía una comida con los compañeros de esa película.
Me agobié con tan sólo pensarlo, así que si yo tuviera una semana de aquella forma, me daría algo. Yo le conté que me pasaría la semana descansando y hablando con mi amiga Ana, ya que mi agenda no estaba tan ocupada como la suya. Se rió cuando le dije eso y me contestó que eso era lo que me esperaba en cuanto se estrenara nuestra película. Lo miré como si estuviese loco, pero sabía que llevaba razón.
Me preguntó que su tenía hambre, le contesté que no mucha, pero sólo con decirle eso me invitó a cenar. Volvimos al coche y se dirigió a un famoso restaurante de la ciudad. Cuando entramos allí, la gente se quedó mirándonos, aunque creo que miraban más a Daniel que a mí.
-¿Ese no es Daniel Smith?
-Si, si es ese. Esa chica es una de sus compañeras en su nueva película, lo vi en Internet.
-Pues es muy guapa...
Me estaba entrando una vergüenza terrible, menos mal que nos sentamos un poco lejos de toda esa gente.
Llegó una camarera, que no tendría más de veinte años, y nos preguntó que queríamos cenar. Miré la carta, Daniel hizo lo mismo y pidió. Luego la camarera me miró, esperando a que yo hablase.
-Voy a tomar lo mismo que él.
-¿Y de beber?- preguntó la camarera, apuntando la comida en una pequeña libreta.
-Dos refrescos de cola, por favor- contestó Daniel.
-Muy bien, ahora les traigo el pedido.- dijo y se fue.
-Espero que te guste el lugar.
-Si, es muy bonito. Un poco caro para mi gusto, pero está bien.
Daniel se rió, no sé por qué lo hizo.
-¿Por qué te ríes?- pregunté con el entrecejo fruncido.
La camarera llegó en ese momento con las bebidas.
-Me encanta tu sencillez. Sólo me ha hecho gracia lo que has dicho sobre que te parece un poco caro para tu gusto.
-Es la verdad, ¿qué quieres que te diga?
-No, si llevas razón, a mí también me lo parece.
-Entonces, ¿por qué me has traído aquí? Si me hubieras llevado a un burguer, sería igual- le contesté arqueando las cejas.
-¡Que ideas de cita romántica tienes, Mary!
-¡Que poco conoces tú de ideales jóvenes!- bromeé justo cuando la camarera traía la comida.
Empezamos a comer, charlando sobre varios temas.
En un momento de la cena, se acercó a nuestra mesa una mujer con una niña de unos diez años.
-Hola, perdonad que os moleste, pero es que mi hija es fan tuya y quería que le firmases un autógrafo, si no es mucha molestia- dijo la mujer.
-¡Qué va! A ver, ¿cómo te llamas?- preguntó Daniel con una sonrisa.
-Ashley- contestó la niña.
-Bonito nombre- dijo Daniel y vi como la pequeña se sonrojaba.
Él le firmó la foto que traía Ashley, dedicándosela. La pequeña se fue emocionada y contenta.
-Que bien te manejas con los fans- dije terminando de cenar.
-Ya lo sé, tengo a mi fan número uno delante de mí- bromeó.
-¡Qué gracioso!-exclamé y vi como Daniel terminaba de cenar.
-¿A qué si? ¿Quieres algo de postre?
-No, me apetece irme para casa.
-Pues muy bien- dijo y se levantó de la silla- Si la señorita se levanta...
Me levanté y Daniel fue a pagar la cuenta. Salimos del restaurante y subimos al coche. Se dirigió hasta mi casa.
-¿Me vas a echar de menos durante esta semana?- preguntó cuando llegamos a la puerta de casa.
-No creo que tenga tiempo, tengo una agenda muy apretada- bromeé y después le dije- por supuesto que si, tonto.
-Me imaginaba que sería broma- contestó- Yo también te voy a echar de menos.
Me quedé mirándolo y él a mí. Se acercó un poco y me besó. No dejé que el beso durase mucho por si salían uno de mis tíos.
-Espero que la semana se te haga corta- dijo
-Eso espero.- contesté- Tengo que entrar en casa.
-Vale, ten cuidado, te quiero.
-Tú también. Te quiero, Daniel.-dije y me dispuse a abrir la puerta.
Él me agarró del brazo y me dio un beso rápido. Sonreí y bajé del coche. Le dije adiós con la mano, arrancó el coche y se fue. Yo entré en casa, le dije a tía Carolina que ya había cenado y que me iba acostar.
Me tiré encima de mi cama y puse una mano sobre el collar que me había regalado Daniel.
No podía creerme que yo fuera la novia de Daniel Smith.